Las aventuras del jabalí Teodosio. José Manuel Domínguez

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Название Las aventuras del jabalí Teodosio
Автор произведения José Manuel Domínguez
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788468554563



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todas ellas de esas que desatan la risa de los pequeños y hacen que, al terminar el cuento, les deje un regusto alegre y ganas de que llegue otro día para escuchar o leer más capítulos. Son el pequeño anzuelo, la cubierta de caramelo que envuelve las vertientes uno y dos que he explicado antes.

      Los cuentos están pensados para ser leídos durante un viaje o de camino al colegio, para aquel que pueda hacerlo mientras otro conduce o en transporte público. O en cualquier otro momento tranquilo. Cada capítulo está dividido en dos o más partes, cuya lectura supone menos de diez minutos, pudiéndose realizar por separado y dejando la siguiente parte para otro rato u otro día. Recomiendo leerlos con entonación teatral, exagerada incluso, apoyándose en gestos y ruidos onomatopéyicos, sin miedo a alargar las pausas y a masticar incluso las palabras. A mí me dio buen resultado esa técnica que copié de la formación profesional que he recibido para hablar en público. Los niños un poco más avanzados en lectura pueden hacerlo por sí mismos.

      Cada una de las historias tiene una sección de comentarios que pueden ayudar a un adulto a entender los valores y temas que se tratan en ese capítulo (la segunda vertiente de los cuentos, que menciono más arriba) y que se esconden en las diferentes metáforas. Recomiendo adentrarse en ellos antes de leerle el cuento al niño o de comentarlo con él, si es el propio niño quien lo va a leer.

      Los valores que se incluyen en los cuentos son muy variados, pero se podrían dividir en cinco bloques. El primero de ellos es sobre la relación con uno mismo. Recuenta hábitos de higiene, orden, modales en la mesa, conveniencia de ejercicio físico, comer sana y moderadamente, etc. En muchas ocasiones, Teodosio es confundido e interpelado por otros como un cerdo en lugar de un jabalí y él repite siempre “no soy un cerdo, soy un jabalí”. Es una frase que encierra una reafirmación de su idiosincrasia, de aceptación de ser quién es y de no estar dispuesto a renunciar a ello.

      El segundo bloque habla de la relación con otras personas. Aquí se incluyen, sobre todo, aspectos como la actitud y comportamiento hacia los demás, empezando por el respeto y la amabilidad, el tener en cuenta a los otros en el transcurso de la vida cotidiana o la generosidad. Hay también conceptos de ética, escondidos detrás de frases sencillas, o pautas de comportamiento de los animales del bosque. Creo que la mayor parte de estas ideas las tengo implantadas desde la infancia y, por lo tanto, se las debo a mis padres.

      El tercer bloque es un grupo de valores que tienen que ver con la actitud personal y dirección en la vida. Tener el coraje de perseguir tus sueños u objetivos, por ejemplo, es un tema importante en algunos capítulos. Disfrutar del camino y no solo de la meta, o tener el valor de aceptar cambios o probar experiencias nuevas. La actitud positiva y la aceptación de la realidad que no puedes cambiar aparecen también en las vicisitudes del jabalí. Las ganas de aprender de Teodosio son una constante en todas las historias. Muchas de estas ideas se las debo a mi mujer y a su gusto por la filosofía zen.

      El cuarto bloque es un conjunto de ideas interiorizadas a raíz de mi posgrado en dirección de empresas y están sacadas del mundo corporativo, aunque son valores y tácticas que he podido comprobar que se pueden aplicar a la vida diaria. Incluyen cuestiones como el pensamiento estratégico y la toma de decisiones, el manejo de proyectos, la gestión por objetivos, la superación de dificultades, la búsqueda de soluciones negociadas para que todos ganen, el trabajo en equipo o el liderazgo mediante el ejemplo.

      El quinto bloque, con raíces en mi profesión de ingeniero industrial, son herramientas e ideas sacadas de Lean y Six Sigma, esa filosofía de trabajo que llevó a las empresas japonesas a un espectacular éxito en los años 80 y que se ha extendido no solo por el sector industrial, sino también por el de servicios. Algunos de los conceptos incluidos en estas historias de Teodosio son el justo a tiempo (Just In Time), definición de puntos de reorden y gestión de inventarios por ayudas visuales, el bajar al terreno o Gemba (que me gusta traducir como gestionar manchándose las manos), el uso de procedimientos operativos (Standard Work), la tormenta de ideas, la experimentación o los eventos Kaizen de mejora continua. Se puede ampliar información sobre estos conceptos en Internet, pero la visión general de cada uno se transmite por sí misma en los episodios.

      Aunque he agrupado las ideas y valores en bloques para explicarlas en esta introducción, los conceptos están convenientemente distribuidos por todos los cuentos de la manera que resultaba más propicia en cada historia. Prácticamente cada capítulo tiene una o más ideas de cada bloque arriba descrito.

      En general, y como conclusión, estos cuentos tienen el objetivo de ser un enlace entre adultos en la mitad de su carrera profesional y sus hijos, como un libro de desarrollo personal puesto al nivel de niños en edad infantil. Pueden ser utilizados también en entornos escolares como libro de lectura y comentario.

      A mucha gente le inquieta el mundo que dejará a sus hijos. Yo me conformo con preocuparme y ocuparme de las hijas que dejaré al mundo. Estos cuentos e ideas me ayudaron en esa tarea y los he puesto por escrito con la esperanza de que puedan apoyar a alguien más, de la misma manera que lo hicieron conmigo.

      Teodosio es un jabalí

      I

      Teodosio es un jabalí que, como todo el mundo sabe, es algo así como un cerdo salvaje. Eso no quiere decir que sea muy bruto, sino que vive libre en un bosque, lejos de las ciudades. No es muy grande, aunque está un poco gordito, como casi todos los animales de su misma especie. Tiene pelos largos y tiesos de color marrón rojizo, y dos colmillos un poco retorcidos que le sobresalen de la boca aun cuando está cerrada. También su cola es enroscada y corta, y las pezuñas son de color oscuro, casi negro, brillantes. Destaca en él su mirada de pillo, a veces un poco desafiante y, en otros momentos, inocente y tierna.

      A Teodosio le gusta comer frutos del bosque. Vive en uno donde hay abundantes bellotas, que ingiere crudas, solas o acompañadas de otros alimentos que encuentra. Cuando come, suelta pequeños e intermitentes gruñiditos, que son como cuando a los humanos les gusta la comida y dicen “mmm”. Tiene una cama de paja en una pequeña cueva en un lugar apartado del bosque. Por las mañanas, cuando se despierta, se despereza, se estira, gruñe, se frota los ojos y sale de su guarida para que el sol de la mañana le acaricie tibiamente. Cerca de ella pasa un riachuelo tranquilo del que bebe agua cuando tiene sed, pero en el que, sin embargo, no se baña. Para hacerlo, se reboza en el polvo. No es que se refresque mucho, pero así los insectos se marchan y lo dejan en paz. Cosas de jabalíes.

      Aunque vive solo, no se puede decir que Teodosio sea solitario. Tiene muchos amigos, que se encuentra en sus caminatas en búsqueda de bellotas o de lugares que explorar. Son otros animales del bosque, claro. Todos salvajes como él.

      Vive feliz en el bosque, pero es un jabalí inquieto al que le gusta explorar y conocer cosas nuevas, y que se pregunta qué habrá más allá de aquellas colinas o cómo vivirá la gente en esas casas de las que sale humo en la lejanía. Por eso, un día decidió que estaría bien visitar a sus primos, los tres cerditos. Sí, los famosos protagonistas del cuento “El lobo y los tres cerditos”. Aunque había leído y oído muchas cosas de esa historia, lo mejor era escucharla directamente en voz de sus protagonistas. Así que, sin pensárselo dos veces, se puso en marcha. Simplemente empezó a caminar hacia donde se pone el sol, donde sabía que vivían sus primos, con paso decidido, braceando con energía y silbando una canción alegre, que le salía por entre los colmillos, como de una flauta de madera un poco rota. Teodosio decidió disfrutar del camino y, de cuando en cuando, se paraba para saludar a un pájaro carpintero que estaba picoteando en un tronco, para refrescar sus patas en el río o para oler unas flores que crecían junto al árbol.

      Llegó a la casa de sus primos, los tres cerditos, un poco antes de la hora de comer y llamó a la puerta con energía.

      –¡Priiiimooos! ¡Priiimoooos! Abrid la puerta, que soy yo, vuestro primo Teodosio –dijo en voz muy alta. Tardaron en responder y a Teodosio se le pasó por la cabeza decir aquello de “si no abres, soplaré y soplaré...”. Pero le pareció que no tendría ninguna gracia, así que esperó hasta que Lolo, el cerdito mediano, abrió la puerta. Llevaba puestas unas zapatillas de estar