Название | El no alineamiento activo y América Latina |
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Автор произведения | Jorge Heine |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789563249170 |
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1. Un orden mundial en crisis
Jorge Heine
Al cierre del trágico año 2020, una larga negociación entre China y la Unión Europea (UE) llegaba a su fin. Después de siete años de arduas reuniones acerca de un tratado de protección de inversiones entre la segunda mayor economía del mundo y el mayor mercado, el proceso culminaba. El acuerdo revestía especial importancia para Alemania, presidente pro tempore de la Unión Europea, y cuya exministra de Defensa, Ursula von der Leyen, preside la Comisión Europea. La canciller de Alemania, Ángela Merkel, no se presentaría a la reelección en las elecciones generales en 2021, así que este tratado adquiría especial significado para ella. La industria alemana, particularmente su sector automotriz, depende fuertemente del mercado chino, país en el cual todas las marcas alemanas –Volkswagen, Porsche, BMW, Audi y Mercedes-Benz– están representadas y producen automóviles en gran escala. Mercedes-Benz vende más vehículos en China que en Alemania, tal como General Motors vende más en China que en Estados Unidos. Con treinta millones de automóviles fabricados al año, China es no solo el mayor mercado automotriz, sino también el mayor productor.
Para el presidente Xi Jinping el tratado era clave, e instruyó a los negociadores chinos que hicieran lo necesario para llegar a acuerdo, incluyendo concesiones en temas álgidos como transferencias de tecnología. Había solo un problema. A ese acuerdo se llegaba en medio de la transición del gobierno del presidente Trump al del recién electo Joe Biden, y en los Estados Unidos este acuerdo entre la UE y China no era bien visto (Ewing y Myers 2020). Dado el diferendo entre Washington y Beijing, y su escalamiento desde lo comercial a lo tecnológico y lo diplomático, el acuerdo transmitía la señal equivocada. El mismo se sumaría a la firma del Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), el mayor acuerdo comercial del planeta, el 15 de noviembre de 2020, entre China y catorce otros países de Asia y Australasia, así como al anuncio del presidente Xi en la cumbre virtual de APEC en Kuala Lumpur ese mismo mes, del renovado interés de China por ingresar al Acuerdo Transpacífico Comprehensivo y Progresista (CPTPP en la sigla en inglés) (Albertoni y Heine 2020). China aparecía copando la banca en materia de acuerdos comerciales y de inversión, en contraste con unos Estados Unidos cada vez más proteccionistas y aislacionistas.
En esos momentos, el gobierno del presidente Trump no estaba en condiciones de ejercer influencia en Europa, tanto así que una anunciada visita del secretario de Estado Mike Pompeo a Bruselas en el mes de enero de 2021 debió ser cancelada porque el canciller de Luxemburgo señaló que no lo recibiría (Hudson 2021).
Sin embargo, se podría haber pensado que la opinión del presidente entrante, Joe Biden, sí haría una diferencia. Biden es un viejo amigo de la Unión Europea, con una amistad cementada en sus numerosos años presidiendo la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos y en su constante participación en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en la cual volvería a participar, ya como presidente, en febrero de 2021. Biden también había señalado que el mejorar la relación con los aliados de los Estados Unidos, particularmente con la OTAN, era una prioridad. Y aunque la ley no permite a las autoridades de un gobierno entrante negociar por anticipado con gobiernos extranjeros, su opinión contraria a la firma del tratado fue trasmitida en forma privada, y su futuro asesor nacional de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, tuiteó al respecto.
Nada de ello fue suficiente, y la Unión Europea, con el decidido liderazgo alemán, dio el vamos al acuerdo con China. Pocas instancias reflejan mejor los cambios que se han dado en la arquitectura del orden internacional que este desencuentro entre Bruselas y Washington