¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles

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Название ¡No valga la redundancia!
Автор произведения Juan Domingo Argüelles
Жанр Учебная литература
Серия Studio
Издательство Учебная литература
Год выпуска 0
isbn 9786075572475



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variación de persona, número, tiempo, modo y aspecto, como “disparatar” y “desbarrar”: yo disparato, tú disparatas, él disparata, nosotros disparatamos, ustedes disparatan, ellos disparatan; yo desbarré, tú desbarraste, él desbarró, nosotros desbarramos, ustedes desbarraron, ellos desbarraron.

      verbo auxiliar. El que se usa para formar los tiempos de otros verbos, como “ser”, “estar” y “haber”. Ejemplos: “Estar disparatando todo el tiempo”, “Haber desbarrado ayer”.

      verbo impersonal. El que se emplea generalmente en tercera persona del singular de todos los tiempos y modos, simples y compuestos, y en infinitivo y gerundio, sin referencia ninguna a sujeto léxico elíptico o expreso. Ejemplo: “Había muchos disparates en su texto”.

      verbo intransitivo. El que se construye sin complemento directo y cuya acción realizada por el sujeto no recae sobre un objeto o persona, como “nacer”, “morir”, “correr”, “ir”, “yacer”. Ejemplo: “Ese camino va hasta el pueblo”.

      verbo irregular. El que sufre variaciones en la raíz, en las terminaciones o en ambas, como “acertar”, “coger” y “contar”. Ejemplos: “Yo acierto, ellos acertaron”; “yo cojo, ellos cogieron”; “yo cuento, ustedes contaron”.

      verbo pronominal. Aquel en el que el infinitivo termina con el pronombre reflexivo “se”, como “amarse”, “equivocarse”, “peinarse”. Ejemplo: “Se equivocó y, después, volvió a equivocarse”.

      verbo reflexivo. Aquel en el que la acción del sujeto recae sobre él mismo, y en su conjugación se incluye al menos, invariablemente, un pronombre reflexivo (me, te, se, lo, los, la, las, le, les, nos). Ejemplo: “Se tornó (o tornose) cada vez más huraño”.

      verbo regular. Aquel en el que la raíz permanece invariable y toma las terminaciones de los verbos modelo. Ejemplo: Yo canto, tú cantas, él canta, nosotros cantamos, ustedes cantan, ellos cantan.

      verbo transitivo. El que se construye con complemento directo y cuya acción realizada por el sujeto recae sobre otra persona o cosa, como “amar”, “decir”, “leer”, “escribir”, “cantar”. Ejemplos: “Jorge leyó un libro horrible”, “Agustín Lara componía y cantaba boleros”, “Rosy ama a sus hijos”.

      zarandaja. SUSTANTIVO FEMENINO COLOQUIAL. Cosa menuda, sin valor, o de importancia muy secundaria.

      zoquete. SUSTANTIVO MASCULINO COLOQUIAL. Persona tarda en comprender.

      SIGLAS Y DENOMINACIONES ABREVIADAS DE OBRAS E INSTITUCIONES

      AML. Academia Mexicana de la Lengua.

      Clave. Clave. Diccionario de uso del español actual.

      DBM. Diccionario breve de mexicanismos.

      DEUM. Diccionario del español usual en México, de El Colegio de México.

      DGA. Diccionario general de americanismos.

      DM. Diccionario de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua.

      DRAE. Diccionario [de la lengua española], de la Real Academia Española. (También “diccionario académico”.)

      DUE. Diccionario de uso del español, de María Moliner.

      Panhispánico. Diccionario panhispánico de dudas.

      RAE. Real Academia Española.

      A

      1. abajo, ¿abajo del subsuelo?, bajo, ¿bajo el subsuelo?, debajo, ¿debajo del subsuelo?, subsuelo

      Muchas personas ignoran que el prefijo “sub-” (del latín sub-) significa, en su primera acepción, “bajo” o “debajo de”, como en los adjetivos o sustantivos “subcostal” (“que está debajo de las costillas”), “submarino” (“que está o se efectúa debajo de la superficie del mar”) y “subsuelo” (“que está debajo del suelo” o “debajo de la superficie terrestre”), entre otros muchos. Esta ignorancia lleva a las expresiones redundantes “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo”, que es como decir, barbáricamente, “debajo del suelo de abajo”. Y hasta conduce a una gracejada: ¿Qué hay debajo del subsuelo? ¡Pues más subsuelo, compadre! Veamos por qué. El sustantivo masculino “subsuelo” tiene las siguientes acepciones en el diccionario académico: “Terreno que está debajo de la capa labrantía o laborable o, en general, debajo de una capa de tierra” y “parte profunda del terreno a la cual no llegan los aprovechamientos superficiales de los predios y en donde las leyes consideran estatuido el dominio público, facultando a la autoridad gubernamental para otorgar concesiones mineras”. María Moliner coincide con ambas acepciones en el DUE, en tanto que, en el Clave, diccionario de uso del español actual, sus redactores prefieren la sencillez y precisión y definen el sustantivo “subsuelo” como la “capa del terreno que está debajo de una capa de la superficie terrestre”, y nos dan un ejemplo: El subsuelo de esta región es rico en carbón. También hay subsuelos ricos en petróleo, metales, piedras preciosas, etcétera. Sabemos que el adjetivo “bajo” (también “debajo”), del latín bassus, significa “dicho de una cosa: que está en lugar inferior respecto de otras de la misma especie o naturaleza” (DRAE). Queda claro, entonces, que el “subsuelo” ocupa un lugar inferior (por debajo, como lo indica el prefijo “sub-”) en relación con el “suelo” (del latín solum), sustantivo masculino cuyo significado es “superficie terrestre”. Ejemplo: El trigo se desarrolla muy bien en suelos arcillosos. Lo que está debajo del “suelo”, esto es, de la superficie terrestre, es el “subsuelo” que, con el prefijo “sub-” ya indica, de manera explícita, esa característica de inferioridad. Por ello las expresiones “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo” son redundantes, siendo lo correcto “en el subsuelo”. Se puede argumentar que ciertas capas de la esfera terrestre son, por supuesto, más profundas que otras luego de la “corteza” (los “mantos” superiores e inferiores, la “zona de transición” y los “núcleos”), pero si para ellas tenemos denominaciones técnicas o científicas, basta con mencionarlas y punto, pues todas forman parte del “subsuelo”. Para efectos incluso técnicos, en términos geológicos, la “corteza terrestre” es la “capa sólida externa de la Tierra” (DRAE), y debajo de la “corteza terrestre” está el “subsuelo”. Prácticamente, todas las veces que alguien utiliza las expresiones “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo” no se refiere al núcleo de la esfera terrestre, sino simplemente a la capa o las capas que, debajo de la “corteza terrestre” no constituyen otra cosa más que el “subsuelo”. Por ello, insistimos y concluimos, tendrían que decir y escribir, con corrección, sin redundancia, “en el subsuelo” y punto.

      Son redundancias del ámbito culto y científico, pero se han extendido a todas las capas del idioma. En el diario español ABC (no nos extraña que sea español) leemos el siguiente titular:

       “¿Qué se oculta bajo el subsuelo londinense?”.

      Lo correcto, sin redundancia, ya lo sabemos, es:

       ¿Qué se oculta en el subsuelo londinense?

       He aquí otros ejemplos de estas redundancias que obedecen a la ignorancia del significado del prefijo “sub-”: “La cantidad de vida bajo el subsuelo de la Tierra es de 245 a 385 veces mayor que la cantidad de humanos”, “la mayor reserva de oro del mundo, bajo el subsuelo de Manhattan”, “las historias secretas escondidas bajo el subsuelo”, “científicos miden bajo el subsuelo la rotación de la Tierra”, “¿qué se esconde bajo el subsuelo de Madrid” (una gran mina de redundancias), “secretos y curiosidades bajo el subsuelo”, “actualmente, el monumento ha quedado bajo el subsuelo”, “un anciano sordomudo vive debajo del subsuelo del mercado” (no; el pobre hombre vive en el subsuelo del