Название | Filosofía en curso |
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Автор произведения | Gonzalo Valdés |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789566131021 |
I.2
Si nuestra lectura del trabajo de Oyarzún & Molina no es equivocada16, tenemos en él una exposición ejemplar del enfoque recién mencionado. Desde luego por la importancia asignada al clinamen, concepto al que califican como “la pieza más inquietante de la filosofía epicúrea”, “lugar decisivo” que “juega un papel capital”. También porque “de una recta interpretación de su sentido depende, en buena parte, la posibilidad de avalar la consistencia de todo el sistema”17, es decir, de la unidad de la física y la ética epicúreas.
La aplicación amplia del concepto de clinamen a todos los fenómenos naturales, incluidos los fenómenos mentales, la postulan nuestros autores a partir del análisis de la teoría atómica de Demócrito, en que las tres propiedades fundamentales del átomo, tamaño, forma, y peso (esta última, sino introducida, en todo caso puesta en relieve por Epicuro), garantizan lo que ellos denominan “la ´continuidad ontológica´ entre lo no manifiesto y lo manifiesto, entre el orden imperceptible de los juegos atómicos y el orden de los cuerpos sensibles: el substrato del mundo físico es, él mismo, también físico”.18 Vamos a volver sobre esta idea de la continuidad ontológica cuando tratemos de las emociones y la racionalidad pero mencionemos desde ya que, si aceptamos que el clinamen es también propiedad fundamental del movimiento atómico, todo fenómeno natural, incluido el pensamiento, está sometido a declinación, declinación que será más rápida o más lenta, según si lo que declina es un átomo aislado (que se mueve, y por ende declina, a la velocidad del pensamiento19) o un conjunto de átomos, un corpúsculo, que ha traspasado el umbral de lo sensible, donde la declinación se ha lentificado, pero no ha desaparecido.
También es amplia la noción de clinamen para Oyarzún & Molina en el sentido de que constituye una causalidad intrínseca de los átomos al igual que su peso, que causa el movimiento inercial rectilíneo, y las colisiones y rebotes, que causan el entrelazamiento de los átomos entre sí. Estas colisiones no tendrían lugar si no interviene, como tercera causalidad de la naturaleza, el clinamen, que altera lo que podríamos llamar monotonía del movimiento inercial20, a la que alude el símil de gotas de lluvia contenido en el texto de Lucrecio citado más arriba. Es decir, no se trata de una causalidad extrínseca, proveniente, por ejemplo, de algún dios o destino, sino de una causalidad intrínseca a la materia, que está por ende presente en todo ente y en todo fenómeno de la naturaleza. Nuestros autores denominan a esta causalidad del clinamen la causalidad de la libertad (también hablan de causalidad poética o productiva), una que explica “una indeterminación relativa de los eventos, como estructura general de la experiencia, en atención a la multiplicidad abierta que la constituye”, “que determina a lo real mismo como contingente.”21
La coexistencia de estos distintos tipos de causalidades implica que no se anulan unas a otras y que no hay un predominio exclusivo de ninguna de ellas. Así, si solo existiera la causalidad del clinamen o causalidad de la libertad, el mundo sería siempre azaroso, puesto que, como señala Lucrecio, el desvío o declinación ocurre en tiempos y lugares inciertos. Pero esto es contrario al conocimiento que obtenemos de la experiencia de nuestros sentidos, conocimientos que constatan la regularidad en los fenómenos de la naturaleza y su encadenamiento causal. Al contrario, si solo operase la causalidad mecánica inercial, caemos en el determinismo de un Demócrito, donde todo ocurre por necesidad y del cual Epicuro reniega.22 Pero esto es también contrario a la experiencia de nuestros sentidos, que constatan la existencia de una naturaleza creadora, “que jamás se ve absolutamente encerrada en sus propias creaciones”23 y de las iniciativas de la voluntad de los seres vivos, que también inciden en ella. Para Oyarzún & Molina, “esto trae consigo la idea fundamental, no de una excepción bruta al primado de la causalidad y, con ella, una infracción a la concepción racional de la naturaleza y la experiencia, sino, más bien, la idea de que no es posible dar cuenta de dichos sucesos y hacerles justicia apelando únicamente a la causalidad de la necesidad inflexible: es preciso acudir también a la causalidad de la libertad”.24 Como dirán poco más adelante, “la necesidad irrestricta no es consistente con los fenómenos…estos muestran con evidencia que efectivamente hay eventos que no se siguen por necesidad de eventos anteriores”.25
Implícita también en esta coexistencia de causalidades de un mismo nivel ontológico está la idea de que el clinamen siempre puede estar ocurriendo, pese a que tenga lugar en lugares y tiempos indeterminados, no siempre susceptibles de ser percibidos. Es decir, no se trata de un evento único que habría desencadenado una colisión inicial de los átomos, a partir del cual se explica la diversidad de los cuerpos; ni tampoco de que siempre tenga lugar el clinamen, lo que daría lugar a una nueva forma de determinismo. “Un clinamen, entendido como causa prínceps de un movimiento, instaura una serie causal que está ligada internamente por la necesidad, y que solo puede ser interrumpida por otro clinamen, pero solo para inaugurar a su vez una nueva serie…la pluralidad de ´desviaciones´se muestra como la multiplicidad de árticulaciones´de las series causales necesarias”.26 De nuevo, el énfasis de esta lectura está puesto en lo contingente, en la posibilidad, en el acontecimiento, que constituyen el estatuto ontológico mismo del clinamen y, por ende, de toda la realidad.
II
II.1
Como anota Margaret Róisín Hampson en su tesis reciente sobre las emociones en Epicuro27, una primera dificultad que encontramos al abordar este tema consiste en que los textos epicúreos no contienen propiamente una teoría de las emociones. El texto del epicúreo Philodemus sobre la ira sería el único que trata de una emoción en particular, pero sin alcanzar el nivel conceptual de una teoría general.28 Frente a esta situación, lo que ocurre más frecuentemente es intentar una lectura de la teoría epicúrea de las emociones desde una perspectiva comparativa respecto de otras filosofías, como pueden serlo la aristotélica o la estoica. La propia tesis de Róisín Hampson es una aplicación de este criterio metodológico, en cuanto intenta esbozar una teoría epicúrea de las emociones a partir de la noción aristotélica de apariencias (la que vincula a la noción epicúrea de phantasia), para sustentar su visión anti-intelectualista de las emociones en Epicuro. Compartiendo, como veremos, en gran parte, sus conclusiones, el camino metodológico que seguimos aquí es diferente, y está centrado, ya lo dijimos, en la aplicación de un concepto original y medular de la filosofía epicúrea, el de clinamen, al campo de las emociones. El método comparativo tiene la desventaja de involucrarse en las inevitables y a menudo controversiales interpretaciones de los textos con los que se compara, y también, y quizás más importante, la de introducir un sesgo en el análisis de la filosofía epicúrea, la que se mira desde una perspectiva que no es la suya. El camino metodológico elegido aquí no está exento de problemas, particularmente el de una extrapolación indebida del concepto de clinamen a un campo como el de las emociones. Sin embargo, estimamos que se