Subimos por una hendidura de la peña, cuyas paredes nos estrechaban por los dos lados y el suelo nos exigía valernos de manos y pies.
Poi che noi fummo in su l’orlo suppremo de l’alta ripa, a la scoperta piaggia, «Maestro mio», diss’ io, «che via faremo?».
Cuando estuvimos en el borde superior de la alta muralla, en lugar abierto, dije: «Maestro, ¿qué camino tomaremos ahora?».
Ed elli a me: «Nessun tuo passo caggia; pur su al monte dietro a me acquista, fin che n’appaia alcuna scorta saggia».
Y me contestó: «No des ni un paso atrás; sígueme hacia la cima del monte hasta que se nos aparezca algún guía experto».
Lo sommo er’ alto che vincea la vista, e la costa superba più assai che da mezzo quadrante a centro lista.
La cima era tan alta que se perdía de vista, y la pendiente bastante más empinada que la línea que desciende desde la mitad de un cuadrante al centro.
Io era lasso, quando cominciai: «O dolce padre, volgiti, e rimira com’ io rimango sol, se non restai».
Yo estaba cansado y empecé a decir: «¡Oh dulce padre! Vuélvete y mira, que me quedo solo si no te detienes».
«Figliuol mio», disse, «infin quivi ti tira», additandomi un balzo poco in sùe che da quel lato il poggio tutto gira.
«Hijito mío —replicó—, sube hasta aquí». Y me señalaba un resalte poco más arriba que por aquel lado rodeaba la montaña.
Sì mi spronaron le parole sue, ch’i’ mi sforzai carpando appresso lui, tanto che ’l cinghio sotto i piè mi fue.
De tal modo me animaron sus palabras, que me esforcé trepando para llegar junto a él hasta que tuve bajo mis pies aquella cornisa.
A seder ci ponemmo ivi ambedui vòlti a levante ond’ eravam saliti, che suole a riguardar giovare altrui.
Nos sentamos allí los dos mirando a levante, por donde habíamos subido, que suele ser grato mirar el camino hecho.
Li occhi prima drizzai ai bassi liti; poscia li alzai al sole, e ammirava che da sinistra n’eravam feriti.
Dirigí los ojos primeramente hacia abajo, después los alcé al sol y me admiré de que sus rayos nos herían por la izquierda.
Ben s’avvide il poeta ch’ïo stava stupido tutto al carro de la luce, ove tra noi e Aquilone intrava.Ond’ elli a me: «Se Castore e Poluce fossero in compagnia di quello specchio che sù e giù del suo lume conduce, tu vedresti il Zodïaco rubecchio ancora a l’Orse più stretto rotare, se non uscisse fuor del cammin vecchio.
Bien se percató el poeta de que yo estaba estupefacto al ver el carro de la luz empezando a pasar entre nosotros y el Aquilón,3 y entonces me dijo: «Si Cástor y Pólux4estuvieran en compañía de aquel espejo que por arriba y por abajo su luz nos envía,5 verías al Zodíaco, enrojecido, girar aún más próximo a las Osas, de no salirse fuera de su camino habitual.
Come ciò sia, se ’l vuoi poter pensare, dentro raccolto, imagina Sïòn con questo monte in su la terra staresì, ch’amendue hanno un solo orizzòn e diversi emisperi; onde la strada che mal non seppe carreggiar Fetòn,vedrai come a costui convien che vada da l’un, quando a colui da l’altro fianco, se lo ’ntelletto tuo ben chiaro bada».
Sabrás cómo pueda ser esto, si quieres pensarlo concentrándote, imaginando que el monte Sión está, respecto a este monte, sobre la tierra, de tal modo que ambos tienen un mismo horizonte y diversos hemisferios, por donde el camino que por su mal no supo recorrer Faetón6 debe ir por un lado de este monte y por el lado contrario del otro, lo que comprenderás si tu inteligencia discurre claramente».
«Certo, maestro mio», diss’ io, «unquanco non vid’ io chiaro sì com’ io discerno là dove mio ingegno parea manco,che ’l mezzo cerchio del moto superno, che si chiama Equatore in alcun’ arte, e che sempre riman tra ’l sole e ’l verno,per la ragion che di’, quinci si parte verso settentrïon, quanto li Ebrei vedevan lui verso la calda parte.
«En verdad, maestro mío —le dije—, que hasta ahora no vi claro lo que ahora comprendo para lo que mi ingenio parecía incapaz; que el círculo medio del primer móvil, que se llama ecuador en alguna ciencia7, siempre permanece entre el sol y el invierno, razón por la cual dista de aquí tanto hacia el septentrión cuanto los hebreos lo veían hacia la parte cálida.8
Ma se a te piace, volontier saprei quanto avemo ad andar; ché ’l poggio sale più che salir non posson li occhi miei».
Pero, si te place, me agradaría saber cuánto hemos de andar, que la montaña sube más de lo que puede subir mi vista».
Ed elli a me: «Questa montagna è tale, che sempre al cominciar di sotto è grave; e quant’ om più va sù, e men fa male.
A lo que me respondió: «Esta montaña es tal que siempre es penosa de subir al empezar, y cuando uno está más arriba, se hace menos difícil.
Però, quand’ ella ti parrà soave tanto, che sù andar ti fia leggero com’ a seconda giù andar per nave, Più non rispondo, e questo so per vero».allor sarai al fin d’esto sentiero; quivi di riposar l’affanno aspetta.
Por eso, cuando te parezca tan suave que andes ligero como una nave que sigue la corriente, entonces estarás al final de este sendero. Guarda para entonces tu deseo de reposar. No te digo más, pues esto solo tengo por cierto».
E com’ elli ebbe sua parola detta, una voce di presso sonò: «Forse che di sedere in pria avrai distretta!».
Cuando hubo dicho esas palabras, una voz sonó próxima: «¡Quizá tengas antes necesidad de sentarte!».
Al suon di lei ciascun di noi si torse, e vedemmo a mancina un gran petrone, del qual né io né ei prima s’accorse.
«Al oírla, los dos nos volvimos, y vimos a mano izquierda un gran peñasco, del cual ni él ni yo nos habíamos dado cuenta.
Là ci traemmo; e ivi eran persone che si stavano a l’ombra dietro al sasso come l’uom per negghienza a star si pone.
Nos llegamos allí donde había unas almas que estaban a la sombra detrás de la peña, como el hombre que por pereza se está quieto.
E un di lor, che mi sembiava lasso, sedeva e abbracciava le ginocchia, tenendo ’l viso giù tra esse basso.
Y una de ellas, que me pareció cansada, estaba sentada abrazándose las rodillas, teniendo el rostro bajo entre ellas.
«O dolce segnor mio», diss’ io, «adocchia colui che mostra sé più negligente che se pigrizia fosse sua serocchia».
«¡Oh dulce señor mío! —dije—. Fíjate en ese que se muestra más perezoso que si la pereza fuese su propia hermana».
Allor si volse a noi e puose mente, movendo ’l viso pur su per la coscia, e disse: «Or va tu sù, che se’ valente!».
Entonces se volvió a nosotros, nos miró, dirigiéndonos la vista por encima de los muslos y dijo: «Vete tú para arriba, ya que eres tan valiente».
Conobbi allor chi era, e quella angoscia che m’avacciava un poco ancor la lena, non m’impedì l’andare a lui; e posciach’a lui fu’ giunto, alzò la testa a pena, dicendo: «Hai ben veduto come ’l sole da l’omero sinistro il carro mena?».
Conocí entonces quién era, y la fatiga, que me cortaba aún un poco el aliento, no me impidió acercarme a él. Después que estuve a su lado, alzó la cabeza apenas, diciendo: «¿Has visto bien cómo el sol dirige su carro por tu lado izquierdo?».
Li atti suoi pigri e le corte parole mosser le labbra mie un poco a riso; poi cominciai: «Belacqua, a me non doledi te omai; ma dimmi: perché assiso quiritto se’? attendi tu iscorta, o pur lo modo usato t’ha’ ripriso?».
Sus hechos lentos y sus palabras cortas entreabrieron mis labios con una sonrisa y después dije: «Belacqua9, ya no me duelo de ti; pero dime: ¿por qué estás sentado aquí precisamente? ¿Esperas a tu guía o tus antiguas costumbres se han apoderado de ti?».
Ed elli: «O frate, andar in sù che porta? ché non mi lascerebbe ire a’ martìri l’angel di Dio che siede in su la porta.
Y me contestó: «¡Oh hermano! Con subir allí, ¿qué se gana? Pues no me dejará llegar al sitio de expiación el ángel de Dios que está sentado a la puerta.
Prima convien che tanto il ciel m’aggiri di fuor da essa, quanto fece in vita, per ch’io ’ndugiai al fine i buon sospiri,se orazïone in prima non m’aita che surga sù di cuor che in grazia viva; l’altra che val, che ’n ciel non è udita?».
Primero es necesario que el cielo dé tantas vueltas en torno mío, estando yo afuera, cuantas dio en mi vida,10porque yo aplacé hasta su fin los buenos suspiros, si antes no me ayudan las oraciones nacidas de un corazón que viva en gracia. ¿Qué valen las otras si no son oídas en el cielo?».11
E già il poeta innanzi mi saliva, e dicea: «Vienne omai; vedi ch’è tocco meridïan dal sole, e a la rivacuopre la notte già col piè Morrocco».
Pero el poeta subía delante de mí diciendo: «Ven ya. Mira que el sol toca al meridiano y Marruecos se cubre