Camino al Armagedón. Marvin Moore

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Название Camino al Armagedón
Автор произведения Marvin Moore
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877019629



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Ibíd., pp. 15, 16.

      40 Ibíd., p. 15.

      41 Íbíd.

      42 Ibíd., p. 16.

      43 Ibíd., p. 17.

      44 Íbíd.

      45 Ibíd., p. 18.

      46 Íbíd; énfasis añadido.

      47 Íbíd.

      48 Ibíd., p. 15.

      49 Ibíd., pp. 19, 21.

      50 Ibíd., p. 19.

      51 Ibíd., p. 20.

      52 Ibíd., p. 16.

      53 Ibíd., p. 16.

      Capítulo 5

      La creación del mundo

      Mi propósito en este capítulo es reflexionar sobre el significado de la Creación.

      Es fácil para nosotros, que estamos en círculos cristianos conservadores, decir que “Dios es el Creador” sin detenernos a reflexionar sobre todo lo que implica esta afirmación. Así que, reflexionemos.

      Avance rápido de dos o tres milenios. Los telescopios se inventaron en 1608. Cuando Galileo se enteró un año después, desarrolló uno propio, lo usó y descubrió que algunas de esas estrellas que brillaban en realidad eran planetas, mundos enormes como el que él habitaba. De repente, el concepto humano del universo cambió drásticamente. Sin embargo, eso fue solo el comienzo. A medida que los telescopios se hicieron más y más poderosos, los astrónomos y otros científicos se dieron cuenta de que la mayoría de esas pequeñas manchas en el cielo nocturno eran en realidad estrellas como nuestro sol. También se dieron cuenta de que el planeta Tierra estaba ubicado dentro de un grupo de estrellas que llamaron galaxia. Descubrieron que nuestro mundo está cerca del borde de esa galaxia y que lo que los seres humanos habían llamado la Vía Láctea era lo que vemos cuando miramos a través de esa galaxia, al otro lado. Allí se encontraba nuestra comprensión humana del universo a principios del siglo XX.

      Pero luego vinieron naves espaciales, que pusieron un telescopio llamado Hubble en órbita alrededor de nuestro planeta, y de repente la visión del universo de los astrónomos explotó. ¡Ahora sabemos que hay miles de millones de galaxias en el universo y que la galaxia más lejana a la nuestra está a 13.400 millones de años luz de nosotros! Cuando hacemos una pausa para recordar que la luz viaja a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, la distancia desde la Tierra hasta los confines del universo está más allá de la capacidad de nuestra imaginación para comprender.

      Pero ese no es el final de la historia. Otros científicos descubrieron que toda la materia está compuesta de átomos diminutos, que son tan pequeños que solo los microscopios más poderosos pueden “verlos”. Y los átomos consisten en neutrones y protones que giran dentro de ellos. La materia inorgánica está compuesta de innumerables átomos; y la materia orgánica se compone de células, que están formadas por millones de átomos que trabajan juntos como fábricas en miniatura.

      Los planetas y las estrellas están formados por estos pequeños átomos; y los seres vivos, desde la ameba más pequeña hasta el elefante más grande, están formados por células que trabajan juntas para mantener con vida y funcionando al organismo.

      Ahora deténgase a pensar acerca de lo que esto implica: Dios creó esos pequeños átomos y los agrupó para crear planetas, soles y galaxias. Lanzó esas galaxias al espacio exterior, lo que llamamos universo. Dios también creó células y las juntó para hacer amebas, elefantes y seres humanos que están vivos.

      ¡No puedo concentrarme en estas ideas! La sabiduría y el poder de nuestro Dios Creador son asombrosos. Pero podemos entender lo suficiente como para que podamos arrodillarnos y, junto a las cuatro criaturas vivientes alrededor del Trono de Dios, decir: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (Apoc. 4:8). Con los veinticuatro ancianos, podemos, en nuestra imaginación, inclinarnos ante Dios y cantar: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (vers. 11).

      ¡Luego Dios creó a los seres humanos!

      El acto supremo de la creación de Dios fue el de los primeros dos seres humanos: Adán y Eva. Ellos fueron la razón por la cual Dios creó todo lo demás durante esos seis días. Preparó un mundo que sustentaría la vida humana, la vida animal y la vida vegetal. El Dios que hizo las estrellas gigantes, los átomos diminutos y las células vivientes también creó una ecología que estaba en perfecto equilibrio para que pudiera sostener la vida.

      Dios creó a los seres humanos porque quería más seres inteligentes a quienes pudiera amar. Él nos creó como seres con cerebros físicos que son conscientes y pueden experimentar emociones, y con intelectos que pueden tomar información, procesarla y sacar conclusiones racionales. El gran propósito de nuestra conciencia, intelecto y emociones es que podemos amar a Dios, y a cambio experimentar su amor.

      ¡Hay más! Dios creó a estos primeros seres humanos con la habilidad de reproducirse a sí mismos. Así que, cada vez que un bebé naciera, Dios tendría un ser inteligente más a quien poder amar y que podría amarlo a él. Este niño crecería, se casaría y tendría hijos propios, y Dios tendría muchos más seres humanos inteligentes a quienes podría amar, y que podrían amarlo.