Pacomio y sus discípulos. San Pacomio

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Название Pacomio y sus discípulos
Автор произведения San Pacomio
Жанр Философия
Серия
Издательство Философия
Год выпуска 0
isbn 9789874792327



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de viaje.

      5. Los enfermos son restablecidos gracias a cuidados admirables y comidas copiosas. Los que se hallan en buena salud se benefician41 de una abstinencia más severa; ayunan dos veces por semana, los miércoles y viernes, salvo durante el tiempo que va de Pascua a Pentecostés. Los demás días, los que lo desean comen después de la hora sexta42, y a la tarde se vuelve a poner la mesa a causa de los que trabajan, de los ancianos, de los niños y del intensísimo calor. Algunos comen poco la segunda vez, otros se contentan con una sola comida: el almuerzo o la cena. Algunos toman sólo un poco de pan y salen del refectorio43. Todos comen al mismo tiempo. Cuando alguno no quiere ir a la mesa, recibe en su celda solamente pan, agua y sal, todos los días o día por medio según lo desee.

      6. Los hermanos que practican un mismo arte son congregados en una casa bajo la autoridad de un prepósito. Por ejemplo: los que tejen el lino son reunidos en un grupo, los que hacen las esteras constituyen una sola familia. Lo mismo pasa con los sastres, los que fabrican las carretas, los obreros, los zapateros; estos grupos están gobernados cada uno por su prepósito, y cada semana dan cuenta de sus trabajos al padre del monasterio.

      7. Los padres de todos los monasterios tienen un solo jefe que habita en el monasterio de Pbow44. En Pascua, todos, excepto aquellos cuya presencia es indispensable en sus monasterios, se reúnen en torno a él, de modo que casi cincuenta mil hombres celebran juntos la fiesta de la Pasión del Señor.

      8. En el mes de Mesorí45, es decir, en agosto, a ejemplo de la remisión del año jubilar (cf. Lv 25) hay días en que a todos les son perdonados los pecados y en los que se reconcilian los que han tenido cualquier altercado. Luego se designan los jefes, los ecónomos, los prepósitos, los oficiales subalternos de los diferentes monasterios según sus necesidades.

      9. Los de la Tebaida dicen todavía que Pacomio, Cornelio y Syro (este último vive aún y según cuentan tiene más de 110 años), aprendieron de boca de un ángel un lenguaje misterioso que les permite escribirse y comunicarse con la ayuda de un alfabeto espiritual, insinuando bajo ciertos signos y símbolos, sentidos escondidos. Hemos traducido a nuestra lengua estas cartas, que también han sido leídas entre los monjes coptos y griegos, y cuando encontramos esos mismos signos (del alfabeto místico) los hemos copiado.

      Hemos imitado la simplicidad de la lengua copta movidos por el cuidado de dar una interpretación fiel, no fuera que una traducción pedante hiciera concebir una idea falsa de esos hombres apostólicos, completamente impregnados de la gracia del Espíritu. En cuanto a las otras cosas que están contenidas en sus tratados, no he querido exponerlas para que aquellos a los que deleite el amor de la santa “Koinonía”46 las aprendan en sus autores y beban en la fuente misma en lugar de hacerlo en los arroyos que de ella nacen.

      I

      PRESCRIPCIONES DE NUESTRO PADRE PACOMIO, HOMBRE DE DIOS, QUE FUNDÓ LA VIDA CENOBÍTICA EN SUS ORÍGENES POR ORDEN DE DIOS

      Aquí comienzan los preceptos

      1. El que viene por primera vez a la synaxis47 de los santos48, será introducido por el portero como se acostumbra, el cual lo acompañará desde la puerta del monasterio y lo hará tomar asiento en la asamblea de los hermanos49; no le será permitido cambiar de lugar, ni modificar su rango; esperará que el oikiakos, es decir el prepósito de la casa, lo instale en el puesto que le conviene ocupar.

      2. Se sentará con todo decoro y modestia, poniendo debajo suyo la parte inferior de su piel de cabra que se ata sobre el hombro, y cerrando cuidadosamente su vestido, es decir la túnica de lino sin mangas, de manera que tenga las rodillas cubiertas.

      3. Cuando se oiga la voz de la trompeta que llama a la synaxis, en el mismo momento saldrán de la celda, meditando un pasaje de las Escrituras hasta llegar a la puerta del lugar de la synaxis.

      4. Cuando vayan a la iglesia para tomar el lugar en el que deben estar sentados o de pie, tendrán cuidado de no aplastar los juncos remojados y preparados para el tejido de las cuerdas, no sea que la negligencia de uno ocasione algún daño, aunque fuera mínimo, al monasterio.

      5. A la noche, cuando se haga oír la señal, no te demores junto al fuego que se enciende habitualmente para calentar el cuerpo y defenderse del frío.

      No permanezcas sentado sin hacer nada durante la synaxis, por el contrario: prepara con mano vigilante los juncos que servirán para trenzar las cuerdas de las esteras. Sin embargo, evita que llegue al agotamiento el que tiene un cuerpo débil; a ese tal se le otorgará el permiso de interrumpir de tiempo en tiempo su tarea.

      6. Cuando aquél que ocupa el primer lugar haya golpeado las manos, recitando de memoria algún pasaje de las Escrituras, para dar la señal del fin de la oración, ninguno tardará en levantarse, por el contrario, todos se levantarán al mismo tiempo.

      7. Nadie observe a otro hermano que estuviere trenzando una cuerda o rezando; que sus ojos estén atentamente puestos sobre su propio trabajo.

      8. He aquí los preceptos de vida que los ancianos nos han transmitido. Si ocurre que, durante la salmodia, las oraciones o las lecturas, alguno habla o se ríe, desatará al instante su faja e irá a ponerse delante del altar con la cabeza inclinada y los brazos caídos. Después que el padre del monasterio lo haya reprendido allí, repetirá esta misma penitencia en el refectorio, cuando estén reunidos todos los hermanos.

      9. Cuando durante el día haya resonado la trompeta para la synaxis, el que llegase después de la primera oración será corregido por el superior con una reprimenda y permanecerá de pie en el refectorio.

      10. Pero, durante la noche, ya que (a esas horas) se concede más a la debilidad del cuerpo, el que llegase después de las tres primeras oraciones, será corregido de la misma manera en la iglesia y en el refectorio.

      11. Cuando los hermanos estén orando durante la synaxis, nadie saldrá sin orden de los ancianos, o sin haber pedido y obtenido el permiso de salir para las necesidades naturales.

      12. Nadie distribuirá los juncos que sirven para trenzar las cuerdas, a no ser el que está de servicio durante la semana. Si estuviera impedido de hacerlo por causa de un trabajo justificado, se esperarán las órdenes del superior.

      13. Para el servicio de la semana en cada casa, no se escogerá a los que tienen los primeros lugares y recitan pasajes de la Escritura en la asamblea de todos los hermanos. Se elegirá por orden a los hermanos que están sentados y se ponen de pie, los que fueren capaces de repetir de memoria lo que se les haya encomendado.

      14. Si un hebdomadario se olvida o vacila al recitar algo, recibirá la corrección que merecen la negligencia y el olvido.

      15. Ningún hebdomadario estará ausente el domingo, y cuando se hace la oblación, porque debe ocupar el lugar del cantor para responder al que salmodia. Esto concierne al menos a los que pertenecen a la casa que está de servicio de gran semana50. Porque hay en cada casa un servicio de pequeña semana asegurado por un número menor de hermanos. Si este número debiera aumentarse, el jefe de la casa de gran semana llamará a otros hermanos del mismo grupo al que pertenece su casa. Pero sin orden suya nadie que pertenezca a otra casa del mismo grupo salmodiará. Y le estará absolutamente vedado a un hermano de una casa el participar en el servicio de semana de otra casa, a menos que pertenezca al mismo grupo, o tribu, que la suya. Se llama tribu al grupo de tres o cuatro casas (este número varía) según el número de hermanos y la importancia del monasterio, lo que podríamos llamar familias o clanes de una misma nación.

      16. Ninguno recibirá el permiso de salmodiar los domingos o durante la synaxis en que debe ofrecerse la oblación, excepto el jefe de la casa y los ancianos del monasterio a quienes por alguna causa les competa esta función.

      17. Si un anciano se equivoca cuando salmodia, es decir cuando lee el salterio, se someterá al punto, delante del altar, al rito de la penitencia y de la reprimenda.

      18. El que sin permiso del superior saliera de la synaxis, en que se ofrece la oblación, será reprendido al instante.

      19. Por la mañana, en cada casa, después de concluida la oración,