Название | Me casé con un cura |
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Автор произведения | Gabriela De Napoli |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878718187 |
Y luego de esa conversación ¿se encontraron?
—Dijimos de vernos algún día y lo concretamos cuatro meses después en la mañana de un viernes en un café.
Lo encontré bastante cambiado, con menos energía de la que yo recordaba y con poca sonrisa. Le conté sobre mis actividades, todas nuevas para él, ya que siete años atrás yo era estudiante de bellas artes. Para cuando nos reencontramos, trabajaba como docente y vivía sola en un departamento. Entre sus escasos comentarios me dijo que su padre había muerto en enero. Ese dato me hizo pensar que esa era la razón de su visible tristeza.
—¿Ahí empezaron a salir?
—No. Pasaron varios meses más. La siguiente oportunidad nos pusimos de acuerdo para ir a la pequeña capilla de Santa Ana del pueblo de Glew, en el conurbano de la Capital Federal, en la provincia de Buenos Aires.
Antes de volver a la capital me sorprendió cuando me dijo que estaba pasando por un momento complicado, que ya no ejercía el ministerio sacerdotal, y que esperaba recibir la dispensa a los votos clericales por parte del papa Juan Pablo II.
Mientras, encaraba su recuperación emocional con una terapeuta y hacía cambios en diversos aspectos, había iniciado en la universidad el estudio de psicología.
—¡Cuántas cosas juntas! ¿Cómo lo tomaste?
—¡No lo podía creer! Era algo totalmente distinto a lo que yo podría haber imaginado. Lo recibí como un golpazo y empecé a entender por qué lo veía tan deprimido.
Nos veíamos una vez cada uno o dos meses. Nuestros diálogos se centraban en lo que él estaba viviendo. Compartíamos cosas relacionadas con la Iglesia y lo religioso, al mismo tiempo que nos comunicábamos con actitud de escucha y de a poco se creó una relación de amistad. Descubrí algo de su mundo interior, percibí la profundidad con que encaraba los temas, en un estilo formal y con vocabulario preciso.
—¿Por qué decidió dejar el sacerdocio? ¿Era que no podía continuar con el celibato?
—Exacto. Al principio no se daba cuenta de que esa era la razón. Se sentía cada vez peor. Padecía sentimientos confusos, porque siempre, desde chico, estuvo profundamente convencido de tener la vocación sacerdotal pese a ello, ya no se aguantaba más, porque todo lo hacía sentirse mal. Estaba dando un paso muy grande hacia un futuro desconocido, hacia el mundo laico.
—¿Y vos, sentías algo por él?
—¡Yo sufría con él! En el escaso tiempo en que llevábamos conociéndonos, me encariñé, por decirlo de alguna manera. Su imagen seguía en mi corazón después de que nos despedíamos. Deseaba que él sintiera lo mismo, pero no percibía ninguna señal. Necesitaba esperar y ver qué ocurriría.
“Qué tranquila sería la vida sin amor…” pero “qué tranquila y qué insulsa y falta de sentido...”. Recordando esa frase y de acuerdo con ella, estaba dispuesta a seguir con entrega la aventura del amor, aunque era claro que hasta el momento no podía existir reciprocidad. De todos modos, tenía el convencimiento de que por alguna razón estaba a su lado. Lo aceptaba con alegría, y conformándome con lo que podía dar y recibir.
Era duro seguir encontrándome con Juan sabiendo que él tenía como prioridad ordenar su interior, estando desanimado. Seguía valorando su vocación, pero al mismo tiempo me confiaba su desconcierto y lo difícil que le resultaba caminar sintiéndose como desvitalizado. Comenzó a tener dificultades y planteos cuando llevaba veinticinco años como religioso y lo comunicó a sus superiores. Ellos le permitieron tomarse un tiempo para clarificar sus problemas. Ese proceso le llevó dos años y medio, en los cuales viajó a Tierra Santa y tomó un año de retiro en un monasterio.
En algún momento, me surgió la pregunta: ¿Acaso podré continuar? Y me respondí: ¡Por qué no! Lo sentí como una certeza, como una potente confirmación que me llevaba a pensar que no hay casualidades y que una fuerza superior había concebido el sentido de mi esencia.
Cuando estaba con él parecía que se detenía el reloj. No me daba cuenta de en qué momento la noche se adueñaba de la tarde. Un día, me preguntó si me gustaban los bebés y si sentía que quería ser madre. Su comentario fue crucial y me movilizó gratamente.
—¿Qué pasó? ¿Creés que él estaba enamorándose? Tal vez empezaba a proyectar un futuro, considerando que vos serías parte de su destino.
—Eso pensé y me sentí feliz. Enseguida respondí que sí, que siempre había soñado con mi maternidad. Asintió con la cabeza y una amplia sonrisa. A lo mejor Juan no había experimentado cómo se sentía esta forma de vincularse y ahora su esfuerzo personal para madurar su realidad lograba dar un paso adelante.
¡Se avizoraba un proyecto juntos y avanzábamos a la par! ¡Hablando de “nosotros”! Me parece que empezaba a intuir cómo sería nuestro camino, tomándonos de la mano hasta envejecer. Era posible que compartiéramos el deseo de tener varios hijos, de cimentar una familia creyente, con valores, con los ojos puestos en Dios. Sin embargo, había veces en que lo que sentía por él se estremecía. Yo temblaba, como si el sueño de estar juntos se cayera.
Poco a poco, hablar y comprender nuestras impresiones nos ayudaba a tener en claro en qué lugar nos hallábamos. Íbamos entendiéndonos en las expresiones y en los pequeños detalles, que son los que marcan el afecto. Pasábamos el tiempo aprovechando de los paseos y encuentros. Profundizábamos temas personales sincerándonos, era evidente que nuestro vínculo crecía.
Dicen que cada pareja es un mundo y confirmo que es así porque fuera de todo lo previsto y después de pocos meses de noviazgo, me dio un abrazo que parecía eterno, pronunció mi nombre y me propuso casamiento.
Los dos estábamos seguros de la relación. Por mi parte di el siguiente paso, hablé con mis padres y les conté que me iba a casar con Juan. Más tarde, en algún momento, él los visitó y, aunque con dificultades, conversamos.
Después de esa visita, la única decisión que faltaba era si formalizar nuestro casamiento por civil antes o después de Navidad. Las circunstancias llevaron finalmente a que se concretara en enero de 1993.
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