Bell: La vida es puro cuento. P. S. Brandon

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Название Bell: La vida es puro cuento
Автор произведения P. S. Brandon
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9781953540119



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      El escritor sabe que cualquier cosa que escriba puede ser leída por cualquier persona. Así que expresa toda clase de sentimientos, tal vez unos verdaderos y unos cuantos falsos, que piensa que serían del agrado de sus lectores. Pues el escritor es la fuerza más poderosa que jamás ha existido, a la hora de fabricar historias y personajes en situaciones que solo los mentirosos e hipócritas de la sociedad pueden decir que han experimentado en carne propia, aunque también hay personas buenas que las vivieron y prefirieron callar esa gran historia.

      Capítulo I

      El proyecto de los cuentos eróticos

      ¿Cómo empezar? Esa fue la pregunta que me hice todo ese cuatrimestre. ¿De dónde diablos voy a sacar una gran historia? ¿Cómo empezar a escribir una si todo ya está escrito? ¡Todo lo que pasa en mi ciudad no es importante ni interesante! Y mi vida no es tan relevante.

      Siempre le respondía a mi maestro cuando me pedía avances del escrito del proyecto final: un libro. Yo entré a la carrera de Ciencias de la Comunicación porque quería ser escritor, porque soy un chico que cree que todo es una buena historia, pero no, la vida no es así. Incluso mi propia historia de vida, no creo que sea muy interesante.

      Mi profesor me pidió que inventara un personaje, para poder entregarle algo al terminar el día y le escribí una autobiografía de mi personaje:

      Mi nombre es Ferdinand Martínez Bell, pero todos me dicen Bell o “Rojo”, puesto que acostumbro a vestir ropa roja.

      Nací en la ciudad de Santander, España, la ciudad de mi padre, donde su familia tiene un negocio de comercio de pesca de mariscos y es reconocido por la venta de sardinas y camarones.

      Mi madre es de ascendencia inglesa, un ancestro de ella fue un miembro de la corte real: fue Conde de no sé qué.

      Cuando yo era niño, mi familia dejó España y nos mudamos a Guadalajara, en México, donde mi madre tenía familia.

      Rehicimos nuestra vida en Guadalajara. Mis padres compraron una casa gigante con seis recámaras para solamente mi padre, mi madre, mi hermana y mis dos perros.

      Mi familia siempre me inculcó el gusto por la lectura, ya que desde pequeño me leían los cuentos de Andersen y los hermanos Grimm – la versión para niños, desde luego– y yo siempre me imaginaba mi vida como una de esas historias.

      A los diez años, le pedí a mi padre que me ayudara a hacer un pequeño cuarto de lectura, y acondicionamos un pequeño estudio, similar a una biblioteca, donde pudiera llevar acabo mis tareas, poder ensayar mis obras, leer, ver televisión: ser yo mismo. Conforme crecí, también esa sala se volvió el lugar donde descubrí la pornografía y buscaba experiencias sexuales después de leer al Marqués de Sade. Incluso pasaba más tiempo ahí que en mi propia habitación.

      En el ambiente en el que me desarrollé, descubrí que también tenía la habilidad para escribir libretos y cuentos.

      Mi meta era escribir varios libros de historias fantásticas, eróticas y unas cuantas historias terroríficas (porque no todo en la vida es sexo).

      Con esa información, el profesor me pidió que trabajara más, que usara los detalles para poder crear una gran historia. Teniendo la información de que me gustaba el erotismo, me retó a escribir cuentos eróticos.

      Estos cuentos que vas a leer los escribí como un trabajo para la universidad. A mi profesor de redacción, Sergio Luis Patiño, le gustaron mucho, espero que a ti como lector también te gusten pues, al igual que los otros cuentos, tienen como función entretener a la gente. Estaré acompañándote en la lectura con estas notas y dedicatorias. Espero que no te moleste. También he puesto unos microcuentos que complementan la historia.

      Asimismo, conforme avances en la lectura de esta recopilación, al igual que mi profesor, te darás cuenta de que está escondida una gran historia.

      Esta primera historia es sobre mi mejor amigo de la universidad, un chico blanco como la nieve y buenmozo, incluso más que yo: Dylan; pero a mí me gusta decirle Snow. Él suele decirme Rojo en ocasiones, ya que siempre uso una prenda de ropa color rojo.

      Es un chico que es abiertamente homosexual. La mejor persona con la que he convivido. Al estar con él, me siento obligado a verme bien. Aún recuerdo cuando me dijo: “Es mejor verse bien que hacer el bien”, ya que él es el chico con más estilo del mundo.

      Cuando íbamos en el primer año de la universidad, empezamos a trabajar en un periódico para ganar experiencia y, durante esos meses, le ocurrió una situación muy peculiar. Snow era muy reservado, mientras que yo solía ser muy abierto con él. Poco habla de sus cosas íntimas, pero, cuando me contó esta situación, me dio justo la inspiración que necesitaba para comenzar a escribir estas historias.

      A mi buen amigo: A veces, la persona perfecta no es la indicada.

      El chico perfecto de la estación

      Eran las siete y estaba terminando de guardar los archivos en los que trabajé. Tocaron a mi puerta. Era Bell, mi mejor amigo y roommate.

      –Dale, loco, que ya es tarde –dijo, con un muy marcado acento español, el cual usaba para molestarme.

      –Déjame guardar mis cosas. Adelántate. Nos vemos en la recepción –dije, y se fue.

      Tardé tres minutos más en salir y Bell aún caminaba por el largo pasillo que llevaba a la recepción, jugando con su sombrilla roja. Cuando lo alcancé en la recepción, conversaba con la recepcionista, a quien intentaba ligarse. La chica se despidió de él con un beso en la mejilla y nos fuimos.

      Mientras caminábamos, nos cubríamos con la sombrilla de Bell. Me percaté de que ambos llevábamos la misma gabardina negra que habíamos comprado en Zara hace una semana. Bell y yo teníamos rasgos similares. Sus amistades, en ocasiones, pensaban que éramos parientes.Aunque llevábamos tres meses de conocernos en la universidad.

      De camino, igual que siempre, conversábamos sobre lo que habíamos hecho en el día. Bell nunca se quedaba callado: siempre tiene tema de conversación y eso me molestaba un poco porque nunca se callaba; pero me agradaba estar con él.

      Empezó a llover más y nos metimos a una plazoleta, donde todos los negocios estaban cerrados, pero había un techo para cubrirnos. Bell empezó a desesperarse y, en cuestión de segundos, la lluvia se convirtió en un aguacero. Comenzó a caminar por la plazoleta y encontró un negocio abierto: una tienda esotérica.

      –Snow, vamos a ver –dijo, mientras caminaba dispuesto a entrar. No pude detenerlo. No hay quien pueda frenar un impulso de Bell.

      Una mujer rubia con cabello largo y la cara algo arrugada, quien llevaba puesto un vestido negro y un chal de flores, se acercó a nosotros.

      –¿Buscan algo en especial?

      –Gracias. Solo estamos viendo –dijo Bell, mientras curioseaba por toda la tienda llena de vitrinas y muebles repletos de libros, dijes, atrapasueños, cartas del tarot y figurillas.

      Bell siempre usaba cadenas o collares con dijes. Su favorito era el de una araña de plata que siempre usaba bajo la camisa y, cuando se estresaba, sacaba la cadena y la mordía.

      –Snow, ven, ayúdame a encontrar un accesorio.

      –¡Te ha de faltar uno, cabrón! –le dije, y él se rio.

      –Quiero un accesorio con estilo. ¿Algún problema, encanto? –dijo sarcástico.

      –Sí, necesitas otro. Tal vez tu encanto falle –le dije.

      –Mejor ponte a buscar uno que pueda gustarme.

      Tomaba todos los que eran blancos.

      –Mira, Snow, va a juego con tu tez.

      Snow era el apodo que me había dado, y me agradaba mucho.

      Había uno en forma de campana y me burlé