también están protegidos y regulados así mismo (sic) en todos los idiomas de la Unión. En cada país hay costumbre de usar uno u otro término. Por ejemplo, en España está más extendido el uso de ecológico, en Portugal y Francia se usa más el término biológico (en francés biologique), mientras que en el Reino Unido se utiliza más orgánico (organic en inglés). Los productores de alimentos ecológicos están obligados a usar únicamente ciertos agroquímicos autorizados y no se pueden utilizar para su producción semillas o plantas transgénicas. Los cultivos ecológicos son fertilizados habitualmente con compost, polvos minerales y otras sustancias de origen ecológico”. Bárbara redacción, pero tal es la forma de explicar en qué consiste esto. Entre los adjetivos “ecológico”, “biológico” y “orgánico” para acompañar al sustantivo “alimento”, el único que no resulta redundante es el primero: “alimento ecológico”, pues tanto “biológico” como “orgánico” son inherentes a “alimento”, es decir, a la vida y a los seres vivos. Quiere esto decir que no hay alimento que no sea ni biológico ni orgánico; todo alimento lo es, pues el sustantivo “alimento” (del latín alimentum), como lo hemos visto, tiene dos acepciones principales: “Conjunto de sustancias que los seres vivos comen o beben para subsistir” y “cada una de las sustancias que un ser vivo toma o recibe para su nutrición” (DRAE). Ejemplo: El pescado es un alimento rico en proteínas. En cuanto al adjetivo “biológico” (“perteneciente o relativo a la biología”), aunque en una acepción secundaria signifique “natural o que implica respeto al medio ambiente al evitar el uso de productos químicos” (DRAE), esta expresión bien podría definir lo “ecológico”, que en la tercera acepción del DRAE significa lo siguiente: “Realizado u obtenido sin emplear compuestos químicos que dañen el medio ambiente”. Ejemplos del diccionario académico: Agricultura ecológica; Tomates ecológicos. Obviamente, no toda la agricultura es ecológica, pero sí todos los tomates son “orgánicos” y “biológicos”, a menos, por supuesto, que sean de piedra o de vidrio, y ya no pertenecerían a la agricultura, sino al arte o a la artesanía. De cualquier forma, al menos el adjetivo “biológico” posee una acepción específica que se aplica a lo “natural”, a lo que “evita el uso de productos químicos”. Pero el adjetivo “orgánico”, calco del inglés organic para referirse al alimento “ecológico” o “biológico”, es una absoluta tontería. Difícilmente saldrá ya de nuestro idioma, por su carácter político y económico (es un negocio multimillonario dirigido a un sector privilegiado económicamente: ¡los pobres no tienen poder adquisitivo para estos alimentos!), pero si queremos reivindicar la lógica y dignificar la lengua digamos y escribamos “alimento ecológico”, y hasta “alimento biológico” en última instancia, pero no la absurda redundancia “alimento orgánico”, pues no hay alimento que no sea orgánico.
Este disparate tiene un amplio respaldo político y económico. Surgió en el ámbito culto del idioma y de las empresas de nicho para las élites, y tiene el aval de gobiernos, organismos internacionales, universidades y otras instituciones. El periodismo se ha encargado de ampliar su difusión. En la misma página de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, del Gobierno de México, leemos lo siguiente:
“En México más de 169 mil productores se dedican a la producción agrícola de alimentos orgánicos”.
Con corrección lingüística, con lógica, sin redundancias y sin esa horrible sintaxis, dicha secretaría mexicana debió informar que
en México más de 169 000 empresas agrícolas se dedican a la producción de alimentos ecológicos.
Si los mismos gobiernos utilizan este disparate, y lo hacen oficial, el socavamiento de la lógica y del idioma parece irreversible. He aquí otros pocos ejemplos de los millones con los que se atropella la lengua en instituciones públicas y empresas privadas, en el periodismo impreso y en internet: “Productos orgánicos mexicanos”, “7 cosas que no sabías de los productos orgánicos”, “las mejores tiendas de productos orgánicos”, “productos orgánicos, calidad e inocuidad”, “¿vale la pena comprar productos orgánicos?”, “10 razones por las que los alimentos orgánicos son mejores para ti”, “alimentos orgánicos: lo que usted necesita saber”, “obsesión por alimentos orgánicos, un negocio multimillonario”, “conoce los beneficios de los alimentos orgánicos”, “alimentos orgánicos con gran potencial”, “emprenda con alimentos orgánicos”, “¿qué es la agricultura orgánica?”, “la agricultura orgánica en el mundo”, “la agricultura orgánica produce lo suficiente y es más sostenible”, “principales ventajas de la agricultura orgánica”, “Centro Nacional Especializado de Agricultura Orgánica”, “9 ventajas asombrosas de la comida orgánica”, “comida orgánica para bebés”, “beneficios de la comida orgánica”, “¿por qué es importante la comida orgánica?”, “cultivo de vegetales orgánicos”, “vegetales orgánicos y frescos”, “los beneficios de los tomates orgánicos”, “los tomates orgánicos son más pequeños, sabrosos y nutritivos”, “tomates orgánicos, listos para ganar el mercado”, “ensalada de pulpo con tomates orgánicos”, etcétera.
Google: 2 850 000 resultados de “productos orgánicos”; 1 860 000 de “alimentos orgánicos”; 678 000 de “agricultura orgánica”; 355 000 de “comida orgánica”; 244 000 de “producto orgánico”; 218 000 de “vegetales orgánicos”; 163 000 de “alimento orgánico”; 56 000 de “tomates orgánicos”.
Google: 3 600 000 resultados de “productos ecológicos”; 2 530 000 de “agricultura ecológica”; 713 000 de “agricultura biológica”; 629 000 de “productos biológicos”; 602 000 de “alimentos ecológicos”; 101 000 de “alimentos biológicos”; 32 000 de “tomates ecológicos”; 20 500 de “vegetales ecológicos”.
13. ambas, ambos, ¿ambos dos?, ¿ambos tres?, ¿ambos cuatro?, entrambos
En el Diccionario de uso del español María Moliner define el término “ambos”, “ambas” (del latín ambo) como adjetivo y pronombre, en plural, que “se aplica a dos cosas consabidas”. Y ofrece un par de ejemplos: Soy amigo de ambos hermanos; Ambos me interesan. En el DRAE se especifican las formas adjetiva y pronominal. Como adjetivo indefinido plural, “ambos” significa “uno y otro”, “usado con sustantivos contables en plural referido a un sintagma nominal mencionado o sobrentendido”. Ejemplo: Le gustaron ambos textos. Como pronombre indefinido masculino y femenino plural, “ambos”, “ambas”, significa “el uno y el otro, o los dos” e igualmente se usa “referido a un sintagma nominal mencionado o sobrentendido”. Ejemplo: Leyó dos libros de ese escritor y le gustaron ambos. Tanto el DUE como el DRAE mencionan la locución adjetival y pronominal “ambos a dos”, ya prácticamente en desuso, que significa, literalmente, “uno y otro”. El DUE, aunque no el DRAE, dirige al lector al adjetivo y pronombre indefinido plural “entrambos” (del latín inter ambos), otra forma de decir “ambos”, ya también casi en desuso. Al respecto, en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Manuel Seco señala lo siguiente: “Puede presentarse en la forma ambos a dos, puramente literaria, de la que son variantes erróneas ambos dos (Vamos a explicar ambas dos interrogantes fundamentales, J. L. Cebrián, El País, 14.2.1982, 1) y ambos dos a dos. En cuanto a la variante ambos tres, oída por la radio (Ambos tres se dirigieron, Radio Madrid, 7.4.1983, 7 h), no es preciso ningún comentario”. En el Diccionario panhispánico de dudas se asegura, a propósito de “ambos a dos”, que “esta locución, sinónima de ambos, era muy frecuente en el español medieval y clásico, más con preposición (ambos a dos) que sin ella (ambos