Название | Ni rosa ni azul |
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Автор произведения | Olga Barroso Braojos |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788426733276 |
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1 Podéis ver un breve vídeo en el que se recoge el experimento en este enlace: https://twitter.com/BBC/status/1023237421650141184?s=20 Y en este: https://www.bbc.co.uk/programmes/b09202jz
A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE IGUALDAD
El feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas.
Ángela Davis
3.1 HABLAR DE IGUALDAD AÚN NO ES FÁCIL
Todos los seres humanos somos iguales.
Hombres y mujeres somos iguales.
Muchas personas estamos de acuerdo con estas afirmaciones y, además, consideramos que son los supuestos básicos que se deberían asumir en todas las sociedades para eliminar las injusticias contra las personas, especialmente contra los colectivos vulnerables. Por el contrario, a algunas personas estas aseveraciones les chirrían y, de alguna manera, les generan incomodidad. Ese malestar los lleva a buscar argumentos para no asumir ni cuestionar estas afirmaciones. Sin duda, hablar de igualdad entre personas de diferentes culturas, de diferentes procedencias, y hablar de igualdad entre hombres y mujeres resulta muy controvertido. Esta cuestión es objeto de discusión y da lugar a muchas opiniones contrapuestas. En este capítulo vamos a reflexionar sobre la consideración de la igualdad entre hombres y mujeres para poder esclarecer los motivos de tanto desentendimiento y la falta de acuerdo respecto a esta afirmación.
3.2 PONERNOS DE ACUERDO EN LOS TÉRMINOS PARA ENTENDERNOS
En mi opinión, la razón principal que impide que nos pongamos de acuerdo en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres es que no partimos de una definición consensuada de la palabra «igualdad». Esto es algo normal, puesto que la igualdad es una idea abstracta que guarda una gran complejidad, cuya semántica se presta a mucha confusión y, por qué no reconocerlo, a ciertas paradojas internas.
¿Cómo decir rotundamente que una persona que tiene características diferentes, incluso muy diferentes, a otra es igual que ella a pesar de estas visibles diferencias? En este apartado vamos a resolver esta paradoja.
El primer paso es entender adecuadamente la palabra y el concepto «igualdad». A su definición se le suponen tácitamente muchos significados e implicaciones, y algunos son incorrectos. Empecemos, pues, por definir correctamente el término «igualdad», por delimitar qué engloba su significado. Sin este punto de partida, no nos podremos entender. Estaremos, como en la torre de Babel, sin comprendernos porque cada uno utiliza un idioma; en este caso porque se presuponen definiciones y contenidos distintos.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define igualdad, en su primera acepción, como:
‘Conformidad (es decir, semejanza) de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad’.
De acuerdo a esta definición, podemos establecer que hombres y mujeres somos iguales porque idéntica es nuestra naturaleza, ambos somos seres humanos, y semejante es nuestra calidad, es decir, nuestro valor. No es necesario que nuestra «forma» sea la misma para ser iguales.
3.3 IGUALDAD NO ES SER IDÉNTICOS
No defendemos que hombres y mujeres somos idénticos, por supuesto que no lo somos; defendemos que somos iguales.
Si entendemos que dos cosas o dos personas son iguales solo cuando son exactamente coincidentes en todo, entonces negaremos la igualdad entre hombres y mujeres. Pero caeremos en un error, puesto que la igualdad no se refiere a ser copias exactas, sino a poseer la misma naturaleza y el mismo valor. Imaginemos dos pedacitos de cuarzo rosa. Muy probablemente presenten diferencias (uno puede ser más grande que otro, uno puede ser un poco más brillante, uno puede tener el tono rosa más acentuado), pero ambos pedacitos son cuarzo.
Hombres y mujeres no somos copias exactas, presentamos diferencias entre nosotros. Las personas africanas y las europeas no son copias exactas del prototipo «persona», presentan diferencias (meramente físicas) entre sí, pero pertenecen a la misma naturaleza, a la de los seres humanos. Hombres, mujeres, europeos, asiáticos, africanos... somos lo mismo, somos personas, somos humanos. Y es por esto por lo que podemos decir que africanos, asiáticos y europeos somos iguales, aunque presentemos diferencias en nuestro color de piel, en la forma de nuestros ojos, en la cantidad de vello corporal, en el color de nuestro pelo, etc.
Hombres y mujeres tenemos algunas características diferenciadas que básicamente se limitan al fenotipo sexual, es decir, tenemos genitales distintos y algunas características físicas diferentes: el timbre de nuestra voz, la proporción de masa muscular, la cantidad de vello, y poco más. Pero estas diferencias no nos hacen ser dos tipos de seres, no hacen que cada sexo pertenezca a una naturaleza distinta, que los individuos de un sexo sean personas y los del otro no. No, ambos pertenecemos a la naturaleza de los seres humanos, somos iguales en esto. Y, por tanto, como ambos sexos somos lo mismo, como ambos sexos somos personas, tenemos las mismas cualidades, las mismas capacidades, las mismas emociones, las mismas necesidades, las de las personas. Si a dos trocitos distintos de cuarzo, pero iguales por ser el mismo mineral, se les echa por encima un ácido o cualquier otra solución reaccionarán de la misma manera: no generarán dos tipos de repuesta, no, generarán la misma. De igual manera, si a un hombre, si a una mujer, si a un europeo o a un africano les echamos por encima la misma educación, reaccionarán de la misma manera, desarrollarán las mismas capacidades, no capacidades distintas. Desarrollarán las capacidades propias de ser personas.
Por supuesto que europeos y africanos no somos idénticos; las células de la piel