Teorizando desde los pequeños lugares. Roberto Almanza Hernández

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Название Teorizando desde los pequeños lugares
Автор произведения Roberto Almanza Hernández
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789587462999



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“el proyecto humano” son necesaria y forzosamente siempre éticos. La colonialidad como un encierro en la apreciación que uno tiene de su propio sentido del yo en la única, completa y universal explicación de lo humano, es asimismo un encierro en el hecho de que nosotros no tenemos que aprender nada de ellos. Nosotros podemos aprender acerca de ellos, en el mismo modo en que podríamos aprender acerca de la flora o la fauna local en un territorio extraño (y la historia de la antropología es abundante en ejemplos de esta perspectiva en el estudio de los seres humanos), pero ellos no tienen nada que enseñarnos a nosotros, con la probable excepción de ser reflejo de nuestros orígenes bárbaros. Siguiendo el reclamo de Fanon (2008) de que en el contexto colonial el colonizado no posee “resistencia ontológica” según la perspectiva del colonizador (p. 90), se puede agregar que tampoco hay resistencia epistémica. Recuperando el reto de Wynter de que conseguir el proyecto humano implica consecuentemente no solo el compromiso epistémico para buscar y abrirse a la resistencia y a la fricción, sino igualmente el compromiso ético con la idea de que los otros, especialmente quienes han sobrevivido en la parte inferior de la modernidad, tienen resistencia que ofrecer.

      Dicho de otra manera, uno debe, si es que está comprometido con el proyecto humano, afirmar (en el más amplio sentido del término) la capacidad de todos, pero especialmente de los condenados de la tierra, para contestar y resistir el sentido del yo de uno. Es solamente de esta manera que podemos cerrar la “brecha peligrosa” y tomar con seriedad el significado del principio sociogenético. Además, esto significa que la diversidad humana no es un obstáculo que lamentar para el sueño del humanismo universal, sino que, por el contrario, es una condición para la posibilidad de resistencia epistémica, para aprender los unos de los otros y para comprender la verdad como dinámica. La universalidad que se encuentra en el proyecto humano es, de esta manera, incompatible con la homogeneidad o con las políticas del totalitarismo y el asimilacionismo. La comprensión debe ir en dirección de que las Américas no son el único territorio en y a través del cual toma realidad este proyecto, sino que es solo uno de ellos. La filosofía y los filósofos pueden ya sea apartarse del eurocentrismo y de la mentalidad localista (parroquialismo) con la finalidad de abrazar y avanzar este proyecto, o permanecer indiferentes, en el mejor de los casos, o continuar como agentes de la colonialidad, en el peor de ellos.

      Traducción de Miguel Ángel Adame Cerón

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      1. Enfatizo aquí en “colonial” para dejar abierta la posibilidad de que ello no solo se refiere al encuentro entre europeos y los pueblos del hemisferio occidental, tal como está planteado el problema, sino, por el contrario, se refiere también al carácter colonial mismo de este encuentro. Además, esto deja abierta la posibilidad de que los encuentros anteriores a 1492 pudieron no haber tenido el mismo carácter colonial.

      2. Por supuesto, mi perspectiva aquí sobre el colonialismo hace la distinción central europeos/no europeos y aún más entre europeos, mujeres, pobres, homosexuales y discapacitados, donde todos ellos, de diferentes formas, son ejemplificaciones de este “otro humano del hombre”

      3. Esto no implica que fue un proceso simple o sencillo, ni implica negar que existen reales y significativas diferencias internas al interior de Europa. Pongamos un simple ejemplo: el estatus de España como europea, desde el punto de vista de los europeos del norte, fue, siempre y de muchas maneras que aún están presentes, significativamente dudoso (véase Greer, et. al., 2007). Con ello no queremos sugerir que Europa se ha desarrollado al mismo tiempo y de una sola vez bajo una identidad monolítica libre de tensiones internas (y aun de contradicciones), sino que llama la atención por relevante que dichas diferencias internas fueran mucho menos sobresalientes fuera o al exterior de Europa.

      4. En mi propio trabajo he descrito este “sentido del yo” como uno en el cual el hombre europeo se concibe a sí mismo como la más pura forma de lo humano y el colonialismo como un esfuerzo por purificar el mundo, llevándolo bajo el dominio de la más alta y la más pura manifestación de humanidad (consúltese Monahan, 2011, pp. 53-182).

      5. Mi uso aquí del pronombre masculino es un reconocimiento deliberado de la manera