Los busca-vida. Rosario Orrego

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Название Los busca-vida
Автор произведения Rosario Orrego
Жанр Книги для детей: прочее
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Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9789563572889



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de varios sujetos que se muestran empecinados por hallar fortuna, en contraposición a los sujetos indígenas que aparecen como habitantes de tiempos primitivos y que, ante la modernización de sus territorios, se ven enfrentados a interactuar con los criollos, mestizos o extranjeros. Todo esto tejiendo escenas del desarrollo industrial como la descripción del ferrocarril, los barcos a vapor y el telégrafo, paisajes de pequeñas localidades y sus historias populares. Asimismo se describen algunos sucesos históricos y políticos de la presidencia de Manuel Bulnes. Son cambios en la sociedad que Orrego advierte desde su infancia, eventos que por lo demás son muy cercanos a su familia dedicada al negocio de la minería.

      II

      En general los textos narrativos de Rosario Orrego extienden su ruta mayormente entre las ciudades de Valparaíso y Copiapó. Su época se sitúa a mediados del siglo XIX, tiempos en nada apacibles. La vorágine de un país nuevo se plasma en múltiples disputas sociales y políticas. Me interesa indagar en ese contexto, porque considero que no es posible dialogar con la escritura de Orrego sin sumergirse en los hechos históricos y políticos de su tiempo. Varios de estos sucesos repercuten hasta el día de hoy en incumplimiento de derechos políticos de los pueblos, políticas racistas, extractivismo y militarización feroz de los territorios, entre otros avasallamientos y despojos contra la sociedad empobrecida y los pueblos originarios. Tal vez por ello mi lectura es una manera de visitar su siglo a través de los documentos literarios, reflexionar críticamente en torno a estos y tratar de desatar —o enredar más— los nudos que propone, como si nos enviara señas a un costado de este camino.

      El escenario de su escritura está empapado de vivencias entre el forcejeo independentista y los resabios coloniales imperiales. Hay movilizaciones en diversos territorios y la posibilidad de una patria unificada observa con ambición la zona norte como estrategia económica, táctica que va a ser difundida en el relato nacional del progreso. Al poco tiempo, este devenir sociopolítico concluye transformándose en una nueva jerarquía. Esta vez la pretensión autoritaria de la élite criolla es la que acciona desde un colonialismo interno como forma de dominación. Tal operación posibilitó la trampa del Estado a costa de los bienes comunes naturales cuya riqueza, desde entonces, se acomodó en unas pocas familias de la oligarquía. La misma clase que enarboló su proyecto nacional como parte de la modernización económica provocó un escenario de profunda desigualdad, devastando no solo territorios, sino que también empobreciendo y marginando a los pueblos originarios, los campesinos, las comunidades afrodescendientes y las capas más populares del país bajo el mandato de la modernidad y el desarrollo.

      Las acciones fundamentales de la dominación colonial criolla se ampararon en la inversión del norte global sobre los bienes comunes naturales, la exportación de materias primas en pleno desarrollo de una economía imperialista y la invitación exclusiva de inmigrantes europeos para colonizar territorios supuestamente despoblados según la Ley de Colonización, promulgada en 1845 por Bulnes. Además de incorporar la industrialización de los oficios y la llegada de nuevas tecnologías, debido al repentino incremento económico fruto de las políticas extractivistas. De esta manera, desde mediados de siglo, el despojo, la ocupación y el sometimiento comienzan a materializarse, a expandirse gradualmente hacia otras zonas del país. Primero bajo el orden de acciones jurídico-políticas, después con las ocupaciones territoriales por parte del Estado.

      Este panorama sociopolítico es el ambiente general de la escritura de Orrego. Sus textos no se desentienden de los acontecimientos que atraviesa el país; al contrario, describe lo que sucede bajo el comienzo de una joven nación. Sus obras nos revelan las principales transformaciones culturales del momento, todavía con las ansías de imaginar una independencia que libere al país del yugo colonial y con la utopía de crear valores para una nueva sociedad. Por ello, creo que es posible rastrear en su propuesta estética y literaria las bases para una toma de consciencia histórica, una invitación crítica a fundar los valores del proyecto identitario nacional, e incluso una apuesta pedagógica al modo como se acostumbraba en la literatura de la época.

      Este pulso de afectación política y su pertenencia a una clase privilegiada influyen en el posicionamiento republicano de Orrego en el espacio público. Primero, bajo el seudónimo de “Una madre”; y luego con su nombre real, como una intelectual que testimonia sobre la contingencia social y que no solo defiende la posición igualitaria que debiese tener la mujer en la sociedad, sino que realiza una férrea defensa del panorama insurgente republicano en la voz apasionada y romántica de sus personajes. Varios de ellos, de hecho, son personajes varones y mujeres que luchan y a la vez reflexionan sobre la liberación del país.

      Pero a pesar del talante político manifiesto en su literatura, hay en la novela Los Busca-vida una diferencia sustancial que me asombra, sobre todo para la época. Vuelvo entonces a esos caminantes silenciosos del desierto, esa caravana compuesta por personas del Pueblo Quechua, masticando tranquilos sus hojas de coca. ¿A qué se debe tal imagen? ¿Por qué decide ella incorporar la experiencia de poblaciones indígenas en su escritura? ¿Quiénes son los sujetos subalternos que describe y cómo los ubica en el plano narrativo?

      III

      Durante el siglo XIX se incorporan varios territorios al país, incluso aquellas provincias habitadas ya por pueblos originarios. Específicamente en el norte sucedió con Arica, Antofagasta y Tarapacá, cuyas soberanías pertenecían a Perú y Bolivia. La heterogeneidad, los diversos orígenes de estos pueblos forman un conjunto múltiple y muy diverso, aunque en aquellos años eran observados desde la chilenidad como extranjeros, campesinos, pescadores pobres o solo indios. No es sino hasta mediados del siglo XX que algunos de estos pueblos comienzan a ser llamados con sus nombres: Aymara, Likanantay, Quechua, Chango, Colla y Diaguita. Asimismo, varios de sus integrantes fueron habitantes de los “Pueblos de Indios”, quienes experimentaron de cerca la transformación e industrialización territorial, cuyas consecuencias sentaron las condiciones para que muchos se integraran al trabajo minero o a la industria salitrera. Con estos antecedentes, sabemos que las personas pertenecientes a estos pueblos no fueron consideradas por el naciente Estado-Nación como sujetos de acción social y política, y mucho menos la población afrodescendiente.

      En Los Busca-vida me causa extrañeza que no se incluya solamente a un personaje indígena, ni tampoco se describa superficialmente a un pueblo originario como ornamento del paisaje rural, como suele suceder bajo la lógica de las cuotas de representación fetichizada. Al contrario, Orrego reúne una multiplicidad de cuerpos, pueblos, lenguas; incluso con sus nombres propios. El hecho de que pueblos y personajes sean nombrados así en la novela parece significativo, sobre todo en el marco de la feble historia de representación que han tenido en la literatura y en el arte. La escritura de Orrego no está desprovista de prejuicios o fuera del dispositivo civilización/barbarie, cuestión que es parte inherente a la retórica moderna y a la matriz etnográfica que se inscribía ya en las crónicas coloniales y en la prensa, generando representaciones que avalaban una idea de progreso como bienestar para la conformación de la soberanía nacional. No obstante, en Los Busca-vida aparece la referencia directa de sus existencias, aparecen los pueblos en su heterogeneidad, en el horizonte de un siglo que no los reconocía. Así, en sus letras emerge el Pueblo Chango, por ejemplo, representado en Manuel, Lucía y sus hijos, pescadores que se encuentran en El Puerto Viejo (Caldera). Un fragmento para apreciar este aspecto:

      Lucía y Martín eran dos pobres changos de aquellas costas. No sabríamos decir dónde residían, porque en el año cambiaban muchas veces de morada en busca de pesca abundante. En estos días tendían sus redes en un espacio solitario de la rada del puerto, y habitaban entre esas bellas ensenadas de que hemos hecho tan grato recuerdo (p. 63).

      Del mismo modo, emerge el Pueblo Quechua atravesando el desierto de Atacama; y Mónica, Gala, Silo y Golileo, integrantes de una familia que habita el “Pueblo de Indios” frente a Chañarcillo. Y aunque en estos últimos no se específica su pertenencia a un pueblo determinado, se menciona al menos que Golileo, el padre de la familia, provenía de una “tribu” de Bolivia y fue adoptado como parte de la comunidad indígena del valle.

      Más allá de la idealización romántica o el designio moral que la novela le atribuye a los actos de los personajes indígenas, más allá de sus características heroícas, ellos no aparecen como mera escenografía