Название | El golpe de Estado más largo |
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Автор произведения | Gonzalo Varela Petito |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786072924437 |
—Unidad y Reforma (UyR) con la lista electoral 15 (por lo cual a menudo identificaremos a este sector también como lista 15 o quincismo)18 era encabezada por dos todavía jóvenes pero fogueados dirigentes: Jorge Batlle y Julio María Sanguinetti. El primero, ganador en competencia abierta del liderazgo de este grupo que había sido de su padre, Luis Batlle Berres, sería foco de discusiones, acusaciones y rupturas: un ave de tempestades no siempre elegidas. Su prédica consistía en que Uruguay vivía de espaldas al mundo, debía abandonar su apego al pasado y modernizarse, obedeciendo a una realidad que ya no era la del batllismo benefactor de la primera mitad del siglo. Se vinculaba por tanto a la abolición del colegiado y a los programas de ajuste económico y liberalización comercial. Era propietario y director del vespertino Acción.19 Los quincistas sumados a los reeleccionistas, integraban el Acuerdo Nacional interpartidario que se formó en 1972 con legisladores colorados y de la minoría blanca, en apoyo a las políticas del gobierno. Sus miembros se autodenominaban sin que ello fuera denigrante “acuerdistas”, como también les llamaba la oposición con ánimo crítico.
—Por la Unión del Partido, con la lista 315, más que un sublema una persona: el senador Amílcar Vasconcellos, el último auténtico batllista según Wilson Ferreira Aldunate. En el tramo de 1968 a 1973, político con votos menguantes y ciudadano en su mejor hora. Opuesto a Pacheco, a Bordaberry y a los militares golpistas, en tanto colegialista ortodoxo era enemigo de la reforma constitucional de 1967, en lo que coincidía con el matutino El Día de alta circulación, propiedad de los descendientes de José Batlle y Ordóñez. (Pero tanto José como Luis Batlle hubieran preferido el gobierno colegiado de un solo partido, antes que las fórmulas de cogobierno bipartidista pactadas en 1918 y 1952.)
II. Dentro del Partido Nacional o Partido Blanco:
—Por la Patria (plp, sublema que tomó la consigna que fuera del caudillo blanco Aparicio Saravia y antes del héroe nacional José Artigas). Lista 4, pero más evocadora que el número es la personalidad brillante de Wilson Ferreira Aldunate, que a partir de 1970 lograría una reagrupación partidaria si no completa muy abarcadora, difícil en décadas anteriores. Como si hubiera aprendido en carisma y pasión de Luis Alberto de Herrera a quien no conoció personalmente, pero su ideario democrático y desarrollista era distinto y no polarizaba ni generaba rechazos tan fuertes en la minoría del lema, a la que también benefició por la acumulación de votos en 1971. Adoptó desde su campaña del mismo año, la modalidad brasileña de que el líder fuera llamado preferentemente por su nombre de pila antes que por su apellido (simplemente Wilson).
—Movimiento Nacional de Rocha, mnr (o solo Movimiento de Rocha) fundado por el extinto Javier Barrios Amorín, con fuerte impronta en la moralidad personal y política. Su principal dirigente era el maestro Carlos Julio Pereyra, compañero de fórmula electoral (en tanto candidato a la vicepresidencia) de Ferreira Aldunate en 1971. En las páginas que siguen distinguiremos a menudo las opiniones de uno y otro, pero dadas las fuertes coincidencias, hablaremos también de ferreirismo abrazando posturas de sus dos agrupaciones en conjunto. No tenían ambas un diario que les respondiera, sino una publicación periódica crítica, Opinión Nacionalista. La convicción del ferreirismo expresada por el Honorable Directorio del Partido Nacional en que predominaba, era que el reeleccionismo le había arrebatado mediante fraude el triunfo electoral de 1971, pero reivindicando que su intransigencia con Bordaberry no era solo por esto, sino porque el presidente era incapaz de dialogar en función de un programa que convocara a todos los partidos del país.
—Unión Nacional Blanca (unb) lista 400 de los hermanos Wáshington y Enrique Beltrán —senador y diputado respectivamente— descendiente a grandes rasgos de los blancos independientes separados del partido en 1931 (y vueltos a él por iniciativa de los Beltrán entre 1954 y 1958). Grupo especialmente representativo de votantes de clase media y alta urbanas, con énfasis en la honradez y la legalidad, estaba siendo largamente rebasado por el liderazgo de Ferreira que antes perteneciera a sus filas. Sin embargo tendría una participación significativa en las definiciones del Parlamento en contra del golpismo de Bordaberry, no obstante ser integrante del Acuerdo Nacional en apoyo a las políticas oficiales. Presidente rotativo por un año del último Consejo Nacional de Gobierno en 1965-1966, Wáshington Beltrán describiría en un libro de memorias como una política de buena voluntad basada en la colaboración entre los dos partidos tradicionales resultaba imposible en Uruguay. Era solo codirector del matutino nacionalista El País de elevada circulación, por lo que el diario no respondía estrictamente o siempre a sus opiniones. Manteniendo sus diferencias, la unb había concurrido en 1971 como sublema tras la candidatura presidencial de Ferreira Aldunate.
—Alianza Nacionalista, grupo herrerista liderado por el anciano Martín R. Echegoyen, de reconocida cultura jurídica y citas en latín que le hicieran objeto de broma por los menos letrados. En el pasado brazo derecho de Herrera y en el presente oscilante cuando no claudicante, en función de una óptica conservadora, pero sobre todo por lo que entendía como política de coparticipación en el gobierno a toda costa, que le llevaría a integrar con su sector el Acuerdo Nacional de 1972 y en 1973 a ser presidente del Consejo de Estado de la dictadura. Y por ello intransigente opositor a la abolición del Ejecutivo colegiado y del tres y dos en la dirección de los entes públicos,20 no dejando de señalar el error fatal que en su opinión significara la reforma constitucional de 1967.
—Aliado al anterior pero con personalidad propia, el Movimiento Herrera-Heber de los hermanos Alberto (Titito, en los ambientes familiar y político) y Mario Heber Usher, el primero perdido en un rumbo incoherente, el segundo empeñado más seriamente junto con su joven colaborador Luis Alberto Lacalle (nieto de Herrera) en la recuperación del declinante herrerismo. A diferencia de la Alianza, este sector había llevado una fuerte política de cuestionamiento del gobierno de Pacheco. A sus filas habían pertenecido otros políticos como Walter Santoro y Héctor Gutiérrez Ruiz, que luego pasarían a Por la Patria al lado de Ferreira. Integrante del Acuerdo Nacional, el Movimiento no tenía un medio periodístico propio tras el cierre de El Debate que fundara Herrera, pero al igual que otros grupos nacionalistas podía recurrir eventualmente a El País, donde mantenía una sección fija controlada por Alberto Heber. El candidato presidencial de ambos sectores herreristas en 1971 había sido el general conservador retirado Oscar Mario Aguerrondo, que había obtenido una minoritaria pero significativa votación.
III. La izquierda estaba casi totalmente concentrada desde 1971 en el Frente Amplio (fa). Con poca autocrítica políticos tradicionales calificarían a la coalición de “colcha de retazos”, dada la variedad de fuerzas conjugadas; como si el Partido Nacional no se hubiera fracturado durante décadas porque los blancos no se soportaban dentro de un mismo lema y el Partido Colorado no hubiera perdido las decisivas elecciones de 1958, entre otras causas por la guerrilla civil de los grupos batllistas enemistados. Como si Batlle y Ordóñez no hubiera sufrido la más fuerte oposición de excolaboradores y correligionarios que contribuyeron a su derrota en 1916, y Herrera no hubiera tenido un permanente adversario en Juan Andrés Ramírez y otros blancos independientes.
En cambio el Frente Amplio trató de subsanar las críticas que dirigía la izquierda a los tradicionales, no solo por razones ideológicas y programáticas, sino también organizativas. La unidad que aquellos mantenían gracias a la ley de lemas que los obligaba a juntarse para acumular votos, la buscó el Frente adoptando el compromiso de tomar decisiones unificadas por medio de autoridades comunes y un programa compartido. Cosa que blancos y colorados difícilmente habían logrado en forma sostenida a lo largo de su historia, sustentando el juicio, incluso en propias filas, de que no eran verdaderos partidos