Sombra de una Maldición. Estela Julia Quiroga

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Название Sombra de una Maldición
Автор произведения Estela Julia Quiroga
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789878717289



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que yo debía confiar.

      Había pasado poco más de una semana cuando la tía Libertad recibió un llamado telefónico. Así nos dieron la noticia. Le recalcaron que, por protocolo, debía ser cremada. Justo lo que la abuela no hubiese querido. Tenía que ser rápido y sin gente, nada de velatorio. Sin margaritas, sin música de los Beatles, sin amigos, ni colegas, ni ex alumnos, sin despedidas, sin lágrimas compartidas. En soledad, en silencio. Yo conservaba mis mejores recuerdos, eso no te lo puede quitar nadie. Me había pedido que si le pasaba algo lo escribiera en Facebook.

      —Así tengo, aunque sea, una despedida virtual —comentó mientras sonreía y siguió diciendo— siempre imaginé mi velatorio con música, lleno de familiares y amigos contando chistes y anécdotas sobre tantas cosas insólitas que me solían pasar por distraída. Si eso no es posible, me parece justo que al menos, tengan la oportunidad de despedirse por escrito.

      Le voy a pedir ayuda a mamá, cómo se escribe en Facebook que alguien se murió… No sé si voy a poder, lo que sí hice fue adoptar a su mascota. Me hace bien tener a su cachorrita conmigo, se lo había prometido. No fue fácil porque al principio, tanto mamá como papá, me pusieron cara de “un perro no”, claro que, siempre tengo mis recursos. Al final, la única condición terminó siendo que debo ocuparme de pasearla y de darle de comer. Es lo justo. Soy la única que conozco la clave del celular y de la computadora de la abuela. También sé en qué carpetas guarda su novela, sus obras de teatro.

      Me gustaba verla escribir. Mientras ella trabajaba yo hacía las cosas de la escuela. A veces le pedía ayuda, sobre todo en historia, que mucho no me gusta. Ahora todo será diferente. No, no lloro, pero me siento rara, como con un hueco.

      La verdad nunca leí completa su novela, solo por partes. Me gustaría verla publicada. Eso sí, cambiaría el título y los nombres de algunos personajes. Por ejemplo, que la protagonista se llame Elsa, igual que ella. No voy a parar hasta lograr que se publique y si no está completa la terminaré yo misma. No escribo muy bien, pero tampoco soy tan mala haciéndolo.

      Es agosto, hace frío. Hay mucho viento. Tal vez la abuela escribiría que es un viento insípido, yo siento en este momento que la vida, a partir de ahora, será la insípida, ya no me queda ni una sola abuela que me abrace y me diga cosas hermosas sobre mí. No importa que tenga dieciséis años, a veces me agarra miedo, no sé de qué, es un miedo sin causa, no me puedo dormir o me duermo y me despierto a cada rato y me da como una desesperación, parece que el miedo me va a aplastar y me largo a llorar como una nena de cinco años. Nunca hablé de esto con nadie. La abuela decía que ella escribía para sacarse los miedos de encima, a lo mejor ahora que lo escribí me hace bien. Mamá y las tías siguen en el living todas juntas, a veces las escucho llorar, a veces se ríen. Perder a tu abuela es feo, perder a tu mamá debe ser terrible. No tengo ganas de estar entre ellas. Tampoco de seguir escribiendo.

      Cuando mis padres se separaron empecé a hacer terapia. Mi abuela Elsa me pasaba a buscar cada mediodía del lunes por el colegio. Almorzábamos juntas en un restaurante pequeño que quedaba a dos cuadras de la escuela. Comíamos el plato del día. La comida era riquísima. A veces iba con alguna amiga y mi abuela la invitaba. Una de mis amigas un día le preguntó si la podía adoptar como abuela. Ella, desde luego, le respondió que sí mientras le daba uno de esos abrazos sostenidos que a mí me encantaban.

      El 12 de julio de 2019 empecé a salir con Josefina. No le había dicho nada a nadie, digo, a ningún adulto. Muchos de mis compañeros estaban al tanto. A mamá no le quería contar porque seguro iba a poner el grito en el cielo. Papá no sé. Igual no se lo dije de una, desde el principio. Estaba segura de que mi abuela no tenía ni idea, sin embargo, uno de esos lunes empezó:

      —¿Viste que en mi casa tengo muchas fotos de Federico García Lorca y otras tantas de Alejandra Pizarnik?

      En ese momento, pensé por qué me estaba diciendo eso. Ni siquiera me dejó contestar. Siguió con su discurso.

      —Federico era gay y Alejandra lesbiana. Ambos eran personas maravillosas y sufrieron mucho porque por aquellos tiempos no era nada fácil tener una orientación sexual diferente. Por suerte hoy todo ha cambiado bastante. De todos modos, cuando algunos padres se enteran de que su hijo o su hija no eligieron lo “habitual”, les da un poco de miedo. Miedo a la diferencia, porque vivimos en una sociedad en la que todavía hay mucha mente cerrada, miedo a lo que los demás puedan decir, o tal vez se angustian por tener que cambiar las ilusiones que ellos, como padres, tenían en mente o sienten dolor porque sus “hijes” pueden sufrir rechazo o maltrato. No es tan sencillo. Lo importante es que siempre tenemos que estar atentos a lo que nos pasa y eso no es para nada fácil. Ya sé que todos te dicen que a tu edad no se pueden tener problemas, eso no es cierto. Mi época más difícil fue justamente a tu edad. Fue muy duro haber perdido a mi mamá, que mi padre se casara tan pronto, en fin… si no hubiese sido por mis profesores creo que no habría conseguido las fuerzas necesarias para salir adelante. Siempre me sentí en deuda con ellos.

      Y en ese momento, cuando yo estaba pensando a qué venía toda esa introducción, bastante típica en mi abuela, sin más vueltas me preguntó:

      —Mica, ¿vos pensás que si tuvieses otro tipo de orientación sexual nosotros te discriminaríamos?

      No contesté nada, simplemente me encogí de hombros. ¿Por qué me decía eso, de dónde lo había sacado? Me miró con sus ojos serenos y sin pestañear. Yo seguía como petrificada. Entonces repartió la gaseosa que quedaba entre las dos, tomó un trago y siguió hablando.

      —Es muy importante que sepas que la palabra de un adulto a quien tengas en una alta consideración te puede sostener mucho. Aunque hay veces que uno dice cosas y no tiene idea del efecto que puede causar.

      Yo la miré con los ojos bien abiertos, ya estaba, como siempre tenía esa capacidad especial de ver detrás de las paredes y eso me daba mucha tranquilidad. Ella sonrió y empezó a comer el postre. Me quedé callada, pero esperaba que ella siguiera hablando. No se hizo esperar.

      —Te voy a contar algo. Hace unos cuantos años, cuando todavía era profesora de secundaria, estaba dando la trilogía de Lorca en un tercero y me pareció muy importante, para que se captara mejor la obra, hablar de la orientación sexual del autor. Del fondo uno de los chicos dijo por lo bajo, pero no tanto, porque pude oírlo “puto de mierda”, entonces me enojé y les empecé a hablar a todos de que no interesaba la orientación sexual de una persona sino qué clase de ser humano era... Casi veinte años más tarde un ex alumno, de los tantos que me encontraron por Facebook, me preguntó por Messenger si podíamos ir a tomar un café. Entusiasmada le dije que sí. Aquella mañana, cuando yo me había molestado por lo que había oído acerca de Lorca, este chico estaba definiendo su sexualidad y sus palabras mientras tomábamos el café fueron “Pensé que si nadie más en el mundo me quisiera usted me iba a aceptar y eso me animó para hacer lo que realmente sentía” …por eso insisto Mica, que a tu edad que un adulto te acompañe es importante… Voy a pedir la cuenta porque se nos está haciendo tarde y no quiero que tu psicóloga interprete tu demora, en especial porque es mi culpa.

      Me guiñó un ojo como solamente ella sabía hacerlo, pidió la cuenta y nos subimos al auto. Durante todo el trayecto nos mantuvimos en silencio, pero relajadas. Como siempre, antes de arrancar, puso su pendrive con música de los Beatles. A mi papá también le gustan. Mi mamá, en cambio, prefiere escuchar Miss Bolivia. Cuando vamos en el auto con mamá cantamos juntas.

      Respira, levántate y anda

      Respira, aunque estés sola o en banda

      Respira, respira y calma

      Calma y respira, yeah

      Realmente hacemos muchas cosas juntas con mamá, patinamos y la pasamos re bien, pero, igual me parece que no me va a entender. También ella sospechará algo como la abuela. La abuela, de dónde habrá sacado todo esto… ¿No será que mamá la mandó a decirme estas cosas? No, no lo creo. La abuela no parece el tipo de persona a quien alguien le manda a decir algo, como ella siempre dice “al pan, pan, y al vino, vino.” Una vez,