Название | Pacomio y sus discípulos |
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Автор произведения | San Pacomio |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789874792327 |
78. Nadie almacenará comida en su celda, salvo lo que haya recibido del ecónomo.
79. Con respecto a los panecillos que los jefes de casa reciben para darlos a los que no quieren comer en el refectorio común con los hermanos, porque se entregan a una abstinencia más austera, cuidarán los prepósitos de dárselos sin hacer acepción de persona, ni aún con los que parten de viaje. No los colocarán en un lugar común porque entonces cada uno podría servirse cuanto quisiere. Los darán a cada hermano en su celda, respetando el orden y la periodicidad con que quieren comer. Con estos panes, los hermanos no comerán otra cosa que sal.
80. Los alimentos se cocinarán solamente en el monasterio y en la cocina. Si los hermanos salen al exterior, es decir, si van a trabajar en los campos, recibirán legumbres sazonadas con sal y vinagre. En verano estas legumbres serán preparadas en cantidad abundante para que sea suficiente (alimento) en los prolongados trabajos.
81. Nadie tendrá en su casa o en su celda otra cosa que lo que prescribe en general la regla del monasterio. Por lo tanto, los hermanos no tendrán ni túnica de lana, ni manto, ni una piel más suave -la de un cordero que todavía no haya sido esquilado-, ni dinero, ni almohadas de pluma para la cabeza, ni otros efectos. No tendrán sino lo que el padre del monasterio distribuye a los jefes de casa, es decir, dos túnicas, más otra gastada por el uso, un manto suficientemente amplio como para envolver el cuello y la espalda, una piel de cabra que se prenda al costado, calzado, dos cogullas, y un bastón. Todo lo que encuentren además de esto lo suprimirán sin protestar.
82. Nadie tendrá a su uso particular una pincita para quitar de sus pies las espinas que se clave al caminar. Ella está reservada a los jefes de casa y a sus segundos; se la enganchará en la ventana sobre la que se colocan los libros.
83. Si alguno pasa de una casa a otra, no podrá llevar consigo sino lo que más arriba dijimos.
84. Nadie podrá ir a los campos, circular por el monasterio o pasearse fuera de su recinto sin haber pedido y obtenido el permiso del jefe de la casa.
85. Es necesario cuidar que nadie lleve y traiga cuentos de una casa a otra, o de un monasterio a otro, o del monasterio a los campos, o de los campos al monasterio.
86. Si un hermano está de viaje, por tierra o por barco, o trabaja en el exterior, no contará en el monasterio lo que haya visto hacer fuera de él.
87. Dormirán siempre sobre la banqueta recibida para el caso, ya sea en la celda, sobre las terrazas (donde se reposa de noche para evitar los grandes calores), o en los campos.
88. Cuando se hayan instalado para dormir no hablarán con nadie. Si después de estar acostados se despiertan durante la noche y tienen sed, si es día de ayuno no se permitirá beber. Fuera de la estera no se extenderá absolutamente nada sobre la banqueta.
89. Está prohibido entrar en la celda del vecino sin haber golpeado primero a la puerta.
90. No irán a comer sin haber sido convocados por la señal general. No se circulará por el monasterio antes de que se haya dado la señal.
91. Que nadie camine por el monasterio para ir a la synaxis o al refectorio, sin su cogulla y su piel de cabra.
92. No se podrá ir a la tarde a untarse y suavizarse las manos después del trabajo sin la compañía de un hermano. Nadie ungirá su cuerpo enteramente, salvo en caso de enfermedad; ni se bañará o lavará completamente con agua sin estar manifiestamente enfermo.
93. Nadie podrá bañar o ungir a un hermano sin haber recibido orden para ello.
94. Que nadie hable a su hermano en la oscuridad.
95. Que nadie duerma con otro hermano sobre la misma estera. Que nadie retenga la mano de otro. Cuando los hermanos estén de pie, caminando, o sentados, habrá siempre entre ellos la distancia de un codo55.
96. Nadie se permitirá sacar una espina del pie a otro, excepto el jefe de la casa, su segundo, o aquel que haya recibido tal orden.
97. Nadie se cortará el cabello sin orden del superior.
98. No estará permitido intercambiarse las cosas que recibieron del prepósito. Que no se acepte algo mejor a cambio de algo menos bueno. E inversamente, que no se dé algo mejor a cambio de algo menos bueno. En lo que concierne a los vestidos y los hábitos, no se procurarán nada que sea más nuevo que lo que poseen los otros hermanos, por motivos de elegancia.
99. Todas las pieles serán ajustadas y se prenderán en la espalda. Todas las cogullas de los hermanos llevarán la marca del monasterio y la de su casa.
100. Que nadie deje su libro abierto al ir a la iglesia o al refectorio.
101. Los libros que a la tarde se vuelven a colocar bajo la ventana, es decir, en el hueco del muro, estarán bajo la responsabilidad del segundo, que los contará y guardará según la costumbre.
102. Nadie irá a la synaxis o al refectorio calzado o cubierto con su manto de lino, ya sea en el monasterio o en los campos.
103. El que dejare su ropa expuesta al sol más allá de la hora sexta56 en que los hermanos son llamados al refectorio, será reprendido por su negligencia. Y si alguno quebranta por desprecio una de las reglas mencionadas, será corregido con un castigo proporcional.
104. Nadie se permitirá ungir su calzado u ocuparse de cualquier objeto, a no ser el jefe de la casa y el que haya recibido el encargo de esa tarea.
105. Si un hermano se ha hecho daño o se ha herido, pero no tiene necesidad de guardar cama, si camina con dificultad y necesita algo -una prenda, un manto, u otra cosa que le pueda ser útil- su jefe de casa irá a los encargados de la ropería y tomará lo necesario. Cuando el hermano se haya curado devolverá sin demora lo recibido.
106. Nadie recibirá nada de otro hermano sin orden de su prepósito.
107. Nadie dormirá en una celda cerrada con llave, ni tendrá una celda en la que pueda encerrarse con cerrojo, a menos que el padre del monasterio haya dado ese permiso a un hermano en razón de su edad o de sus enfermedades.
108. Que nadie vaya a la granja sin haber sido enviado, salvo los pastores, los boyeros o los cultivadores.
109. Que dos hermanos no monten juntos un asno en pelo, ni se sienten sobre el pértigo de un carro.
110. Si alguien monta un asno sin estar enfermo, se apeará de él delante de la puerta del monasterio, luego marchará delante de su asno teniendo las riendas en la mano.
111. Solo los prepósitos irán a los diferentes talleres para recibir allí lo que les es necesario. No podrán ir después de la hora sexta, en que los hermanos son llamados al refectorio, a menos que haya necesidad urgente; en este caso, se enviará un semanero al padre del monasterio para advertírselo y darle a conocer lo que urge.
112. En general, sin orden del superior, nadie se permitirá entrar en la celda de otro hermano.
113. Nadie reciba nada en préstamo, ni aún de su hermano según la carne.
114. Que nadie coma cosa alguna dentro de su celda, ni siquiera una fruta habitual u otros alimentos del mismo género, sin el permiso de su prepósito.
115. Si el jefe de una casa está de viaje, otro prepósito, perteneciente a la misma nación y a la misma tribu, llevará la carga del que se va. Usará de sus poderes y se ocupará de todo con solicitud. En cuanto a la catequesis de los dos días de ayuno, dará una en su casa, y la otra en la casa de aquél a quien reemplaza
116. Hablemos ahora de los panaderos. Cuando viertan el agua en la harina y cuando amasen la pasta, nadie hablará a su vecino. Por la mañana, cuando transporten los panes sobre las planchas al horno y a los fogones, guardarán el mismo silencio y cantarán salmos o pasajes de la Escritura hasta que hayan acabado su trabajo. Si tienen necesidad de