Ladrones de Sueños. Lucía Irene López Ripoll

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Название Ladrones de Sueños
Автор произведения Lucía Irene López Ripoll
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418910555



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sobresaltó y una ligera sensación de nervios la invadió al saber que era Walter quien le esperaba al otro lado de la puerta.

      — ¿Wyn estás lista? — Wyn no sabía si Walter llegaba antes de lo previsto o si a ella se le había echado el tiempo encima.

      — ¡Sí, un minuto! ¡Está abierto! — gritó escaleras abajo mientras cogía una chaqueta rápidamente y se apresuraba a bajar. Walter ya había entrado y la esperaba pacientemente en el rellano.

      El chico reconoció el nerviosismo en su voz, lo que le hizo gracia y le provocó una oleada de afecto por ella mientras la observaba bajando las escaleras.

      — ¿Nos vamos? — carraspeó un poco al empezar a hablar, intentando disimular su asombro sin éxito.

      — Por supuesto — contestó Wyn saliendo por la puerta con decisión. Al llegar al porche se paró en seco perpleja — No me acordaba de que íbamos a ir en moto.

      — Si no te parece mal, sí.

      — No, es genial. Solo que debería haberme puesto pantalones.

      — Entonces suba señorita, su limusina acaba de llegar — le dijo él imitando a un torpe galán.

      Wyn disfrutaba cada segundo del trayecto. Notaba como el viento pasaba junto a su cara, acariciándola. Se sentía libre, pero a la vez sus brazos alrededor de Walter le daban seguridad.

      Finalmente llegaron a su destino. En la entrada del cine había un grupo formado por dos chicos y una chica. El primero al que vio era Bosco, con su habitual pelo despeinado y ropa cómoda con un toque de elegancia. A su derecha había un chico que debía tener la misma edad que Walter. Era pelirrojo y de aspecto tímido, pero sus ojos azules emanaban seguridad y confianza.

      Al lado del joven se encontraba una chica también de pelo rojo y con sus mismos ojos, pero al contrario que a él, se la veía seria y no parecía tener muchas ganas de estar allí. Walter la ayudó a bajar de la moto y se dirigieron hacia ellos.

      — Wyn, ya conoces a Bosco, y estos son Caiden y Clariany, son gemelos.

      — Gracias Walter, era necesario aclararlo — le dijo Clariany con desdén en la voz.

      — Sé amable — le regañó Caiden. Un instante después se dirigió hacia Wyn con una sonrisa encantadora — Encantado Wyn, tendrás que disculpar a mi hermana, tiene un mal día. — Clariany fingió que se molestaba y miró hacia otro lado.

      — ¿Entramos? — dijo ella impaciente.

      A Wyn todo aquello le parecía mágico. La película, el ambiente, Walter observándola y ella fingiendo no verlo que lo hacía. Todo. Un escalofrío le recorrió de arriba a abajo al notar que la mano de Walter rozaba la suya. Sus miradas se encontraron, y sus ojos, más fascinantes aún a causa del desfile de luces proveniente de la gran pantalla, lanzaban destellos mientras se iba acercando a su rostro… y de repente, oscuridad.

      ***

      “Wyn, Wyn despierta, despierta mi reina, reina de los cielos y el infierno… despierta princesa…” Una voz familiar flotaba en la mente de Wyn, y la visión de unos ojos se le desvanecía a causa de la luz del día. En ocasiones le parecía escuchar otras voces, como la de su padre y la de Walter.

      — Alejaos de ella Walter, es la última vez que os lo digo. La próxima no seré tan amable.

      — No pretendemos hacerle ningún daño señor, pero no puede protegerse sola. –Por eso la protejo yo.

      — Escuche, puede que mi clan tenga otra idea sobre ella, pero yo he tenido la oportunidad de conocerla un poco y creo comprenderla. Deje que le ayude. –Está bien chico, te mantendrás cerca solo porque pareces hacerla feliz. Pero voy a estar atento y como algo le pase otra vez, no quedará en pie ni uno de tu maldito clan, ¿estamos?

      — Sí, señor.

      Wyn se acabó de despertar cuando oyó unos pasos que subían hacia su habitación.

      — ¿Papá, qué ha pasado, dónde estoy?

      — Tranquila, cariño, estás en casa. No pasa nada, pero ya hablaremos sobre eso de irte de casa sin avisarme y no decirme donde vas a ir... — Walter carraspeó al fondo de la habitación. Su padre puso los ojos en blanco e hizo un esfuerzo por no sonar muy borde — Wyn, tienes visita, pero luego hablaremos sobre esto.

      — ¿Walter, qué haces aquí? — se levantó de la cama apresuradamente, lo que le llevó a marearse y caer en los brazos de Walter, como ya había pasado en repetidas ocasiones.

      — ¿Estás bien Wyn? — se le veía preocupado y con cara de no haber dormido mucho.

      — La verdad es que no me acuerdo de mucho.

      — Hacia el final de la película te desmayaste de repente, y entre Caiden y yo te trajimos a casa. Tu padre llamó a tu médico, y dormías hasta hace unos cinco minutos. — Wyn asentía y procesaba toda la información cuando se sonrojó de repente.

      — Un momento, ¿Quién me ha puesto el pijama? — Walter se echó a reír tan fuerte que Wyn se quedó cortada y avergonzada hasta que este consiguió redimir la risa.

      — Increíble... te desmayas en una sala llena de gente y lo único que te preocupa es quién te ha... — Wyn le fulminó con la mirada mientras él intentaba sin mucho éxito recobrar la seriedad– Clariany.

      — Uf, mucho más tranquila. Dale las gracias de mi parte, y a Caiden también.

      — La verdad es que los chicos estaban bastante preocupados, así que si te encuentras mejor puedes pasarte a verlos esta tarde. Ahora tengo que irme — le dijo guiñándole un ojo y cerrando la puerta tras de sí.

      Londres, 20 de agosto de 2006

      En el umbral de la puerta se encontraba un niño de unos nueve años mirando atentamente como una niña jugaba con sus muñecas.

      — Hola, Wyn.

      — Hola ¿tú quién eres? — preguntó ella con curiosidad.

      — Soy Morfeo, y mi misión es cuidar de ti.

      — ¿Cómo vas a cuidar de mí? Eres pequeño.

      — Pero puedo enseñarte muchas cosas sobre tus poderes.

      — ¿Sabes lo de mis poderes? — dijo sorprendida.

      — Claro que sí, y te prometo que los dominarás por completo. Los que me envían dicen que eres muy importante y que eres una princesa.

      — Eso lo dirán porque vivo en una casa que parece un castillo.

      — Da lo mismo. Yo te enseñaré y te protegeré siempre, princesa. Lo prometo.

      6. SUCESOS INESPERADOS

      Soñaba el ciego que veía, y soñaba lo que quería.

      — ¿Hola? — Wyn entró con timidez a casa de Walter. Quería disculparse con sus amigos por el numerito del cine, así que entró directamente, ya que la puerta estaba abierta. En el salón se encontró a Clariany con su portátil, y a Bosco barajando unas cartas con expresión de aburrimiento.

      — ¡Wyn! Qué alegría verte, ¿juegas a las cartas? — Al verla un atisbo de desesperación le cruzó la mirada, lo que hizo más visible aún su evidente estado de aburrimiento.

      — En realidad solo venía a disculparme por lo que pasó el otro día en el cine.

      — Tranquila, la película era bastante aburrida, me hiciste la noche más interesante — dijo Clariany sin quitar ni por un segundo la vista de su portátil — No tienes de qué preocuparte. — Acto seguido, se incorporó y se fue escaleras arriba, dejando a Wyn solo en compañía de Bosco. Wyn se quedó en silencio, cortada por la respuesta de Clariany, cuando Bosco volvió a insistir:

      — Entonces... ¿juegas? — le dijo con una mirada insistente.

      —