Pacomio y sus discípulos. San Pacomio

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Название Pacomio y sus discípulos
Автор произведения San Pacomio
Жанр Философия
Серия
Издательство Философия
Год выпуска 0
isbn 9789874792327



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que por perdición merezca la de los pecadores a los que, abriéndose, tragó la tierra; que se quiebre como cántaro en la fuente de las aguas (Qo 12,6), que sea golpeado como las arenas de la costa batidas por las olas salobres, que se parta como el cetro dominador del que habla Isaías (Is 14,5) y que quede ciego, obligado a tantear las paredes con la mano (Is 59,10).

      Que todas estas calamidades le sobrevengan si no observa la verdad en sus juicios y obra con iniquidad en todo aquello que constituye la carga que recibió.

      Fin de la segunda parte

      III

      PRESCRIPCIONES Y SENTENCIAS TAMBIÉN DE NUESTRO PADRE PACOMIO

      (160) La plenitud de la ley es la caridad; para nosotros que sabemos en qué tiempos vivimos, es la hora de arrancarnos del sueño; la salud está mucho más cerca de nosotros que cuando comenzamos a creer. La noche está avanzada, el día, próximo, despojémonos de las obras de las tinieblas (Rm 13,10-20) que son las discusiones, las murmuraciones, los odios y la soberbia que infla el corazón (Ga 5,20).

      1. Si un hermano, rápido para difamar y decir lo que no es verdad es sorprendido en flagrante delito, se lo advertirá hasta dos veces. Si rehúsa con menosprecio escuchar las observaciones, será separado de la comunidad de los hermanos durante siete días y no tendrá más comida que pan y agua hasta que se comprometa formalmente a abandonar su vicio y lo pruebe (por su conducta), entonces se lo perdonará.

      2. (161) Si un hermano colérico y violento se enoja a menudo sin motivo y por cosas sin importancia alguna, será reprendido seis veces. A la séptima se le mandará levantarse del lugar en que se sienta y se lo instalará entre los últimos. Así aprenderá a purificarse de este desorden del alma. Cuando pueda presentar tres testigos seguros que prometan en su nombre que no volverá a hacer nada parecido, recobrará su puesto. Pero si persevera en el vicio, que permanezca entre los últimos. Entonces habrá perdido su rango anterior.

      3. (162) Aquél que desee imputar algo falso a otro para oprimir a un inocente, recibirá tres advertencias, después será considerado culpable de pecado, ya esté entre los más encumbrados o entre los más humildes.

      4. (163) El que tenga el detestable vicio de engañar a sus hermanos con la palabra y de pervertir a las almas simples, será advertido tres veces; si da pruebas de menosprecio, obstinándose y perseverando en la dureza de su corazón, se lo pondrá aparte fuera del monasterio y se lo vapuleará con varas delante de la puerta. Después se le llevará por comida, tan solo pan y agua, hasta que se purifique de sus manchas.

      5. (164) Si un hermano tiene el hábito de murmurar o de lamentarse, con el pretexto de que está agobiado bajo el peso de una pesada carga, se le mostrará hasta cinco veces que murmura sin razón y se le hará ver claramente la realidad. Si después de esto desobedece, y si se trata de un adulto, se lo considerará enfermo y se lo instalará en la enfermería, allí comerá como un desocupado hasta que vuelva a la realidad.

      Pero si sus lamentos son justificados y ha sido oprimido con maldad por un superior, éste, que lo ha inducido a pecar, será sometido al mismo castigo.

      6. (165) Si alguno es desobediente, porfiado, contradictor o mentiroso, si es un adulto, será advertido diez veces que se deshaga de sus vicios. Si no quiere escuchar, será reprendido según las reglas del monasterio. Pero si cae en sus pecados por la falta de otro y si esto es debidamente comprobado, el culpable será el que fue causa del pecado de su hermano.

      7. (166) Si un hermano está aficionado a reír o a jugar libremente con los niños; si mantiene amistad con los más jóvenes, será advertido tres veces que debe romper esos lazos y recordar el decoro y el temor de Dios. Si no abandona tal comportamiento, se lo corregirá como merece, con el más severo castigo.

      8. (167) Los que menosprecian los preceptos de los ancianos y las reglas del monasterio (que han sido establecidas por orden de Dios), y los que hacen poco caso de los avisos de los ancianos, serán castigados según la forma establecida hasta que se corrijan.

      9. (168) Si el que juzga respecto de todos los pecados, abandona la verdad con perversidad de espíritu o por negligencia, veinte, diez o aun cinco hombres santos y temerosos de Dios, acreditados por el testimonio de todos los hermanos, se sentarán para juzgarlo y lo degradarán; le asignarán el último lugar hasta que se enmiende.

      10. (169) El que inquieta el corazón de los hermanos y tiene palabra pronta para sembrar discordias y querellas, será advertido diez veces, si no se enmienda será castigado según la regla del monasterio hasta que se corrija.

      11. (170) Si un superior o un prepósito, viendo a uno de sus hermanos en la prueba, rehúsa buscar la causa y lo menosprecia, los jueces susodichos pondrán en claro el asunto entre el hermano y el prepósito. Si descubren que el hermano ha sido oprimido por la negligencia o la soberbia del prepósito y que éste toma sus decisiones no según la verdad sino según las personas, lo degradarán de su rango por no haber tenido en cuenta la verdad sino las personas y por haberse hecho esclavo de la vileza de su corazón antes que del juicio de Dios.

      12. (171) Si alguien prometió guardar las reglas del monasterio, comenzó a practicarlas y después las abandonó para volver enseguida a ellas arrepentido, pretextando que la debilidad de su cuerpo le impidió cumplir lo que había prometido, se lo colocará entre los hermanos enfermos, hasta que cumpla lo que prometió, después de haber hecho penitencia.

      13. (172) Si, en la casa, los niños se entregan a los juegos y a la ociosidad sin que los castigos puedan corregirlos, el prepósito mismo deberá amonestarlos y castigarlos durante treinta días. Si constata que perseveran en sus malas disposiciones y descubre en ellos algún pecado, pero no previene al padre del monasterio, él mismo, en su lugar, será sometido a un castigo proporcional al pecado que descubrió.

      14. (174) El que juzga injustamente será castigado por los otros a causa de su injusticia.

      15. (175) Si uno, dos o tres hermanos han sido escandalizados por alguna cosa y dejan su casa pero vuelven después en seguida, se indagará qué los ha escandalizado y cuando se haya descubierto al culpable se lo corregirá según las reglas del monasterio.

      16. (176) El que se hace cómplice de los que pecan y defiende a un hermano que ha cometido cualquier falta, será maldecido por Dios y por los hombres y castigado con una corrección severísima. Si se ha dejado sorprender por ignorancia sin pensar que obraba de veras de ese modo, será perdonado.

      En principio, todos los que pecan por ignorancia obtendrán fácilmente el perdón, pero el que peca con conocimiento de causa será sometido a un castigo proporcional a su acción.

      Fin de la tercera parte

      IV

      PRESCRIPCIONES Y LEYES DE NUESTRO PADRE PACOMIO CONCERNIENTES A LAS SEIS ORACIONES DE LA TARDE Y A LA SYNAXIS DE SEIS ORACIONES QUE SE CELEBRA EN CADA CASA

      1. (177) El jefe de casa y su segundo deberán tejer veinticinco brazadas de hojas de palmera para que todos los demás ajusten sus trabajos sobre sus ejemplos. Si ellos están ausentes en ese momento, el que los reemplace se aplicará a cumplir esta medida de trabajo.

      2. (178) Que los hermanos vayan a la synaxis después de haber sido convocados; antes de la señal, nadie saldrá de su celda. Si alguno transgrede estas prescripciones recibirá la reprimenda habitual.

      3. (179) Que no se fuerce a los hermanos a trabajar más; que una tarea justamente medida estimule a todos en el trabajo; y la paz y la concordia reine entre ellos; que se sometan de buen grado a los superiores ya estén sentados, caminando o de pie en sus lugares y, juntos, rivalicen en la humildad.

      4. (180) En presencia de cualquier pecado, los padres de los monasterios podrán y deberán reprenderlo y fijar la corrección que merezca.

      5. (181) El jefe de casa y su segundo solamente tendrán el derecho de obligar a los hermanos a someterse a la penitencia (por los pecados particulares), en la synaxis de la casa, y en la gran sinaxis, es decir la que celebran todos los hermanos.

      6. (182) Si un prepósito ha partido de viaje, su segundo ocupará su lugar para recibir las penitencias