De uno a cuatro. Paulien Bom

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Название De uno a cuatro
Автор произведения Paulien Bom
Жанр Учебная литература
Серия Colección Vivir con niños
Издательство Учебная литература
Год выпуска 0
isbn 9788412029390



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DESARROLLO SOCIOEMOCIONAL

      La base del desarrollo socio-emocional es la vida afectiva.

      La característica más importante de los sentimientos es que siempre oscilan entre dos polos, agradable o desagradable, alegre o triste, bonito o feo. Cada sentimiento se encuentra en algún lugar de la escala entre esos extremos de simpatía y antipatía, y va acoplado siempre a experiencias elementales de gana y desgana, atracción y aversión. En el caso de los niños pequeños, todo gira principalmente alrededor del bienestar o malestar corporales. Durante los años de educación infantil esos sentimientos se disocian un poco del propio cuerpo y entran en una relación recíproca con el entorno.

      Las fases, una a una

      * Si observamos el desarrollo socio- emocional de los niños pequeños, podemos percibir un punto de inflexión alrededor del momento en el que empiezan a emplear el pronombre “yo” para hablar de sí mismos, es decir, entre los dos años y medio y los tres años.

      * Antes de esa fase en la que dice “Yo”, el niño pequeño se siente uno e idéntico con el mundo, unido a él en toda su diversidad. Vive de forma inmediata todas las alegrías de su alrededor, pero también todas las tristezas, y reacciona de acuerdo con ellas. Esta alternancia de sentimientos es algo muy típico en los niños pequeños. Para hacer reír a un niño que llora, a menudo basta con un poco de humor o alguna distracción.

      * El primer paso en el camino hacia el autoconocimiento es, como hemos dicho, cuando el niño comienza a llamarse a sí mismo “Yo”. Ya no siente ser uno con el mundo, sino que ahora empieza a percibirse como “Yo” frente al mundo y a las otras personas. Ese es para él un sentimiento totalmente desconocido. Al decir “No” a todo, despierta de nuevo en sí mismo esa sensación de ser diferente hasta que esta permanece presente en él —aunque ya sin la necesidad de decir “No”—. Con ello termina la llamada fase de oposición.

      En la siguiente fase, que empieza aproximadamente alrededor del tercer año, el “Sí” y el “No” coexisten con el mismo valor. Los niños se hacen más cooperativos y adquieren cierto sentido de lo que son las reglas. Cuando empiezan a ir a la escuela infantil ya son tan autónomos que pueden afirmarse dentro de un grupo, y sienten entonces la necesidad de jugar con otros niños.

      — EL TERCER AÑO Y LA AÑORANZA DE LA TOTALIDAD PERDIDA —

      Todos los niños poseen una gran fuerza en sí mismos, a menudo también efectiva en lo social: la añoranza de que el mundo que les rodea sea “feliz y seguro”. Si un objeto está roto, hay que arreglarlo, si falta uno de los miembros de la familia en la mesa, hay que ir a buscarlo. Hay que intervenir en las disputas y hay que consolar a quienes están preocupados. Sin embargo, durante la fase del “No”, a veces tenemos la sensación de que esa fuerza es ahogada por otra que todos los niños llevan igualmente consigo: el impulso de inspeccionarlo todo y de romperlo, de experimentar y de sobrepasar los límites marcados por los padres. Justamente durante esa fase los padres no deben perder de vista la otra faceta del niño, la positiva, y estimularla.

      En un entorno familiar donde prevalezca la capacidad de escuchar y el respeto hacia las otras personas, y donde se traten con cuidado las cosas dentro y alrededor de la casa, la fuerza social de los niños se cuida de una manera natural. Después de todo, para el desarrollo de las capacidades sociales y de una vida emocional sana, es importante que el niño aprenda a asimilar los problemas, las contrariedades y las decepciones de la vida diaria. Eso incluye: esperar y compartir con los demás, saber manejar los celos y enfrentarse a las cosas que no salen bien.

      illustration ALGUNOS CONSEJOS PARA PADRES Y EDUCADORES illustration

      ¿De qué modo puede fomentar la educación el desarrollo socioemocional de los niños?

      * Con “el calor del hogar” o “el calor del nido” se consigue el requisito más importante: los niños se sienten protegidos, exploran con curiosidad su entorno y construyen poco a poco su autoconfianza frente a los eventuales obstáculos.

      * Igualmente, el modelo o ejemplo que usted mismo les está ofreciendo juega aquí un papel significativo. Los niños reaccionan fuertemente frente a la atmósfera y estados de ánimo de su alrededor. Si está usted convencido de lo que está haciendo y lo hace con ganas, entonces está reforzando el sentimiento afirmativo de su hijo. Otra gran ayuda es arreglar la vivienda de modo que el niño pueda jugar tanto como quiera, sin tener que oír constantemente un “¡No!” por parte de los adultos.

      * Para aprender a enfrentarse a los obstáculos y a las frustraciones, los niños necesitan el ejemplo de los padres. Si su hijo experimenta que usted reacciona con serenidad frente a una situación difícil, su efecto sobre él será muy distinto a si se pone usted colérico o, por el contrario, aparta hacia un lado los problemas porque le resultan molestos. Intente valorarse a sí mismo y la situación de forma correcta. Si consigue transformar las dificultades y las frustraciones en oportunidades plenas de sentido, logrará un efecto positivo sobre la vida emocional del niño, que será más rica y variada. Una vida emocional equilibrada supone una base firme para la vida futura y para afrontar lo que le pueda llegar, puesto que los sentimientos juegan un papel central en esos procesos.

      * Además de un entorno cordial y cariñoso, y del buen ejemplo, es importante que usted escuche atentamente al niño y trate de averiguar lo que ocurre en su interior o de qué tiene miedo. Si expresa con palabras el problema, ya ha dado el primer paso para su solución y la de sus miedos.

      * Una “mano firme” en la educación tiene efectos positivos sobre el desarrollo de las aptitudes sociales. Sin embargo, un régimen demasiado estricto hace que los niños se adapten demasiado a las exigencias de los padres y se conviertan en demasiado obedientes. De ese modo, evitarán poner en juego el amor de las personas que les rodean, pero, a lo mejor, lo que ponen entonces en juego es su saludable amor propio.

      * Por otro lado, la escasez de dirección o de guía tampoco favorece a los niños, puesto que estos se acostumbran a hacer solo lo que les apetece. Se vuelven miedosos, porque echan de menos la guía plena de sentido de un buen educador. Si los padres consiguen encontrar un camino intermedio entre estos dos extremos, su hijo será capaz de seguir las reglas sociales y podrá desarrollar la conciencia de lo que está bien y mal en base a su propio sentido de la responsabilidad.

      * Del mismo modo, a lo largo de las siguientes fases es importante que exista una autoridad sana. Si queremos que los niños desarrollen aptitudes sociales, deben aprender a obedecer, y en caso de que algo no les guste, deberán acostumbrarse a dominarse a sí mismos. Un niño con un lazo interior de unión con sus padres tenderá más a obedecer, y aprenderá a dominarse mejor que otro que tenga trastornada la relación con ellos. Si la relación es buena, esa obediencia no convertirá en absoluto a los niños en acoquinados o cobardes, por el contrario, se atreverán a plantar cara a sus padres, y ello les ofrecerá la posibilidad de conocerse a fondo a sí mismos.

      Mi hijo tiene miedo: ¿qué puedo hacer?

      UN SENTIMIENTO QUE TODOS LOS NIÑOS CONOCEN ES EL MIEDO. APARECE POR PRIMERA VEZ ALREDEDOR DEL PRIMER AÑO, EN FORMA DE MIEDO A LA SEPARACIÓN Y RESERVA FRENTE A PERSONAS EXTRAÑAS.

      La intensidad de esos sentimientos es muy distinta en cada niño. En cualquier caso, esos sentimientos indican un cambio de conciencia. Los “no educadores” son reconocidos como personas ajenas y, como tales, rechazados. Durante este período los niños tienen gran necesidad de protección del entorno que les resulta familiar. De esa forma es posible entrever parte de la unión íntima tan especial que existe entre los niños y las personas que cuidan de ellos. Cuanto más profundamente puedan unirse los niños a alguien, más fuertemente se sentirán protegidos en su vida posterior y los futuros sentimientos de miedo que afectan a casi todos los niños, también a los mayores, no adquirirán formas extremas.

      El surgimiento del miedo también se halla influido por el desarrollo de la fantasía.