La nueva guerra fría. Rusia desafía a Occidente. Richard Helene

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Название La nueva guerra fría. Rusia desafía a Occidente
Автор произведения Richard Helene
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789876145770



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a la gente humilde y que lanzaba promesas y proyectos que entusiasmaban al ciudadano medio. Y que rivalizó exitosamente con el número uno del régimen –algo impensable antes de la perestroika–. Apparatchik comunista bastante ortodoxo, autoritario, Yeltsin se convirtió en el símbolo de la lucha sin piedad contra el Partido Comunista, contra el socialismo –ya identificado con las penurias por amplios sectores de la sociedad– e incluso, a lo largo del año 1991, no sólo contra las estructuras del Estado centralizado agonizante, sino también contra el proyecto de confederación propuesto por Gorbachov durante largos meses, en colaboración con líderes de diferentes repúblicas soviéticas. Yeltsin no quería esa federación, y logró bombardearla. El 21 de diciembre de 1991, en lugar de la moribunda URSS, nacía la Comunidad de Estados Independientes (CEI) de once repúblicas soviéticas, que aspiraba a la instauración del capitalismo.

      La perestroika toma impulso

      Valiéndose del hecho de que no estaba en el poder cuando la situación económica se volvió alarmante, Boris Yeltsin supo capitalizar el descontento de la población, más aun cuando Gorbachov se mostraba incapaz de sacar al país de la crisis. Él se presentaba, en cambio, como el hombre decidido a implementar las reformas necesarias.

      La idea inicial de la perestroika –la democratización de la sociedad soviética– había sido recibida favorablemente en el país, pero los responsables que la implementaron no evaluaron bien la dimensión de la tarea que debía realizarse. Comenzaron por lo más fácil, la política, dejando de lado la economía. Introdujeron reformas en las instituciones, instauraron el multipartidismo y elecciones libres... pero, cuando el marasmo económico se agravó, todo escapó a su control.

      El callejón sin salida de la economía favoreció el surgimiento de fuerzas políticas orientadas hacia Occidente, que sólo veían como solución el recurso a los métodos del capitalismo y la organización de la sociedad según ese modelo. El enfrentamiento entre Mijail Gorbachov y los movimientos que idealizaron la economía de mercado (basándose en las teorías de Milton Friedman, Friedrich Hayek y otros) fue muy mal conducido por el equipo en el poder. Dejaron que la economía se degradara en mayor medida, destruyendo precipitada y prematuramente el mecanismo que, a pesar de sus lagunas, funcionaba. La desintegración de todo el circuito económico, la explosión de todas las estructuras que existían a escala de la URSS no dieron origen a otro sistema: sólo se instaló un vacío.

      ¿Qué comprar?

      La población esperó con temor el 2 de enero de 1992: ese día los precios se liberaron y triplicaron o quintuplicaron, según los productos. Los sectores más débiles de la sociedad –sobre todo las personas mayores y los jubilados–, que hasta entonces por precios irrisorios disponían de una vivienda, calefacción, medios de transporte, teléfono, electricidad, así como de algunos productos alimenticios, se encontraron en una situación alarmante. A comienzos de diciembre de 1991, durante una manifestación de ex combatientes, en ocasión del quincuagésimo aniversario de la contraofensiva del ejército soviético frente al asedio de Moscú por las tropas de Hitler, una pancarta expresaba toda su preocupación: “Después de haber sacrificado nuestras vidas durante la guerra, hoy tenemos que morirnos de hambre”. A fin de ese año, los ex combatientes tuvieron derecho, a modo de obsequio, a 500 gramos de arroz y un paquete de té...

      Sin duda, la rapidez con la que hombres de Estado e intelectuales soviéticos comunistas cambiaron de convicciones políticas dejó una sensación muy desagradable. No se trataba de simples miembros del Partido que habían gestionado su carnet para acceder a un puesto determinado, sino de dirigentes de primera línea, como Alexandre Yakovlev, miembro del buró político del PCUS durante varios años, que esperó la caída del Partido para sostener, en una conferencia de prensa: “Los bolcheviques no resolvieron un solo problema en este país”. imagen

      Traducción: Gustavo Recalde

      1. TASS, Moscú, 16-12-91.

      2. N. de la R.: El 19 de agosto de 1991, un autoproclamado Comité Estatal para el Estado de Emergencia, que agrupaba a los defensores de una línea dura en el seno del Partido Comunista de la Unión Soviética, ordenó el arresto domiciliario de Mijail Gorbachov en Crimea. El Comité estimaba que su proyecto de Tratado de la Unión amenazaba “la soberanía y la integridad territorial de la URSS”, otorgando una autonomía demasiado amplia a las repúblicas. Los golpistas fueron detenidos el 22 de agosto.

      3. Izvestia, Moscú, 19-12-91.

      4. Izvestia, Moscú, 19-11-91.

      5. Nezavisimaya Gazeta, Moscú, 19-12-91.

      Ibrahim Warde

      Después de 1989, una nueva generación de hacedores de revolución intentó transformar Europa del Este y la ex Unión Soviética. Estos países se encontraban desprovistos de instituciones y de recursos y con sociedades civiles embrionarias. No tenían más opción que la de acoplarse a un sistema que prometía combinar libertad y prosperidad. Sus élites, compuestas por disidentes sin experiencia gubernamental o por reformadores de última hora, formados en las altas esferas comunistas, estaban a merced de expertos y burócratas que venían de afuera, a la vez guías, gendarmes y proveedores de fondos.