Название | La transición española |
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Автор произведения | Eduardo Valencia Hernán |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418411953 |
La madrugada del 20 de noviembre de 1975, Franco expiró, y ese mismo día se dio a conocer su testamento político donde a grandes rasgos pedía al pueblo español lealtad y afecto a Juan Carlos de Borbón. Inmediatamente, el Consejo de Regencia se reunió en Las Cortes y, dos días después, Juan Carlos I fue proclamado rey de España.
Desde la oposición, las críticas al nuevo jefe del Estado no se hicieron esperar; lo mismo que desde la Iglesia que, a través del diario de referencia católica YA, se pedía que la nueva monarquía no fuese un franquismo sin Franco, aunque pudiera. El cardenal Tarancón, con la frase: «Os pido que seáis el rey de todos los españoles», no pudo ser más explícito. También el periodista José Vidal Beneyto repasa en sus reflexiones la importancia del papel de la Iglesia en aquellos momentos confusos, rompiendo en cierta manera con el pasado:
«La Iglesia católica ha tenido una función constante y decisiva en la historia del franquismo. En un primer momento, la Iglesia fue agente principal de la legitimación política del franquismo, al transformar en Santa Cruzada un levantamiento militar seguido de una cruel guerra civil. Luego la Iglesia confirió al régimen franquista la respetabilidad que necesitaba tanto en el interior como en el exterior (...) Posteriormente, Franco encontraría en los tecnócratas del Opus Dei un recambio útil no solo de personas y de equipos, sino sobre todo de modos y de imagen de marca, para rejuvenecer el perfil, por lo demás inmutable, de su política. Hoy, la Iglesia católica ha modificado vertebralmente su posición, y si bien es cierto que una parte de la jerarquía sigue todavía afincada en el franquismo, la verdad es que la inmensa mayoría del catolicismo hispano milita en la oposición y se ha convertido en uno de sus principales vectores.»468
Por su parte, los llamados Captaires de la Pau publicaron un panfleto, coincidiendo con la muerte del dictador, exigiendo el premio de la democracia para el pueblo mediante un «salto pacífico a la democracia»469.
Aún no había finalizado el mes de noviembre, cuando la Asamblea publicaba el primer documento crítico contra el nuevo jefe del Estado que llevaba por título «Contra el continuismo»:
«Franco ha muerto, el tirano ha desaparecido, pero no la tiranía. Esta, los herederos del franquismo intentarán perpetuarla con la maniobra continuista de Juan Carlos (…) Ciudadanos: Esta es una hora histórica, una hora trascendental. Es la hora de demostrar que nuestro pueblo es capaz de restablecer por vía pacífica la democracia y las libertades nacionales y sindicales (…) La Asamblea, declara que es posible establecer por vía pacífica un régimen democrático en Cataluña y en todos los pueblos del Estado español. El pueblo de Cataluña llama a preparar la gran movilización popular pacífica que ha de hacerlo posible, bajo la consigna de ¡POR LA CONQUISTA DE LA DEMOCRACIA!»470
La reacción internacional ante el primer discurso del rey fue positiva. Tanto fue así, que acto seguido, desde el día 25 se recibieron telegramas de adhesión junto con peticiones de amnistía, sospechándose en los medios informativos que ya existía un borrador con el decreto de indulto. Finalmente, aunque no resultó lo esperado, el día 26 de noviembre se decretó el primer indulto real, donde todas las penas de muerte fueron conmutadas, llegando la gracia a la extinción total de las condenas de hasta tres años y parcialmente las superiores.
Ante este nuevo aire de apertura, el comunicado oficial proveniente de las Cortes franquistas ponía cada cosa en su sitio, dando a entender las dificultades que se habrían de superar: «No se inicia un nuevo régimen, sino una nueva etapa bajo la Monarquía»471.
Los conflictos laborales y universitarios continuaban su curso ascendente en toda España como un síntoma inequívoco de que el cambio político no afectaba, al menos a corto plazo, a los problemas económicos del país. En Santander, una semana después de la muerte del Caudillo, cuatro mil trabajadores de la empresa General Española del Caucho, seguían encerrados472. Y, mientras tanto, la crisis del Sahara Español iba entrando en la fase terminal. En efecto, el 28 de noviembre las tropas marroquíes entraron en la ciudad de Smara precipitando la ocupación, y el 12 de diciembre ya estaban en El Aaiún. El general Gómez de Salazar, responsabilizando en cierta forma al Frente Polisario, pronunció una de sus últimas frases gloriosas: «España tiene la conciencia tranquila»473.
Después de la proclamación del rey, tanto la política oficial y de oposición aceleraron sus procesos. El 3 de diciembre Torcuato Fernández Miranda fue nombrado presidente de Las Cortes mientras la rumorología acostumbrada proponía nuevos candidatos al primer gobierno del rey. Este se decidió por la continuidad y Carlos Arias Navarro fue confirmado como jefe del gobierno. Sin embargo, antes de la publicación del nuevo gabinete, ya se anunciaba el nuevo síntoma de freno a la evolución democrática, indicando que no habría reforma administrativa. El día 12 se presentó la lista de los nuevos ministros. Estos eran: Carlos Arias Navarro (presidente); teniente general Fernando de Santiago y Díaz de Mendíbil (vicepresidente para Asuntos de la Defensa); Manuel Fraga Iribarne (vicepresidente, Interior y Gobernación); Juan Miguel Villar Mir (Economía y Hacienda); José Mª Areilza (Asuntos Exteriores); Antonio Garrigues y Díaz Cañabate (Justicia); teniente general Félix Álvarez-Arenas y Pacheco (Ejército); almirante Gabriel Pita Da Veiga (Marina); Antonio Valdés González Roldán (Obras Públicas); Carlos Robles Piquer (Educación); José Solís Ruiz (Trabajo); Carlos Pérez de Bricio (Industria); Virgilio Oñate Gil (Agricultura); teniente general Carlos Franco Iribarnegaray (Aire); Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo (Comercio); Adolfo Martín Gamero (Turismo); Francisco Lozano Vicente (Vivienda); Alfonso Osorio García (Presidencia); Rodolfo Martín Villa (Relaciones Sindicales) y Adolfo Suárez (Secretaria General del Movimiento)474.
Las primeras declaraciones del nuevo gobierno hablaban del objetivo de llegar a la libertad sin ruptura bajo el perfeccionamiento constante del sistema institucional, de la convivencia con las tendencias que aceptasen un orden democrático justo y del reconocimiento institucional de las regiones y de las autonomías locales.
La valoración del nuevo gabinete por la Asamblea no fue positiva, criticando de antemano la insuficiencia en el indulto proclamado por el rey, pese a que se abrían ciertos canales de esperanza dada la tolerancia del régimen con arbitrarias discriminaciones. Por otro lado, la pretensión de saldar la cuestión catalana, que venía respaldada por la implantación del Estatut de 1932, con un régimen especial para las cuatro provincias catalanas, daba una impresión de democracia controlada y limitada.
El 27 de diciembre de 1975, tuvo lugar la XII reunión de la CPAC. Esta, fue distinta a las demás, pues por primera vez se presentó la Asamblea al público mediante ruedas de prensa y comentarios de todo tipo en los diarios principales. Los acuerdos llegados en la reunión fueron dados a conocer a los medios de comunicación por los principales representantes de la Permanente: Jordi Carbonell, Josep Benet, Vicenç Ligüerre, Pere Portabella, Rafael Ribó y Miquel Sellarés. En líneas generales, el comunicado anunciaba el inicio del diálogo con el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC) constituido en aquellos días, e invitarlo a incorporarse como tal a la Asamblea; continuar trabajando para asumir un movimiento unitario con todas las fuerzas políticas e instancias del Estado español, especialmente del País valenciano y de las Islas Baleares; y mantener el contacto con el presidente de la Generalitat de Cataluña en el exilio, Josep Tarradellas, en la futura perspectiva de constitución de un gobierno provisional475.
La protesta y el clamor en la calle ante la nueva situación política era cada vez más intenso, exigiendo libertad y amnistía. El 28 de noviembre en una manifestación proamnistía en Madrid fueron detenidos actores famosos de la televisión de aquella época: Aurora Bautista, Juan Diego y María Luisa San José, entre otros. Al día siguiente en Barcelona, en cumplimiento del indulto limitado, 158 presos salieron de la