Los caminos de la música. Rodrigo De la Mora Pérez Arce

Читать онлайн.
Название Los caminos de la música
Автор произведения Rodrigo De la Mora Pérez Arce
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9786078616619



Скачать книгу

caso con el carácter de representación, (27) es decir, “espacio concebido” o “espacio imaginado”. Arjun Appadurai (1988) es uno de los teóricos en la antropología actual que aborda la importancia de este concepto en relación al desarrollo de la modernidad (dentro del sistema mundial regido por el capitalismo), y respecto a las condiciones que esta presenta a los individuos para relacionarse y circunscribirse a diferentes niveles de significación espacial. Cercano al espacio como representación, otro enfoque es formulado desde las perspectivas fenomenológicas que autores como Steven Feld y Keith Basso (1996) han trabajado alrededor del concepto “lugar”; estas conciben al espacio desde el punto de vista de los sujetos que lo experimentan como “espacio de vida” y como “espacio vivido”: los lugares son construidos socialmente por la gente que vive en ellos y los conoce. Estos son “construcciones locales y múltiples, politizadas, culturalmente relativas, históricamente específicas” (Rodman, 2006, p.203).

      Los modelos de articulación, tanto si proceden del estructuralismo marxista o de la “economía moral”, postulan un estado primitivo de la autonomía (por lo general, con la etiqueta “precapitalista”), que luego se violan por el capitalismo global. El resultado es que tanto ámbitos locales como espaciales más grandes, se transforman, el local más que en el mundial para estar seguros, pero no necesariamente en una determinada dirección (Gupta & Ferguson, 1992, p.7).

      Su artículo es el prólogo a una compilación de trabajos que abordan diversos temas relacionados con la construcción de la “matria” (homeland) y el movimiento de personas desplazadas. Su propuesta hace una clara distinción entre las concepciones modernas (lineales, unicausales) de espacio, y otras emergentes que, buscando subrayar el sentido político, abordan por ejemplo los problemas de construcción de la representación del “otro”, tema clásico de la antropología, que ha sido cuestionado por autores como George Marcus y Michael Fischer (2000) al hacer notar que el “otro” no tiene que ser necesariamente diferente a nosotros para ser digno de estudio.

      Así pues, aunque los estudios convencionales sobre el espacio han tratado cuestiones de relaciones interregionales —predominantemente sus formas de abordar el tema están en relación directa con conceptos que pueden ser calificados como de orden estático, tales como área, región, territorio, comunidad, localidad—, los estudios más recientes sobre la problemática relacionada al espacio incorporan conceptos como desterritorialización, reterritorialización, translocalización, zonas de frontera y marginalidad; contacto, articulación, espacio pulverizado de la posmodernidad, y han desarrollado teorías para el estudio de estos fenómenos altamente dinámicos y complejos, como son, por ejemplo, la teoría de la hibridación cultural y de la intersticialidad (Gupta & Ferguson, 1992).

      PERSPECTIVAS TEÓRICAS SOBRE ESPACIO Y MÚSICA

      A pesar de que el espacio puede ser considerado como un elemento fundamental para la producción de la música —ya sea en el orden físico, social o geográfico—, dentro de las diferentes perspectivas en el estudio social de la música son más bien escasos los trabajos que orientados específicamente a su estudio. Son tres las principales disciplinas que se han enfocado al problema: la musicología, la etnomusicología de corte fenomenológico y, recientemente, la geografía humana. Con el fin de clarificar de manera general los sentidos en que las citadas disciplinas abordan la relación música y espacio, a continuación presento una breve exposición sobre algunos trabajos relevantes, destacando las confluencias y contrastes de sus enfoques.

      Desde un enfoque transdisciplinar, Andrew Leyshon, David Matless y George Revill (1998) han reunido trabajos que abordan la relación entre espacio y música. Desde las perspectivas de la musicología clásica, hasta las de la geografía y la etnomusicología, analizan dimensiones que destacan no de manera general la relación entre música y el espacio, es decir su localización, sino específicamente exponen de qué manera la música afecta al espacio, o qué pasa con el espacio cuando es ocupado por la música. Como señalan en el prólogo de su publicación:

      Espacio y lugar no se presentan aquí simplemente como sitios en donde o sobre los que la música se realiza, o más aún, desde los cuales la música se difunde, sino más bien las diferentes espacialidades son sugeridas como formadoras de los sonidos y como resonadoras de la música. Este sentido más rico de la geografía destaca la espacialidad de la música y las relaciones mutuamente generativas de la música y el lugar. El espacio produce [o determina, la manera en] cómo el espacio es producido. Considerar el lugar de la música no es reducir la música a su ubicación, arraigada en alguna línea de base geográfica sino permitir una comparación entre la riqueza estética y la riqueza del lenguaje musical en lo cultural, lo económico y lo político (1998, pp. 424–425; traducción propia).

      Al mismo tiempo, los autores subrayan la importancia de la relación entre música y espacio al enfatizar cómo es posible acceder a la comprensión del manejo del poder social ligado a la música, analizando la manera en que esta se relaciona con los espacios:

      Diseñada especialmente para adaptarse a espacios ceremoniales, la música a la vez define y refuerza la disposición del poder dentro de los espacios y los representantes de la autoridad de ese espacio. La capacidad de la música para transmitir un significado ideológico explícito y de permanecer abierta a diversas interpretaciones, como un determinado universal se ha convertido en una poderosa fuerza política en la configuración de las geografías nacionales (1998, p.426).

      Otra perspectiva, en este caso de la etnomusicología de corte fenomenológico, es la de Martin Stokes (1994), quien siguiendo a Anthony Seeger (1979), realiza una reflexión sobre la importancia de la música como una práctica que no solo refleja la realidad social, sino que participa directamente en su construcción:

      Entre las incontables maneras en las que nosotros nos “relocalizamos” a nosotros mismos, la música sin duda viene a jugar un rol vital. El evento musical, —desde las danzas colectivas hasta el acto de poner un casete o CD dentro de una máquina—, evoca y organiza memorias colectivas y experiencias presentes de lugar con mayor intensidad poder y simplicidad que cualquier otra actividad social. Los “lugares” construidos a través de la música implican nociones de diferencia y límites sociales. Estos también organizan jerarquías de orden moral y político [...] La música y la danza [...] no simplemente “reflejan”. Más bien, proveen el significado por el cual las jerarquías de lugar son negociadas y transformadas (Stokes, 1994, pp. 3–4; traducción propia).

      De tal modo que las prácticas musicales que se relacionan a representaciones espaciales ya sea en tanto memoria o experiencia, individuales o colectivas, están involucradas en procesos de diferenciación y organización social. Siguiendo la línea de reflexiones expuesta, en otro trabajo Stokes (1997) aborda la problemática relativa a disputas de poder sobre el espacio, espacios físicos que a la vez son espacios de representación diferenciada para diversos actores. En particular refiere el caso de las diferentes y contradictorias formas de ocupar sonoramente del paisaje de Estambul por parte de distintos sujetos con disímiles intereses, los de la cultura moderna popular, no religiosa, y los de la cultura tradicionalista y conservadora que mantiene una visión melancólica del Estambul del siglo XIX. Diferentes sentidos del gusto, estéticas visuales y sonoras alrededor de la ocupación del espacio se contraponen generando tensiones y disputas por el sentido.

      Otros trabajos etnomusicológicos sobre el estudio de la relación entre música y espacio, son los de Marina Roseman (1998, 2000), quien se aboca a explicar de qué manera las prácticas