Para una crítica del neoliberalismo. Rodrigo Castro

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Название Para una crítica del neoliberalismo
Автор произведения Rodrigo Castro
Жанр Социология
Серия Fuera de serie
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9788483812716



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sintetizarse en algunos puntos.

      1 Desde el punto de vista genealógico, se trata de un pasaje de cierta relevancia para entender qué quiere decir neoliberalismo, porque aquí se encuentran algunos de los gérmenes, especialmente del neoliberalismo alemán.

      2 La concepción jurídica sostenida especialmente por Lippmann durante el coloquio expresa un antinaturalismo que será un rasgo importante del neoliberalismo alemán

      3 Se encuentran en el coloquio los principios de intervención liberal, el principio modelador de las «acciones conformes». En conjunto, se aprecian los elementos de discusión de una política social neoliberal.

      Me gustaría hacer algunos comentarios generales sobre estos puntos. Respecto a lo primero, resulta indudable la importancia del coloquio en términos genealógicos, aunque el tratamiento de Foucault no corresponde al de un «hito inaugural» de todo el neoliberalismo, como a veces parece verse, sino que el coloquio resulta importante por dos razones esenciales, primero porque se realiza en Francia y porque expresa bien especialmente ciertas ideas ordoliberales, ambas razones son en definitiva convergentes, pues a juicio de Foucault es el «modelo alemán» el que ha podido difundirse en la política económica francesa. (2007: 216). Sin embargo, no parece que el coloquio sea tan importante respecto al neoliberalismo norteamericano. Hay que recordar que en la sesión posterior cuando Foucault analiza ese otro neoliberalismo, menciona dos textos escritos por Simon, el llamado «padre de la escuela de Chicago» (2007: 250). El primero de esos textos es de 1934 y el segundo de 1945. Se trata de una mención aún más anecdótica que la del Coloquio Lippmann, pero que muestra que se trata de un hilo diferente en la trama general. Un tema en el que Foucault no ahonda, pero que podría alertarnos sobre las diferencias y la necesaria comparación entre estos eventos germinales, es que el título del artículo de Simon alude a un programa positivo para el laissez faire, posición en principio diferente a la que Foucault observa como principio neoliberal en el coloquio.

      Sobre esto, hay que comentar que para Foucault la crítica al laissez faire en el coloquio es un rasgo muy notorio, pero hay en realidad dos posturas sobre este asunto, una de ellas es en efecto la de Lippmann que se basa en un principio de jurídica positiva, es decir en el hecho incontestable de que el mercado para su funcionamiento requiere la construcción jurídica de una serie de objetos sin los cuales simplemente no podría funcionar. Pero hay un segundo argumento cerca del final del coloquio en el que Rüstow califica de error teológico-racional la perspectiva del automatismo del mercado y la naturalización de sus leyes, al contrario opone la necesidad de un estado fuerte que construya las condiciones de ese mercado (CWL: 470). Es importante mantener este doble argumento jurídico por una parte y sociológico por otro.

      Sobre el tercer punto, es importante nuevamente hacer explícitas ciertas diferencias. La mayoría de los asistentes se alinearán durante la cuarta mesa del coloquio con la perspectiva de Rueff, este es un hecho al que Foucault no saca mucho provecho tomando en cuenta que después calificará las reformas de Rueff en 1958 como uno de los momentos en que el viejo liberalismo tensionará las perspectivas keynesianas en Francia (2007: 232-233). Aquí Rueff insiste en la tesis de que el crecimiento económico es el principal factor de política social, habiendo crecimiento, hay bienestar y en este sentido el liberalismo es el sistema que asegura las mejores condiciones de vida a los trabajadores (CWL: 466). Se trata de una posición que defiende el liberalismo clásico y tiende a explicar el desempleo por la acción sindical, y en general por las «distorsiones» del mercado del trabajo. La mayoría de los asistentes intervienen en favor de esta perspectiva, Baudin, Condliffe, Marjolin y también Hayek y Mises y se produce un consenso tácito respecto de la intervención estatal que tiene como límite intocable la libre fijación de precios, al mismo tiempo que se admite la existencia de un seguro de desempleo basado en el modelo de la ley de pobres inglesa a sugerencia de Hayek (CWL: 464). Pero este plegamiento recibirá las críticas de Rüstow, quien considerará que es necesaria una mayor profundidad sociológica en el planteamiento de modo que se requiere no solo una política de pobres, sino una política sobre la sociedad, orientada a una mayor cohesión o integración. Es un punto importante. Es cierto que en la primera posición ya se habían planteado principios liberales de intervención estatal siguiendo la expresión de Rueff, pero estos límites son más bien negativos. La perspectiva de Rüstow abogará por un tipo de intervención afirmativa en el sentido de un programa de sociedad, más que de meros límites. Esta intervención generará el momento de mayor conflictividad durante el coloquio, de modo que en la quinta mesa Mises y Rüstow protagonizarán un intercambio al límite de las «buenas maneras». En términos generales, la narración de Foucault es buena, tampoco el coloquio tiene propuestas tan interesantes, Foucault sabe sacarle partido al pasaje en términos del argumento ordoliberal. Es cierto que algunos elementos como los recién mencionados podrían permitir más juego al análisis y quisiera centrarme a continuación precisamente en algunos de esos tópicos al interior del coloquio.

      5. El coloquio como cuestión filosófico-política

      5.1. Cuestiones de moral instrumental

      Una de las claves filosóficas del coloquio corresponde al problema moral que aparece al comienzo como un punto de antagonismo al economicismo. Se trata de una posición crítica respecto al manchesterianismo. Se puede comprender sobre todo como una llamada a evitar el sufrimiento de las masas. En este momento del coloquio es donde mejor se expresa la crítica al laissez faire que para Foucault será una cuestión clave. En todo caso, esta crítica al laissez faire no aparece en los diálogos del coloquio como una crítica claramente económica, con la excepción de Rüstow; sino más bien como una crítica política, en el sentido de abandono de un campo.

      […] los males de nuestro tiempo. Estos males son principalmente de orden espiritual; ellos derivan de una doble confusión que poco a poco ha capturado el espíritu de las masas y de los intelectuales. La primera consiste en la antítesis planteada entre el socialismo y el fascismo, el socialismo se considera como la última salvaguarda de las democracias en peligro, el fascismo se considera la última trinchera del capitalismo bajo asedio. (Rougier, en CWL: 413)

      La idea de la justicia coexiste para algunos de nosotros con la idea de libertad y nos diferencia de los liberales manchesterianos. El fin del liberalismo es para mí el fin del régimen que admite como intocable el dogma del «laissez-faire, laissez-passer» (Detoeuf, en CWL: 431)

      Por otra parte se asume, como veíamos en la anterior intervención de Rougier, que el socialismo es observado por el público general como salvaguarda de la democracia y esto hace más urgente incluso la renovación del liberalismo y la denuncia de toda forma de intervención económica como totalitaria. De modo que «lejos de ser más moral y racional, una tal economía no podría ser sino una economía ciega, arbitraria y tiránica, causando un gran despilfarro» (Rougier, en CWL: 413).