Название | El Último Tinigua |
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Автор произведения | Hugo Mantilla Trejos |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789585900806 |
que sufren, que gimen,
los que lloran tristes al pie de los yopos
sintiendo tu olvido?
¡Señora Colombia
te ha nacido un hijo!
no es blanco, no es negro,
¡es puro, es un indio!
Indio soy.
Estoy firme mirando
la inmensidad de la llanura.
Tras de mí está la selva . . .
ella ha sido mi cuna
y la de mis hermanos
que hace tiempo se fueron
para un país lejano.
Esa selva es mi madre…
conocí en lunas claras
sus misterios lejanos
y en soleadas mañanas
el canto de los pájaros.
Me enseño a hacer la flecha
y a manejar el arco
y a conocer el rumbo
por sus ríos verdes claros.
Fuera de ella
está el inmenso llano. . .
a él no tengo derecho
porque eso es de los blancos,
esos que nos destruyen,
los que nos humillaron,
desde cuando Colón
con sus hombres pisaron
éstas tierras tan nuestras. . .
mi suelo americano.
Cuando yo llego a un pueblo
se me quedan mirando
y al no entender mi lengua
se van de mí burlando
señalando mi rostro
y mis pobres harapos
que traje de la selva
hechos de matapalo.
Pero yo los entiendo,
los entiendo y recalco
que son seres sin alma,
son seres desgraciados
que se prenden del mundo,
que se ríen de sí mismos
y del dolor causado.
Yo no soy de esa casta
pues jamás me rebajo:
soy indio por ancestro
y de serlo me jacto.
Yo no tengo gobierno
pues yo mismo me mando,
pero dirán entonces
que soy un renegado?.
No, no es eso;
lo que pasa es que escucho
que dicen de soldados
que ellos mismos se acaban,
se están acribillando,
y eso me hiela el cuerpo
y trae de mi pasado
recuerdos imborrables
cuando me destruyeron
a mis antepasados.
Quisiera dar un grito,
a todos estrujarlos,
gritar de que soy libre,
de que soy un tucano,
de que mi raza india,
no debe relegarse,
para que si me escuchan
en el país lejano
donde un día se marcharon
con chinchorro y mujeres
toditos mis hermanos
recuerden que en la selva
los estoy esperando.
Quizás, cuando en sus marchas
ya se sientan cansados
y me cuenten que fueron
a ese país arcano,
a una tierra con nombre
de suelo colombiano,
que vieron sus montañas
y sus picos nevados
blancos como los lirios
cuando comienza mayo.
Que mas podré decir?.
Que estoy viejo y cansado.
Que un dolor muy profundo
a mi cuerpo ha abrazado,
que cuando se oscurezca,
cuando cierre mis párpados
antes de que yo expire
en un grito pagano,
diré: Que yo nací en la selva,
la que me dio la mano,
que del blanco iracundo
yo soy su antepasado,
que soy su misma sangre,
que jamás he llorado,
que yo tengo derecho a ser americano
y más que todo esto,
a ser un colombiano.
Llegó la noche y acalló la selva
sirvió el silencio de mortaja al indio,
filtró la luna sus plateadas hebras
y se marchó su alma al infinito.
Aquí estoy sin parpadear
contemplando tu faz fiero Vichada.
Contemplo la belleza de tus ríos
y el profundo verdor de tus sabanas
que se extienden grandiosas e infinitas
por palmares y esteros adornadas.
Tus ríos son sierpes que impetuosos bajan
y en una trilogía cual potros briosos,
rinden sus aguas al mítico Orinoco,
el Meta, el Guaviare y el Vichada.
Que esplendoroso panorama he visto
cuando miro que en oriente se agiganta,
un sol que me recuerda al de los griegos
amantes de sus guerras y batallas.
Y en esas tardes cuando va muriendo,
despidiendo arreboles raudo