Название | Cambio sin ruptura |
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Автор произведения | Ignacio Walker Prieto |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789561709799 |
En esa crisis se pensaba que, a lo mejor, el capitalismo se iba a autorregular…
Ernesto. Pero el capitalismo nunca se autorregula. Si al capitalismo lo dejas suelto, termina en una crisis grave. Después tiene que venir la política a resolver los problemas, como hubo que hacerlo en el 2008 y 2009. Hay una parte de eso que es cierto y que nos tiene que alertar completamente para el futuro. Es decir, yo creo que aquí, quienes estamos por realizar cambio, progreso, mayor igualdad, siempre en libertad, tenemos que tomar muy cuidadosamente la lección de esos años, porque la lección de esos años no es una buena lección.
Ignacio. Las fuerzas económicas y los mercados no actúan en un vacío político e institucional. Ya lo hemos dicho y lo reitero. Por lo tanto, el Estado, las instituciones, la forma de intermediación política, es muy importante. Esto que estamos diciendo es muy consistente con la gran escuela que se impone en las ciencias sociales, en la ciencia política, en las ciencias económicas, en los últimos 30 años, que es el neo institucionalismo. Esta reflexión partió con Douglass North, Premio Nobel de Economía, en 1990: “Institutions do matter”, dijo en esa oportunidad, es decir, las instituciones importan. Desde la economía, una persona de esa calidad intelectual y académica hace 30 años concluye en que los mercados no se autorregulan y que las instituciones son importantes. En la ciencia política, ha sido la gran tendencia en los últimos 20 años, como lo expresa el libro de Robinson y Acemoglu, ¿Por qué fracasan los países?, y es que al final lo que importa son las instituciones. Levitsky y Ziblatt, por su parte, tal como decíamos, en ¿Cómo mueren las democracias?, vuelven al tema de las instituciones.
Ernesto. Agregaría una literatura europea que es muy importante sobre la materia. Por ejemplo, Pierre Rosanvallon acaba de publicar un libro que se llama El siglo XXI: El siglo del populismo, sobre estos mismos temas. En muchos autores norteamericanos veo una tendencia muy fuerte en relación a las instituciones y, claro, tienen razón. Las instituciones son fundamentales. Pero, por otra parte, es fundamental la cultura democrática, la otra parte del asunto. No sacamos mucho con tener instituciones si no tenemos una cultura democrática que vaya imponiéndose, una forma de ser. Lo que decía Tocqueville a fines del siglo XVIII, comienzos del siglo XIX, cuando hablaba de que la democracia necesita una cierta textura democrática, es decir, una cultura democrática. Esta cierta textura tiene que ver con la relación horizontal entre sus miembros. Y esto es algo que está, por decirlo así, junto con las instituciones, pero más allá de las instituciones. Y creo que esto de la textura democrática es una cosa que sigue vigente muy fuertemente.
En Chile se habla mucho hoy de las instituciones, de su fortaleza o debilidad para resistir la crisis múltiple…
Ernesto. En Chile hay instituciones que están muy golpeadas, pero tienen una fortaleza que les permite resistir. Pero la textura democrática, yo creo que está también muy golpeada. Entonces, al mismo tiempo de recomponer la institucionalidad, tenemos que recomponer la textura, la cultura democrática. Fernando Savater tiene otra frase magnífica cuando le preguntan si él es partidario de la globalización. Y él dice: “Sí, yo soy partidario de la globalización en el sentido que uno es partidario de la electricidad. Pero ser partidario de la electricidad no significa necesariamente ser partidario de la silla eléctrica”.
Ignacio. Esto que dice Ernesto es tan importante. Y es nuevo de puro viejo, porque ya lo pensaron los griegos. Cuando hablamos de Sócrates, Platón, Aristóteles, el pensamiento político de los griegos, hablamos de instituciones, del régimen político, de la politeia. Pero el énfasis de ellos fue también en las virtudes cívicas, la formación de los jóvenes, la educación y no sólo las instituciones. Y los romanos, Cicerón y toda la escuela republicana, que después reaparece a fines de la Edad Media y en el Renacimiento; toda la tradición republicana en su mejor expresión, es justamente lo que dice Ernesto. Esto de la textura cívica o textura democrática, del concepto de ciudadanos y no sólo de ciudadanía en abstracto. El concepto de cómo vivir la virtud cívica, hacerla carne todos los días, en la experiencia democrática y republicana. Debemos elevar nuestros niveles de ambición y pasar de una ciudadanía de baja intensidad, como la que tenemos hoy, a una ciudadanía de alta intensidad, si de verdad queremos vivir la experiencia democrática, bajo una concepción republicana.
¿En qué notas, Ernesto, que la cultura democrática en Chile está golpeada?
Ernesto. En Chile existe una fuerte tendencia a transformar la relación de adversariedad propia de la democracia en una relación amigo/enemigo, que es propia de relación bélica. A justificar la violencia como una fuente obligatoria de los cambios. A desconocer los argumentos del otro porque siempre proceden de un interés oculto muchas veces maligno. A usar el engaño público como algo aceptable para muchas conciencias, a actuar de acuerdo al interés privado en cuestiones públicas, a desconocer lo dicho y no respetar lo acordado. Todo ello que aparece diariamente en nuestra crónica. Lo vemos en el Congreso, en las instituciones, públicas y privadas, y también en la Convención Constitucional. Aquello tiende a herir profundamente la cultura democrática, la va erosionando. Genera la lógica de que todo da lo mismo, aquello que los italianos llaman el qualunquismo que envenena la política. Y sin política la democracia no existe.
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