Название | Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017 |
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Автор произведения | Franklin Maiguashca |
Жанр | Зарубежная деловая литература |
Серия | Elementos de Economía |
Издательство | Зарубежная деловая литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789978681695 |
Llegó un momento en el que se decidió probar este material en otros ámbitos. En versiones dimensionadas, en función de las audiencias, se lo incorporó a cursos introductorios dentro y fuera de la carrera de Economía, y a cursos avanzados. La retroalimentación fue muy fructífera. Poco a poco, el material adquirió posibilidades de comunicación a audiencias más amplias y, siempre con la ayuda de los estudiantes del MDI, sirvió para pulir las formas de acceder a un público cada vez más extenso. Así llegó el momento de presentarlo en sociedad, no solo para justificar su existencia sino porque el contenido se presta para impulsar reflexiones que ayudan a superar las dificultades económicas que han enfrentado los ecuatorianos en estos últimos años.
SÍNTESIS DEL CONTENIDO
El libro consta de diez capítulos distribuidos en tres partes, y cubre el período que va desde los inicios, en 1965, de la era petrolera en Ecuador hasta lo que parece ser su posible fin, en 2017. En la primera parte, se dilucidan en sendos capítulos tres preguntas que delimitan el territorio en el cual este texto se mueve: ¿qué es una economía con minúscula?, ¿qué es la Economía con mayúscula? y ¿qué es el Producto Interno Bruto (PBI)? En la segunda, en los capítulos del cuatro al seis, se estudia el desempeño de los tres componentes claves de la base productiva del país: el sector agropecuario, el industrial y el comercio exterior. En la tercera, en los capítulos del siete al diez, se examinan las vicisitudes de los sectores público, financiero, social y de la construcción como los componentes sine qua non del entorno institucional que ha enmarcado la vida económica del Ecuador en el período estudiado.
En el capítulo 1, se argumenta que desde que el ser humano bajó de los árboles, hombres y mujeres, en su calidad de sapiens, han desarrollado tecnologías y se han organizado socialmente para adaptarse a los hábitats que el azar les ha deparado, para asegurar su supervivencia. También se afirma que un componente integral de estas estructuras es que los grupos humanos han desarrollado sistemas para producir y distribuir los bienes y servicios requeridos para esa supervivencia, y que a estos mecanismos bien se los puede identificar como sus “economías”. Se expone que en el tiempo y en el espacio, los humanos han conformado con estas economías una variedad de modalidades organizacionales que es posible agrupar en cinco categorías: las basadas en la tradición, las que dependen del mandato de una autoridad central, las que se centran en el sistema de mercado, las que funcionan como economías mixtas, y las que se caracterizan por ser estructuras dualistas. Con los años y con la historia, estas diferentes formas de ser y de hacer dan origen a un caleidoscopio de arquitecturas y hoy, a pesar de la globalización, nos resulta imposible hablar de “economías de talla única”. Ante esta realidad, el capítulo se cierra ampliando la definición de Economía para poder abarcar estas diversidades.
El capítulo 2 destaca que, si bien la definición tradicional que dice que la Economía es el estudio de la asignación eficiente de recursos escasos es un buen punto de partida para no dejarla corta en sus alcances, se la debe ampliar en forma explícita para incluir las realidades ecológicas, tecnológicas, socioculturales e históricas de las economías de los conglomerados humanos. Esta posición se sustenta con argumentos como los siguientes: la crisis en la que está inmersa la disciplina desde hace años por las limitaciones de la definición tradicional, el peso que estas limitaciones tienen cuando se trata de estudiar países plurinacionales y pluriculturales como Ecuador, y los ejemplos que Adam Smith, Alfred Marshall y Dani Rodrik plantean con sus concepciones amplias de la Economía. En relación con su crisis, en la actualidad hay por lo menos cuatro dicotomías prevalentes que polarizan a los economistas: Econs vs. Humans, Estado vs. mercado, ciencia vs. disciplina y eficiencia vs. eficacia; en todos estos casos, el elemento disociador es la ideología que profese el profesional de turno. En la última sección se presenta una muestra de la arrogancia y autosuficiencia frecuentes en los pronunciamientos de profesionales. Se cierra el capítulo dejando constancia de cómo personajes de la talla de Keynes, Hayek, Drucker y Rodrik, de tiempo en tiempo, han hecho elocuentes llamados a la humildad a sus colegas.
El capítulo 3 introduce al estudio del Producto Interno Bruto (PIB), un personaje de mucha popularidad del cual poco conoce la gente. Al inicio se deja en claro que hay tres maneras de definirlo y que, no obstante su amplitud, hay temas que quedan fuera, como la producción de bienes intermedios, el trabajo de las amas de casa y la depredación del medio ambiente. Se sabe que es una medida incompleta de la actividad económica de un país y un indicador inadecuado del bienestar de la gente de una nación. Se recalca que, para propósitos de una rápida evaluación del desempeño de una economía, el concepto que más se utiliza es el PIB real per cápita; esto es, el PIB sin inflación y dividido por la población. De todos modos, se puntualiza que desde 1990, para realizar análisis más detenidos del desarrollo de las naciones, existe una nueva métrica: el Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual, además del PIB, incluye la salud y la educación como componentes claves del bienestar de la gente. En el caso ecuatoriano, se analiza al PIB por los usos que de él se hacen, como el consumo de los hogares, la Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF) o inversión, y las exportaciones netas, y por el lado de las industrias que lo originan como agrícola, manufacturera, petrolera, construcción y de servicios. En ambos casos se estudian los comportamientos de sus componentes en el período 1965-2017. Por último, se explica cómo se contabiliza la compra y venta de productos intermedios que, por no estar incluidos en el PIB, rara vez se toman en cuenta. Con demasiada frecuencia esta práctica subestima en forma grave la producción total de la economía de una nación.
El capítulo 4 estudia el sector agropecuario. Se ingresa así a lo que Adam Smith llama “la ruta de la opulencia”: empieza con la agricultura, continúa con la industria y concluye con el comercio internacional. En las dos secciones iniciales se estructura un andamiaje conceptual que sustenta los argumentos de las secciones restantes. La primera parte familiariza al lector con características muy propias del sector agropecuario. Destaca que hasta no hace mucho la participación humana en sus procesos productivos había sido consecuente con la naturaleza, pero, con el advenimiento de la ingeniería genética esta se ha vuelto alarmantemente interviniente. En la segunda sección se propone un marco estratégico que impulse el desarrollo del sector. El propósito central es generar un círculo que, promovido por mecanismos de asociación y acción colectiva, capture la sinergia de las siguientes fuerzas: aumentos en la productividad de las unidades productivas, conversión de estos incrementos en mejores ingresos para los productores y traducción de estas mejoras en progresos tangibles en la calidad de vida de sus familias. En la tercera sección, con el apoyo de datos obtenidos desde 1965 hasta 2013, se formula la hipótesis de que cuando los cultivos se mueven en mercados informales e ineficientes, como sucede con la mayoría de productos de primera necesidad, los ingresos de los productores sufren un deterioro notable, pero cuando los mercados se formalizan y se vuelven cada vez más eficientes, como es el caso de la agricultura por contrato, los ingresos de los productores mejoran sensiblemente. En la última sección, al examinar esta hipótesis con detenimiento, con cifras tomadas desde 1965 hasta 2010, se encuentra que cuando las políticas gubernamentales