Como indica Ballenger (2006), la asociación entre envejecimiento, demencia y enfermedad de Alzheimer es una de las fuentes generadoras de estereotipos negativos sobre la vejez en la sociedad contemporánea. Esa asociación no solo incrementa la ansiedad y el miedo ante los cuestionamientos a la capacidad del cuerpo por responder a las demandas de la producción capitalista que se impusieron desde el siglo de la Revolución Industrial, sino que también se suma a la valoración negativa que implica considerar la vejez sinónimo de improductividad (impuesta por la industrialización), en sentido económico.
Intentos por revertir este estereotipo negativo acerca de la vejez pueden observarse en la geriatría, campo que se desarrolló después de la Segunda Guerra Mundial. Esta disciplina atacó el estereotipo de la senilidad como una etapa de la vida en que las personas no pueden seguir el ritmo del mundo moderno. Contra las ideas del deterioro físico, orgánico o mental, la gerontología plantó la idea de que el problema no era tanto el envejecimiento del cerebro en esa etapa de la vida, sino que la sociedad deprivara de roles significativos a las personas cuando justamente sus ingresos disminuyen y se desarticulan de las interacciones del entorno laboral en el momento de pensionarse. Los gerontólogos se opusieron a la discriminación por la edad y buscaron asociar la época de retiro como una etapa deseable de descanso y en la que se podía vivir de forma saludable (Ballanger, 2006, p. 65). Desafortunadamente, la estigmatización de la vejez no ha desaparecido.
Ariès, P. (1960). L’Enfant et la vie familiale sous l’Ancien Régime. Plon.
Ballenger, J. F. (2006). The stereotype of senility in late-nineteenth-century America. En J. F. Ballenger, Self, senility, and Alzheimer’s disease in modern America: A history (pp. 11-35). The Johns Hopkins University Press.
Bourdieu, P. (1990). La juventud es más que una palabra. En P. Bourdieau, Sociología y cultura (pp. 119-127). Grijalbo/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Fox, P. (1989). From senility to Alzheimer’s disease: The rise of the Alzheimer’s disease movement. The Milbank Quarterly, 67(1), 58-102. https://doi.org/10.2307/3350070
Lenoir, R. (1979). L’invention du troisiéme age: Constitution du champ des agents de gestion de la vieillesse. Actes de la recherché en sciences sociales (26/27), 57-82.
Lowe, R. (2009). Childhood through the ages. En T. Maynard & N. Thomas, An introduction to early childhood studies (pp. 21-32). Sage.
Nota
6* Profesora titular de carrera, Escuela de Ciencias Humanas, Universidad del Rosario (Colombia). Miembro del grupo de investigación Estudios Sociales de las Ciencias, las Tecnologías y las Profesiones, Universidad del Rosario.
Reconocimiento y autonomía de la persona mayor: dimensiones bioéticas del envejecimiento
Vivian Andrea Roa Vargas*7
Boris Julián Pinto Bustamante**8
María Camila Castro Fuentes***9
Los años enseñan muchas cosas que los días desconocen.
Ralph W. Emerson
A lo largo de la historia, la vejez ha sido motivo de preocupación y objeto de diversas concepciones. En la mitología griega, Geras (personificación de la vejez), Tánatos (hermano de la muerte) y otras deidades consideradas hostiles a la humanidad se encontraban dentro del ánfora creada por Zeus. Este objeto fue el presente que le otorgó Zeus a Pandora, por ser la primera mujer; pero le advirtió que no podía ser abierta en ninguna circunstancia. Sin embargo, un día, Pandora no resistió la curiosidad, abrió el ánfora y liberó todos los males, aun cuando adentro dejó la esperanza (Hesíodo, 1997).
En el mito descrito se evidencia una de las concepciones negativas sobre el envejecimiento, porque lo considera un castigo o un mal por vencer. No obstante, estas percepciones se han transformado según el contexto histórico y cultural, promoviendo la comprensión del proceso de envejecimiento, desde modelos deficitarios, hasta modelos de envejecimiento significativo.
Las proyecciones demográficas realizadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, 2018) estiman que para el año 2035 la población mayor de 60 años superará a la de los menores de 14 años, y que en algunas regiones este fenómeno sucederá con mayor velocidad.
En Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (dane), en el censo realizado en 2005, estableció que los ciudadanos mayores de 65 años correspondían al 6,31 % de la población colombiana, y estimaron que para 2018 la proporción de adultos mayores de 65 años sería de alrededor del 8,1 %; sin embargo, los datos parciales obtenidos del censo de 2018 muestran que las expectativas han sido superadas en un punto porcentual, al contrario de lo ocurrido con la población menor de 5 años (dane, 2019a).
Adicionalmente, los resultados parciales del censo realizado en 2018 evidencian un incremento significativo en el índice de envejecimiento: de 20,5 en 2015 a 40,4 personas mayores de 65 años, por cada 100 menores de 15 años (dane, 2019b). Lo anterior supone un desafío para el Estado, que deberá implementar políticas públicas para afrontar retos de discriminación, maltrato, integración, seguro pensional, aseguramiento en salud, cuidado y bienestar de las personas mayores y sus cuidadores.
En este capítulo abordaremos algunas perspectivas que las sociedades han tenido sobre el envejecimiento, la relevancia del principio de respeto a la vulnerabilidad en el contexto del envejecimiento, el problema ético del maltrato hacia las personas mayores, los desafíos bioéticos del cuidado y el marco normativo existente en Colombia para la garantía de sus derechos fundamentales.
Percepción social y antropológica del envejecimiento
La representación social de los individuos y los grupos poblaciones varía en función del contexto histórico y cultural. Fericgla, en su libro Envejecer: una antropología de la ancianidad, afirma que los procesos de escolarización obligatoria y generalizada en el siglo xx, sumado al fenómeno de industrialización y migración de familias a centros urbanos, al igual que el creciente protagonismo de colectivos de jóvenes vinculados por intereses e ideologías políticas, promueven la consolidación de grupos etarios que comparten “intereses propios, rasgos culturales específicos y exigencias sociales definidas” (1992, pp. 20 y 21). Según este autor, el grupo social de los jóvenes constituye el primer colectivo determinado a partir de la edad, y los intereses y necesidades vinculados a este momento del ciclo vital, en contraposición a la estructura fundada en estamentos, característica de sociedades tradicionales. Al tiempo, el colectivo de personas mayores constituye el último grupo etario en consolidar su visibilidad social.
Fericgla (1992) analiza los roles y representaciones sociales de este colectivo a través de tres modelos culturales:
Sociedades cazadoras-recolectoras: en este contexto, el valor de la persona mayor está vinculado a la disponibilidad de recursos en la comunidad. En los casos de insuficiencia alimentaria, o en algunas comunidades nómadas, se recurre al gerontocidio, al suicidio o al abandono, cuando las satisfacciones de las necesidades del anciano suponen una amenaza para la supervivencia del grupo. En otros casos, aquellos quienes logran sobrevivir representan los custodios de la tradición oral y el vínculo con los ancestros y las deidades. En algunos contextos, la vejez representa una recompensa por la vida social ejemplar, lo cual les otorga alto prestigio como chamanes, brujos, sabios