Esquematismo. Joan Costa

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Название Esquematismo
Автор произведения Joan Costa
Жанр Документальная литература
Серия Colección Joan Costa / Experimenta
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788418049231



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predominio ocular, sino que éste es propio de los primates. Pero desde un punto de vista general, reconocemos la significación preponderante de los estímulos visuales y de las vías ópticas en el progreso psíquico. Son también estos estímulos los que permiten probablemente el paso más rápido que va del automatismo psicológico al tipo de reacción consciente que se adelanta al estímulo por un instinto de previsión, es decir, el descubrimiento en el entorno próximo, de un excitante que todavía está latente, inactivo. La proyección visual es la sensación más adecuada para servir a tales exigencias de orientación. La acción humana es acción guiada por los ojos.

      La filogenia ha abierto el camino del hombre a través de su cerebro óptico. A él debemos lo que somos. Nuestro característico cerebro posee, por medio del proceso de su construcción progresiva, la estructura de la función visual. De él somos deudores de lo específico de nuestra mentalidad, de la imaginación y del conocimiento.

      Parece una cosa natural que el mundo que nos rodea habría de tener el mismo aspecto para todos los seres vivos que lo habitamos. Esto es absolutamente falso. En efecto, no es fácil para nosotros ponernos en el lugar de un animal para saber cuál es su universo sensible. Pero sin embargo, podemos obtener una buena aproximación observando atentamente su comportamiento al someterlo a un análisis fisiológico detallado, lo que hoy es la base de la biónica.

      Para un insecto como la hormiga, el universo es muy limitado: son los surcos que enlazan su hormiguero con las fuentes de su alimentación. En estos surcos hay un movimiento incesante de hormigas que van y vienen. Se las ve de vez en cuando palpar el suelo y, en cierto modo, chuparlo. Ello se debe a que la hormiga no ve prácticamente nada, lo que no es en absoluto sorprendente, ¿para qué le servirían los ojos en su hábitat, en la oscuridad absoluta de las galerías de un hormiguero? Ha sido necesario que la naturaleza encuentre otra solución que sea independiente del día y de la noche. Esta solución consiste en el olor. Los surcos recorridos por las hormigas son para ellas una especie de bandas olorosas, y es por esta razón que las huelen y las palpan para seguirlas. Es muy difícil para nosotros imaginar lo que puede ser un universo de olores, pues nuestro olfato está muy poco desarrollado. En realidad nos servimos de él para muy poca cosa comparado con la utilidad que nos presta la visión.

      Uno de nuestros animales familiares, el perro, se mueve también en un universo de olores. Del mismo modo que nosotros reconocemos a nuestros amigos por los rasgos de sus rostros, un perro reconoce a sus amos entre una auténtica mezcla de olores. Pero esta mezcla es tan matizada como pueden serlo los rasgos de una cara para nosotros. El perro que corretea olfateando con su nariz ve bastante mal, justo lo que necesita para caminar a ras del suelo. Además, no distingue los colores (entre los mamíferos, casi no son más que el hombre y los monos los que gozan de este privilegio). El universo visual del perro es incoloro, y por tanto, es secundario en relación con su universo de olores.

      Las abejas que revolotean por todas partes libando en las flores, viven también en un universo visual. Lo que necesitan se limita simplemente a saber localizar a gran distancia las flores donde encontrar el néctar y el polen. El universo visual de la abeja no tiene, pues, nada en común ni con el de las ranas ni con el de los hombres. Para este insecto, su universo sensorial son las flores, pero éstas no son vistas a través de un ojo compuesto, sensible a la polarización de la luz. Quien dice flores, dice colores. La abeja ve, en efecto, los colores, pero no como nosotros. Su ojo no aprecia el color rojo, pero por el contrario es muy sensible a la radiación ultravioleta, invisible para nosotros. El análisis de las preferencias naturales de las abejas ha demostrado que se dirigen más bien hacia las estructuras radiales o granulares. ¿No es esto lo característico de las estructuras florales? La abeja no ve ni las flores que están brotando ni las marchitas: unas y otras le son absolutamente inútiles. Pero en cambio, las flores totalmente abiertas se le aparecen de forma llamativa, las estructuras radiales son acusadas por los fenómenos de la luz polarizada y el núcleo flamea bajo la luz solar ultravioleta.

      Además del universo visual de las formas, el movimiento y los colores, ¿existen otras posibilidades de subdivisión sensitiva del mundo exterior? Pues sí, ya que la variedad de los sentidos es casi infinita. Por ejemplo, los murciélagos que revolotean persiguiendo a los mosquitos y mariposas nocturnas, se mueven en un universo de gritos agudos, pero demasiado agudos para que nosotros los podamos oír. Pero es inútil proseguir más lejos. Está bien claro que cualquier pequeño rincón del campo de percepción puede ser objeto de múltiples subdivisiones sensitivas totalmente diferentes. La causa es que los sentidos facilitan a cada uno las informaciones específicas que precisa para vivir, y por consiguiente, hay tantos universos de sentidos como especies vivas sobre la tierra. Cuanto más evolucionada es una forma de vida, más variadas son sus necesidades vitales y más desarrollados tienen que estar sus sentidos.