Название | La transición española |
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Автор произведения | Eduardo Valencia Hernán |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418411953 |
El secuestro del industrial Ignacio Zabala, protagonizado por ETA, llenaba las portadas de los periódicos nacionales mientras que en el ámbito cultural catalán el historiador y político Josep Benet publicaba «L’Esglesia i L’Estat durant la Segona República Espanyola», basado en el archivo del cardenal Vidal i Barraquer.
Una vez finalizada con éxito la I Sesión de la Asamblea de Cataluña, la Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña (CPAC), recién creada en dicha reunión, se puso en marcha elaborando un plan estratégico de nuevas localizaciones donde se efectuarían las reuniones clandestinas del secretariado y, con mayor riesgo por el tamaño de representación, la CPAC.
Cuando era pequeño el número de convocados, entre quince y veinte, las reuniones se efectuaban en el domicilio de alguno de los más dinámicos dirigentes de la organización como Pere Portabella, Agustí de Semir o Joan Reventós; por el contrario, cuando los reunidos oscilaban entre setenta y ciento noventa personas, los lugares elegidos eran de carácter religioso, excepto las parroquias, pues al ser las convocatorias en domingo, dificultaba la misa. Sin embargo, hubo excepciones como las concentraciones en las parroquias de Maria Mitjancera y San Agustín de Barcelona.
Los encargados de buscar las posibles localizaciones eran, en general, representantes de los sectores cristianos como Agustí de Semir y Francesc de Borja Aragay, exjesuita y cercano a la democracia-cristiana. De esta forma, los locales más usados en reuniones de la A.C., CPAC, y SPCAC fueron la iglesia de Cristo Rey, la iglesia de Sant Agustí Vell, la iglesia Maria Mitjancera, el convento de los Escolapios de Sabadell y la iglesia de Sant Medir. Otros centros eclesiásticos con una mayor vinculación con los movimientos democráticos, y que se habían utilizado en numerosas reuniones clandestinas, tenían el inconveniente de estar casi permanentemente controlados por la policía y, por lo tanto fueron descartados por quienes se encargaban de las cuestiones organizativas de la Asamblea, siendo las más nombradas, la iglesia de Sant Miquel i Sant Jaume de Cornellá de Llobregat, a cuyo instituto anexo (Jaime Balmes) asistí en aquellos días, y la parroquia de Sant Andreu en Barcelona.
Otros lugares que destacaron por su trascendencia histórica en la lucha antifranquista y donde tuvieron lugar trascendentales reuniones de la oposición, fueron el propio monasterio de Montserrat y el convento de Capuchinos de Sarriá, donde los responsables de las órdenes religiosas tuvieron un gran protagonismo.
Parece ser que los lugares de encuentro utilizados por la oposición y por la Asamblea fueron muy numerosos: solo en Barcelona había en torno a los cuarenta, y casi exclusivamente iglesias, conventos o colegios religiosos, hecho que ponía de manifiesto el profundo giro que la Iglesia había experimentado durante los últimos años del franquismo.
Así pues, los establecimientos que formaron parte de la historia de la Asamblea y que cabe destacar son el convento de las monjas Asuncionistas (en la actualidad Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones en Pedralbes); el convento de las monjas Filipenses en la calle Lincoln; las monjas Benedictinas de Sarriá-Ganduxer; las Madres Reparadoras de la calle Mahón (lugar elegido por la Comisión de Enlace); la iglesia de Pompeia de los Capuchinos en la Diagonal (reuniones del Secretariat); las monjas Benedictinas en la calle Anglí; el convento de las Carmelitas; el colegio de los jesuitas de la calle Caspe; las Escuelas Pías; la parroquia de San Isidro; el colegio de San Ignacio (jesuitas de Sarriá) y la iglesia de la Bonanova. Fuera de Barcelona, también hubo locales famosos por las reuniones clandestinas de la Asamblea, después de su expansión por toda Cataluña, sobre todo entre la IV y la X reunión de la CPAC. Sabemos que, en la reunión fundacional de la Asamblea, al menos estaban representadas veinte comarcas, por lo que los locales donde se reunían debían de superar esa cantidad.
La Asamblea era un organismo excesivamente amplio y muy difícil de reunir que trataba de integrar a una gran cantidad de organizaciones políticas y sociales. Su carácter era fundamentalmente representativo, pero apenas tenía capacidad operativa. Eran necesarios, por lo tanto, organismos más reducidos, que pudieran mantener contactos constantes capaces de mantener la coordinación con las asambleas comarcales y locales. Me estoy refiriendo a la Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña (CPAC) y al Secretariado Permanente de la Asamblea de Cataluña (SCPAC).
La CPAC funcionaba como una organización abierta, con una amplia representatividad, y condicionada a la íntegra aceptación de los cuatro puntos programáticos, distinguiéndose claramente en su seno los miembros, algunos de los cuales actuaban como moderadores en el secretariado, y los observadores, que asistían a las reuniones. La Comisión Permanente tenía capacidad para liderar operaciones sobre temas concretos y programar actividades relacionadas con ellas, así como tener capacidad para tomar una actitud pública, representar a la Asamblea en acontecimientos de relevancia y convocar sus propias sesiones. Por otro lado, el Secretariado de la Comisión Permanente (SCPAC) era el órgano que ejecutaba los acuerdos de la CPAC. También era un órgano abierto y representativo, condicionado a su vez por los cuatro puntos programáticos, distinguiéndose en su seno entre miembros y observadores, destacando entre los primeros un moderador y algunos coordinadores de reuniones que intentaban en lo posible convocar nuevas reuniones o adoptar actitudes públicas de urgencia.
Otros aspectos relevantes fueron los relativos a las relaciones con las fuerzas políticas u organismos de oposición del resto del país, y los contactos con otros organismos extranjeros e internacionales, con el fin de desarrollar un estado de opinión favorable a los intereses de la lucha democrática y nacional de Cataluña.
En la hoja de información interna de la propia CPAC, elaborada por su secretariado, se expresó claramente que el sentido de la comisión era la difusión del comunicado de la primera asamblea lo más amplia y abierta posible, pero con una articulación unitaria mediante la creación de vías propias. Lo que se pretendía era hacer llegar un único mensaje a la ciudadanía sin ser «manipulada» por ninguna visión unilateral de los partidos o tendencias que formaban parte de la Asamblea. Joan Josep Armet, miembro de esta, comentó que cuando Pere Portabella estaba de moderador en las reuniones, esto significaba que «Cuando salías de las reuniones y tenías que resumir los acuerdos al partido que representabas, no sabías exactamente lo que se había aprobado». Portabella cuando era presidente de la mesa del secretariado como de la Comisión, era el que tomaba notas y sintetizaba las conclusiones. Miquel Sellarés respondía del orden de palabra y turno y Vicenç Ligüerre y Salvador Corominas de recoger los contenidos. Finalmente, todo se filtraba a través de Jordi Carbonell que daba el visto bueno idiomático. Esto provocó más de una queja de una posible manipulación informativa, sobre todo por los partidos a la izquierda del PSUC280.
La primera reunión de la CPAC tuvo lugar en enero de 1972281, declarándose abierta tanto en su composición como en su forma de trabajo conforme a lo aprobado en la Asamblea. La primera valoración hacía referencia al éxito de esta, realzando su importancia para imponer la legalidad democrática, apoyando en extensión y consolidación la lucha unitaria del pueblo contra la opresión fascista. Asimismo, se valoró el fracaso, la crisis y la desorientación del régimen, reforzando así el sentido de la asamblea por su capacidad de oposición democrática.
Los acuerdos aprobados consistieron en publicar un boletín como portavoz de la CPAC; centrar la actividad en la discusión colectiva del contenido y la realización de la I Sesión de la Asamblea para facilitar la información, adhesión y la organización unitarias en torno al comunicado; estimular la elaboración de alternativas comarcales, locales, profesionales o sectoriales de diversas organizaciones de masas con base en las propias reivindicaciones formuladas con plena autonomía que ofreciesen un refuerzo de la convergencia global que representaba la asamblea; intensificar la solidaridad con todos los represaliados y por extensión, imponerla como una consecución más de la legalidad democrática y extender el nivel de lucha coordinada en continua actividad282. Este documento coincidió con la publicación el 29 de enero por la Agencia Popular Informativa (API) de un informe sobre la relación entre la CCFPC y el Partido Carlista, donde se exponía la negativa a incorporar al Congreso del Pueblo Carlista a la comisión283.
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