Название | Lejos de todas partes |
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Автор произведения | Carlos López Degregori |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789972454851 |
O la sapiencia
EL BUEN LADRÓN
La cabeza que vigilaba de tu mano.
Cabeza de mirada digital,
de quién sabe qué piedra qué historia.
Tenía un árbol en la frente
y era tu secreto.
Un círculo donde siempre te perdías
para regresar húmeda, descalza.
Toda la noche relumbró,
saltó furiosa en cada uno de tus dedos.
Y en el amor te gritaba
mi señora del follaje,
señora de los yerros
evadida del anillo,
señora mojada buscando insomne sus zapatos.
No hay amor que no invente transgresión.
No hay tu cuerpo
si hay anillo,
si después buscamos los zapatos.
No hay destino que no principie con un robo.
Primero quise venderlo o empeñarlo.
Lo arrojé a un pozo y regresó.
Lo enterré en el jardín
y al día siguiente había un árbol.
Yo soy el buen ladrón, el que roba sus anillos
y los ofrece a la paciencia de los árboles
por aquella que no vuelve.
ESCRITO EN UN ÁRBOL
Fue mi primer árbol verdadero.
Y lo recuerdo
hermoso aún temblar
la tarde que estrenaba mi navaja.
Quién no grabó en un árbol el amor
y venció alguna vez
creyendo en unas pocas inscripciones.
No es más de lo que sabes.
Y esto escribo guardabosques
leñador
antes del hacha:
para que dejes y no te dejes conmover
para que cuelgues limpio al fin
de alguna rama.
TRES MANZANAS
Y por qué se llamaría así este poema
Se llamará porque hay una manzana
Y por una sola vez el cuarto se abrió
Coincidiendo el cuerpo con la fruta
Manzana próxima
excitada
Irrumpiendo como un destino
O un tatuaje
Fruto con fruto hasta tres
Mientras perdía atónito una de mis manos
No creas ciencia
amor
No hay lecho más cruento ni real
Sabiduría que ahora devoramos
Qué puede en el límite uno conceder
Nada
Tres manzanas
Y un poema un muñón de nuevo una manzana
CEREMONIAS
Es solo la mujer que mata una gallina
mientras el gallo y la perra
la contemplan.
Y es el cuchillo que nunca acaba de cortar,
la sangre que rezuma como avispas,
el fogón,
la música de una total carnicería.
A las siete habrá terminado de comer
y se tomará distinta la cabeza
cuando la perra se encargue de los huesos.
Y porque esto escribo amo a la mujer
y soy el gallo, el cuchillo de mañana
y soy también la víspera.
Es la mujer que canturrea en la cocina,
que envejece,
se acuesta y repasa con los dedos
un rosario imposible.
Y no puede dormir porque sueña sólo astillas
y ya nunca dormirá
cuando la perra encienda el fuego,
cuando el gallo y yo giremos
victoriosos.
El pozo
I
Supongo que eres sabio.
Supongo que saliste decidido a caminar
en busca del pozo
de todos los lugares.
Y el cuerpo como un perverso dios,
las piernas vulnerables,
el bastón,
el vértigo anticipado de asomarse
y caer un año entero.
No pienses cabeza
al revés.
Deja que invente este pozo para ti.
Consérvate como el monarca
que recorre estos lugares.
Y porquerizo
guardián
desatando un rastro que no pudieras confundir:
cada imagen incubándose en la fragua
y esperando atónita el anuncio
del machete
para mirarse en dos
y al fin aparecer
inútil
perdurable.
II
Caminaste desorientado varios días.
No importa si fue al sur
o transitando
el mismo sitio como un mulo,
sin otra contraseña que el bastón,
sin otro cortejo que el vocerío de los cerdos
perdido en el lodo
y los dientes.
Reconocerse.
Dejar reconocer.
Llamarlos cerdos
súbditos.
Ofrecerles íntegro el secreto
cuando triunfamos en los pozos
por una sola vez.
Reinar en el brocal, en el fondo, en la cuerda
hasta que fuera imposible tolerarlo:
donde el cetro no es más que una astilla,
donde el cuerpo es más cruel
aún que el cuerpo.
Entonces me dormí