Pilates y rehabilitación. Beth A. Kaplanek

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Название Pilates y rehabilitación
Автор произведения Beth A. Kaplanek
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788499105918



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formada por la articulación de la cabeza femoral, que es esférica, y el acetábulo, que es cóncavo, y juntos forman una articulación funcional esférica (bola y receptáculo). El acetábulo se desarrolla durante la infancia y la adolescencia temprana, y supone la unión de tres huesos: ilion, isquion y pubis. Al conjunto de esta estructura ósea se la denomina hueso innominado o pelvis. La pelvis es responsable de aguantar la mayoría del peso del cuerpo y forma una compleja articulación con la columna y la articulación sacroilíaca (Wunderbaldinger et al., 2002; Magee, 2008).

      La articulación de la cadera mantiene una excelente estabilidad de forma inherente debido a la anatomía ósea y a la relativa profundidad de penetración de la cabeza femoral en el acetábulo. La bola y el receptáculo están cubiertos por un material blanco brillante llamado cartílago articular que permite que las superficies articulares se deslicen una sobre otra de forma suave e indolora durante las actividades habituales. El rodete acetabular es un anillo cartilaginoso unido al borde exterior del acetábulo. Esta estructura proporciona profundidad adicional al acetábulo y es de primordial importancia en la estabilidad de la articulación de la cadera. Con frecuencia, se observan desgarros en el rodete en atletas, bailarines y personas con displasia de cadera. El síndrome de atrapamiento femoroacetabular también puede asociarse con desgarros del rodete acetabular y dolor de cadera, chasqueo de la articulación y sensación de inestabilidad.

       Véase el encarte al final del libro con las ilustraciones de la anatomía de la cadera.

      La anatomía ósea de la cadera está reforzada por varios ligamentos potentes, una cápsula fibrosa y las unidades musculotendinosas circundantes. Las estructuras óseas, músculos y tendones más importantes trabajan juntos para proporcionar el perfecto elemento esencial de funcionalidad para permanecer de pie, caminar y correr. Todas estas actividades requieren un rango de movimiento funcional y una fuerza adecuada de los músculos adyacentes. Las restricciones físicas y las rigideces patológicas de la cadera pueden limitar estos movimientos y, a su vez, pueden suponer un estrés anormal en las estructuras circundantes, como, por ejemplo, la columna lumbar, la cadera contralateral y las rodillas.

      La cápsula fibrosa articular se une circunferencialmente alrededor del borde del acetábulo y a la base del cuello femoral, cerca de la línea intertrocantérea, en la parte anterior, y hacia la mitad del cuello femoral en la parte posterior. El líquido sinovial lo producen células especializadas que recubren el interior de la articulación de la cadera. Generalmente, esta capa es bastante fina, pero la inflamación patológica puede provocar una sobreproducción de líquido articular y una sinovitis hipertrófica. La cápsula sirve para contener este líquido dentro de la articulación, y el líquido permite que las superficies articulares estén lubricadas y nutridas adecuadamente. La artritis, que es una degeneración del cartílago articular, básicamente irrita la articulación y supone una sobreproducción de células inflamatorias y líquido que causa inflamación y dolor en la articulación.

      Hay tres fuertes ligamentos extracapsulares que rodean la cápsula articular, sirven para evitar la dislocación de la cadera y refuerzan la función normal de esta articulación: a) el ligamento iliofemoral; b) el ligamento isquiofemoral, y c) el ligamento pubofemoral. El ligamento iliofemoral está considerado el más fuerte y actúa como una rienda para evitar una extensión excesiva de la cadera. Este ligamento también desempeña un papel importante en la posición vertical de la cadera. El ligamento isquiofemoral es el más débil y se enrosca fuertemente durante la extensión, ayudando a estabilizar la cadera en esta postura. El ligamento pubofemoral protege contra la excesiva abducción del fémur y también limita la extensión. Los tres ligamentos limitan la rotación medial (interna) del fémur (Magee, 2008). El ligamento de la cabeza del fémur (ligamento redondo) es un ligamento intracapsular que se une a la escotadura acetabular y a una fosita, o fóvea, en la zona superomedial de la cabeza femoral. Se estira con la dislocación o subluxación de la cadera, y durante los primeros años de vida es crucial para el aporte sanguíneo de la cabeza femoral (Calais-Germain, 2007).

      Hay muchos músculos implicados en la estabilización y funcionalidad de la articulación de la cadera. Las siguientes listas agrupan estos músculos atendiendo a sus acciones (Magee, 2008: 672):

       Flexión

      Psoas

      Ilíaco

      Recto femoral

      Sartorio

      Pectíneo

      Aductor largo

      Aductor corto

      Grácil

       Extensión

      Bíceps femoral

      Semimembranoso

      Semitendinoso

      Glúteo mayor

      Glúteo medio (porción posterior)

      Aductor mayor (parte isquiocondílea)

       Abducción

      Tensor de la fascia lata

      Glúteo menor

      Glúteo medio

      Glúteo mayor

      Sartorio

       Aducción

      Aductor mayor

      Aductor largo

      Aductor corto

      Grácil

      Pectíneo

       Rotación lateral

      Glúteo mayor

      Obturador interno

      Obturador externo

      Cuadrado femoral

      Piriforme

      Gemelo superior

      Gemelo inferior

      Sartorio

      Glúteo medio (porción posterior)

       Rotación medial

      Aductor largo

      Aductor corto

      Aductor mayor

      Glúteo medio (porción anterior)

      Glúteo menor (porción anterior)

      Tensor de la fascia lata

      Pectíneo

      Grácil

       Síndromes de cadera y tratamientos no quirúrgicos

      Las alteraciones y síndromes de cadera más comunes incluyen bursitis trocantérea, trastornos del músculo psoasilíaco, artritis de cadera, desgarros ligamentarios, síndrome de la cadera en resorte, osteonecrosis (necrosis avascular) de la cabeza del fémur, displasia congénita de cadera, deslizamiento de la epífisis femoral superior, desgarros del rodete acetabular y síndrome de atrapamiento femoroacetabular. Muchos de estos trastornos pueden tratarse de forma no quirúrgica, y, en última instancia, no todos ellos requieren una artroplastia total de cadera. Cuando el tratamiento no quirúrgico deja de proporcionar el alivio adecuado de los síntomas relacionados con la patología intrarticular al realizar las actividades de la vida diaria, sólo entonces la artroplastia total de cadera se vuelve una opción viable.

      Los tratamientos conservadores (no quirúrgicos) para la cadera incluyen reposo, terapia de frío o calor, agentes tópicos, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos (AINE), infiltraciones intrarticulares de corticosteroides, acupuntura, suplementos nutricionales (combinaciones de glucosamina y condroitina), fisioterapia y ejercicio. Estos tratamientos deberían potenciarse antes de tomar en consideración la intervención quirúrgica. En muchos procesos degenerativos,