Название | Drogas inteligentes |
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Автор произведения | Juan Carlos Ruiz Franco |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788499101088 |
El autor, haciendo caso omiso de los inconvenientes que pudieran surgir, quiere poner al alcance del lector inteligente —y que desea serlo más— un conjunto de informaciones y experiencias propias que comenzó a acumular muchos años atrás, cuando era un adolescente que recorría tanto farmacias como herbolarios, a la vez que husmeaba vademeca y libros especializados buscando fármacos, plantas y otros productos capaces de mejorar el rendimiento intelectual; conocimientos que después pudo poner en práctica gracias a su relación con el mundo del ajedrez, deporte intelectual y juego-ciencia, en cuyos medios —impresos y electrónicos— ha publicado numerosos artículos.
Por supuesto, en este tiempo no podía faltar el experimentar consigo mismo, hacer el papel de cobaya y probar todos los suplementos que podían resultar de interés, fascinante tarea imprescindible debido a la escasez de investigaciones objetivas y rigurosas. El autor reconoce haber disfrutado con esta labor y expone ahora sus resultados con la mayor modestia, a partir de los conocimientos actuales sobre nutrición y suplementación, y desde la posición de un pequeño filósofo que gusta de reflexionar sobre lo que le rodea. Y, sobre todo, como un ser deseoso de mejorar sus capacidades, de superarse, algo que toda persona sana y racional (homo ludens sapiens) tiene que compartir por fuerza.
El libro consta de ocho capítulos —más un glosario de tér-minos y un índice analítico—, de los cuales el primero es una introducción, con una serie de consideraciones lingüísticas y filosóficas que se centran en los conceptos de droga y mente, entre otros. El segundo habla sobre la seguridad y eficacia de las drogas inteligentes, comparadas con las drogas socialmente aceptadas. El tercero presenta una breve exposición de conocimientos básicos de neurobiología, importantes para nuestro asunto. El cuarto narra una historia de las drogas inteligentes, centrándose en las drogas clásicas cuando se utilizaron para aumentar el rendimiento y en los inicios de las smart drugs. Los capítulos quinto y sexto son los centrales de la obra, con una exhaustiva descripción de las sustancias disponibles, clasificadas según sus efectos. El séptimo ofrece unas pautas alimentarias interesantes para el rendimiento intelectual. Por fin, el octavo es una entrevista al dueño de una smart shop, un establecimiento especializado en la venta de smart drugs.
Ha contribuido al empeño puesto en esta obra el hecho de que no haya ninguna publicación sobre esta materia en castellano, sino sólo algún que otro capítulo en varios libros sobre vita-minas en general. Espero que mi labor como pionero rinda sus frutos y que lo que aquí les ofrezco sea de su agrado y les resulte útil. Con eso estaré más que satisfecho.
El autor
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Introducción
1.1. Competitividad y drogas inteligentes
Nuestro mundo es, ante todo, competitivo. Nuestro estilo de vida prima a los que luchan, compiten y se esfuerzan. Los que una vez fueron valores absolutos, hoy día sirven de bien poco a los ojos de una sociedad que sólo busca lo práctico. Por todas partes vemos que no triunfa el más capacitado, sino el más despierto, el mejor adaptado a los tiempos que corren.
En ocupaciones y actividades tan distintas y dispares como el trabajo, los negocios, los estudios, el deporte, las reuniones de amigos, el sexo, todos queremos dar lo mejor de nosotros mismos, porque a través de ellas nos realizamos. Si triunfamos, nos sentimos satisfechos. Si fracasamos, nuestra moral cae por los suelos. Algunos podrán afirmar que la felicidad no debería consistir en algo externo, sino en el cuidado de cualidades íntimas. Ciertamente, es posible que el ser humano llegue a su plenitud cultivando aquello que constituye propiamente su esencia, si es que se puede saber en qué consiste. Sin embargo, en una clara actitud pragmática —sin que la compartamos necesariamente— debemos decir que quien no tiene en cuenta la realidad que le rodea está condenado al fracaso y al ostracismo.
Todos queremos desempeñar bien las tareas en las que nos embarcamos, pensando en la recompensa, material o espiritual. Y surge enseguida la evidencia de que unos están mejor dotados que otros para el espíritu competitivo que reina en nuestro entorno, y de que no siempre triunfa quien reúne mejores aptitudes, sino el más rápido y astuto. Por eso, quien se queda atrás se interroga sobre si habrá algo que le permita llegar antes. Y no sólo a la hora de competir; también en actividades individuales sin contacto con otros nos preguntamos si existirá alguna receta mágica para rendir más.
Es aquí donde entran en juego las drogas inteligentes. Siendo capaces de potenciar todas las capacidades físicas e intelectuales del individuo, responden a la necesidad del hombre moderno de mejorar su rendimiento sin causarle problemas de salud. Quien a ellas acude busca, ante todo, lucidez, tan aceptable como quienes —en otro tipo de productos— buscan paz, evasión, analgesia o fiesta. Sin hacer caso de discursos moralistas ni de modas o prohibiciones —que en cada época han sido distintas, condicionadas por intereses económicos, políticos y religiosos—, los hombres siempre han tomado toda clase de sustancias activas para diversos fines, entre los cuales se incluye la autosuperación, legítimo objetivo que significa crecimiento personal, deseo de ser más y mejor.
1.2. Las primeras preguntas
¿Podemos ser más inteligentes? ¿Podemos pensar más eficazmente? ¿Puede nuestra memoria ser más rápida, retener mayor cantidad de datos y por más tiempo? ¿Hay algo que podamos hacer para realizar tareas intelectuales y resolver todo tipo de problemas de manera más veloz?
Para contestar estas cuestiones, el lector probablemente pensará en ejercicios de gimnasia mental, de concentración, y en el entrenamiento mediante la práctica de juegos y actividades en los que sea necesario un gran esfuerzo mental. Es indudable que el uso hace al órgano, así que este tipo de tareas permitirá a cualquiera gozar de un cerebro más despierto. Sin embargo, el objeto de este libro es bien distinto, ya que se ocupa de describir las sustancias —alimentos, vitaminas, minerales, aminoácidos, plantas, productos de síntesis, etc.— capaces de mejorar las funciones cognitivas de quienes las toman.
Se preguntará el lector si es esto posible, si realmente una sustancia química puede potenciar sus capacidades intelectuales. La respuesta es afirmativa: el cerebro es el órgano encargado de los procesos cognitivos, y como tal tiene una determinada estructura fisicoquímica susceptible de ser alterada, para bien o para mal, por medio de determinadas sustancias que, por tener esta propiedad, son llamadas psicoactivas.
1.3. La mente
Muchos pensarán que la mente y sus procesos son inmate-riales, que ningún producto químico puede influir sobre ella y que es vano todo intento de mejorar el intelecto con sustancias materiales. No es este sitio para discutir sobre Filosofía de la Mente y sobre los argumentos a favor y en contra de materialismo, mentalismo, funcionalismo y otras teorías al respecto (1), por lo que nos limitaremos a señalar que, independientemente de cuál sea realmente la naturaleza de la entidad a la que nos referimos, es un dato de experiencia que una sustancia química puede —como mínimo— afectar a su funcionamiento, algo que ni los más acérrimos mentalistas negarán. Los avances de la psiquiatría y de las neurociencias parten precisamente de este hecho, lo que ha hecho de la progresiva introducción de psicofármacos desde mediados del siglo XX una verdadera revolución, tanto en las ciencias médicas como en la manera en que la filosofía, la psicología y disciplinas relacionadas explican este tipo de cuestiones. Esta clase de pruebas son también evidentes para los no especialistas, para las personas normales que experimentan un incremento de la actividad de todo su organismo —incluyendo el cerebro y sus funciones— cuando toman un café; que sienten cómo pierden sus inhibiciones —ciertos pensamientos de su cerebro que les incitan a no realizar ciertas acciones— cuando beben una copa de alcohol, y que se quedan dormidos