Amor a cambio de felicidad. Matut DrawbE

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Название Amor a cambio de felicidad
Автор произведения Matut DrawbE
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418996672



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transeúntes si conocían al joven y que si de alguna manera sabían en qué hostal pasaba la noche.

      Después de entrevistar a muchas personas como locos y la visita de cuatro hostales, dieron con el lugar indicado, sin embargo, la sorpresa fue que el joven ya no estaba. Esto entristeció a Martha, la cual salió del hostal con la pena de no haber encontrado lo que buscaba. Dejó un mensaje en el hostal con la servidumbre del lugar, recomendó sugerir al muchacho que la buscase cuando regresara a la ciudad para charlar un momento.

      Mario no llegó a la cita con su padre por la premisa de acompañar a su hermana; esto, sin duda, no era nada agradable para el padre del joven, el cual intentaba por todos los medios posibles que sus hijos se involucraran en las actividades familiares y que interactuaran más con las amistades convenientes de la familia y esto con el objetivo de fortalecer los lazos estratégicos para siempre contar con aliados importantes que facilitarían el crecimiento de su emporio familiar y que el apellido Cortez se convirtiese en un referente en la ciudad entera, quedando en la historia como la familia más influyente en la ciudad.

      En realidad, los jóvenes Cortez estaban más interesados en cumplir sus sueños, poco o nada les importaban las aspiraciones de su padre que, lejos de halagarlos con la situación, los incomodaba de tal manera que trataban siempre de evitar cada reunión, ya fuese por invitación o donde sus padres fuesen los organizadores. Eran muchachos de pocas amistades. Su manera de pensar los hacía alejarse de los jóvenes hijos de otros ricos de la ciudad, de los cuales los hermanos Cortez no tenían un buen concepto, por lo cual preferían alejarse y no involucrarse en actividades de la índole de jóvenes rebeldes sin oficio.

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      Capítulo 4

      Descontrol de celso

      Los jóvenes regresaron a casa. Antonio, el criado de confianza de la familia, fue al centro de la ciudad a buscar algunas herramientas que necesitaba; allí se encontró con don Celso que salía de la reunión agendada por el alcalde. Este estaba enamorado de Martha y Antonio lo saludó de manera amable, ya que era muy amigo de don Emanuel Cortez y frecuentaba constantemente la mansión. Don Celso no desaprovechó el momento para preguntar por su amor.

      —Antonio, cuéntame, ¿cómo está la joven Martha?, ¿se encuentra en casa? He pensado hacerle una visita esta tarde.

      Antonio era muy querido por la familia y muy eficiente en sus actividades, sin embargo, se le conocía también por no guardar muy bien los asuntos de la familia, ya que en repetidas ocasiones contaba algunos hechos íntimos de los Cortez; esto lo hacía sin malicia, era parte de su personalidad: a las interrogantes de don Celso, Antonio respondió con premura:

      —Por supuesto, don Celso, la joven Martha está en casa. Hace un momento la dejé allí, ya que vino al centro de la ciudad con el joven Mario a buscar a un muchacho que conoció ayer, y por lo que pude notar, como que existe interés de parte de la joven por el muchacho. La verdad es que es un joven muy apuesto, elegante, varonil, se ve muy refinado y bastante caballeroso, quizá eso llamó la atención de mi niña y se siente atraída por él, en fin, lo dejo, don Celso, lo veré en la mansión… que esté muy bien.

      Cuando Antonio se había alejado lo suficiente, don Celso explotó en ira y presionó muy fuerte su elegante bastón. No le gustaron para nada las palabras del criado. Don Celso volvió la vista atrás y regresó a la oficina gubernamental de donde había salido hacía unos minutos; en esta, aún se encontraba don Emanuel.

      Entró a la oficina sin anunciar, apenas abrió la puerta este comenzó con los reclamos a don Emanuel, quien en repetidas ocasiones le habría ofrecido a Martha para casarse con él, sin embargo, esta situación con la repentina aparición de Marco Martell en la vida de la guapa y codiciada joven se pondría en duda según don Celso, ya que si se le complicaba el hecho de conquistar a la hija del alcalde con el apoyo de este último, ¿qué le podría esperar si la muchacha llegase a enamorarse de alguien?

      —¿Qué se ha creído su hija? Pensé que usted tenía control de sus hijos, pero veo que solo son perspectivas vagas sin fundamento. Exijo una muestra de que yo seré el esposo de la joven Martha.

      —Por favor, bájeme el tono ofensivo de voz con el cual se está dirigiendo a mi persona, le recuerdo que no habla con cualquier ciudadano de esta ciudad, sería una pena que por una actitud carente de sentido común se perdiera tan conveniente amistad. La única prueba que puedo darle es cuando mi hija y usted estén frente a un altar, pero no se le olvide que mi hija tiene que ser feliz a toda costa, yo estaré muy cerca de su matrimonio.

      De repente la actitud de don Celso cambió y se disculpó de manera muy caballerosa y digna de un hombre de su estatus. Enseguida este pidió autorización a don Emanuel para que le permitiese visitar a Martha por la tarde y poder charlar con ella para seguir con los planes y, en todo caso, distraer a la joven en caso de que estuviese interesada en alguien más. A esta petición el alcalde respondió de manera positiva recordándole a don Celso que era bienvenido a su casa cuando él gustase.

      Pero Celso no salió tan contento de la reunión extraoficial que mantuvo con su amigo y socio en algunos negocios subrepticios. Salió con prisa de las oficinas estatales y le ordenó a su criado que buscara información de un muchacho con las características que le mencionó Antonio, el criado de los Cortez. En realidad, el criado de don Celso era un hombre muy astuto, misterioso y temido en la ciudad por su aspecto rígido, de pocos amigos, alguien callado y de una mirada aterradora. Este procedió con lo que le ordenó su patrón, el cual le pidió que fuese detallista con la información solicitada y, aparte de eso, muy cauteloso.

      Se dispuso Celso a visitar a la que sería su futura esposa según los planes, sin embargo, una vez que llegó a la mansión, mientras este era anunciado, la joven ordenó que la declararan indispuesta ya que no se sentía bien de salud, por lo tanto, no recibiría a nadie. Esto molestó aún más a Celso, tanto fue así, que se marchó de la casa sin despedirse, dando una vuelta brusca y dejando a la servidumbre con la palabra en la boca.

      Celso se dirigió a un bar en el centro de la ciudad para olvidar sus penas y el día caótico que había tenido. Pidió una copa y al mismo tiempo le solicitaba a la joven que atendía en el bar que lo acompañase. La mujer se sentó con él, ya que nadie se atrevería a rechazar tal petición.

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      Capítulo 5

      Marco y su

      semblante pirado

      Marco llegó a casa con un semblante raro, irreconocible, tanto, que de ir pensando en la escena de la plaza entró a su casa sin saludar. No se percató de la presencia de sus abuelos, los cuales se alegraron con su llegada, pero fueron ignorados por el apuesto muchacho. Se miraron ambos y, sin decir nada, hicieron un gesto preguntándose qué podría pasarle. Marco pasó a su habitación, dejó caer su maleta y llegó al pórtico que estaba traspasando su aposento. Observaba el horizonte sin reaccionar; de repente, tomó lápiz y papel y procedió a escribirle a su amigo Mateo quien vivía en la gran ciudad. En la carta escribió cada detalle de su visita a Pueblo Nuevo; la carta era tan detallada que parecía que contenía las emociones de Marco consigo. En la misma, Marco invitaba a Mateo a que lo visitase y que lo acompañase a ver a aquella hermosa joven, ya que solo de esta manera comprendería su actitud y su notable alegría. Aunque solo fue un momento de grata felicidad, él sintió que fueron años, pero de esos que no tiene cabida de otra cosa más que para la felicidad. Era como contemplar lo más hermoso sobre todo un universo lleno de misterios y una hermosura insuperable.

      La carta fue enviada ese mismo día esperando una pronta respuesta de su gran amigo. Ese día, Marco parecía de un semblante atontado y dejaba pensar por su expresión que algo maravilloso le había pasado, pero nadie de su familia o vecinos se atrevía a preguntarle al joven el porqué