Название | El golpe de Estado más largo |
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Автор произведения | Gonzalo Varela Petito |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786072924437 |
El vicepresidente desmentiría vigorosamente los rumores de que había abandonado a Bordaberry, haciendo gestiones para sucederlo. Ferreira afirmaría que “fui el único que no le pidió la renuncia al Presidente. Todos los demás se la pidieron […] me refiero al Partido Colorado”. Pero en la Cámara de Senadores exculpó a Sapelli, con quien había estado en contacto durante la crisis. Si nos atenemos a lo que declaró este a los periodistas Caula y Silva, el malestar de Bordaberry pudo deberse al hecho de que consultado Sapelli por “dos comandantes”, habría dicho que estaba dispuesto a sucederlo en caso de acefalía y
Ese ofrecimiento […] lo supieron de inmediato todos los partidos puesto que se los comuniqué y entonces, fueron a hablar con Bordaberry para tratar de aunar criterios […] decirle lo que estaba ocurriendo y buscar una salida.
O sea que la presión sobre el presidente, el domingo y lunes de mañana para que renunciara, se habría generado a partir de una sobreinterpretación o intento de aprovechar lo que el vicepresidente comunicó. Vasconcellos aduce sin más detalle que el “reestudio” de la situación por los colorados el domingo 11, provino de que fuentes bien informadas les dijeron que Bordaberry estaba por renunciar. Una versión más incómoda sería la de que en realidad la iniciativa de sustituir a Bordaberry (siempre que renunciara voluntariamente) por un nuevo gobierno con acuerdo interpartidario habría sido de Sapelli, quien la habría conversado con militares127 y extendido a Ferreira y al Frente Amplio. Como quiera que fuera, el vicepresidente optó por desaparecer unos días.128
VIII. Boiso Lanza
Temprano en la tarde del lunes 12, buscando negociar sin mediadores, salió Bordaberry en coche de la mansión de Suárez rumbo a la base aérea de Boiso Lanza, para encontrarse con Chiappe Posse y Pérez Caldas. Su esposa Josefina Herrán, visiblemente nerviosa, temía no volverlo a encontrar en libertad. La elección de Boiso Lanza se debió tal vez a que Pérez Caldas —tras la renuncia de Zorrilla— era el único con designación formal de comandante en jefe y también porque los mandos hacían una cuestión de honor no volver a pisar la residencia oficial, tras las expresiones de repudio que habían recibido del público en el exterior. La tercera razón era que el presidente, débil y aislado, había decidido sumarse al movimiento militar. La reunión duró aproximadamente 80 minutos, retornando en helicóptero a Suárez a las 15:20. Casi enseguida, a las 15:30, se conoció una nota por la cual le encomendaba a Olazábal, “En atención a las anormales circunstancias que vive el País, bajo mi responsabilidad, sírvase hacerse cargo del Comando General de la Armada”. Era efectivamente de su responsabilidad, pues al no haber ministro de Defensa la orden llevaba exclusivamente su firma, lo que la invalidaba como resolución del Poder Ejecutivo. El nuevo jerarca castrense firmó un comunicado exculpando a la oficialidad de la Marina, reconociéndole moralidad y competencia y llamando a olvidar todo resentimiento. La discrepancia con otras armas no se habría debido a una cuestión de “conceptos sobre asuntos fundamentales de repercusión nacional […] [sino al] espíritu analítico del oficial de marina […] que lo llevaría a balancear permanentemente […] los distintos valores en juego”.129
Olazábal hubiera querido permanecer, pero estaba en la edad límite reglamentaria para ascender a contralmirante, cosa que le resultaba imposible, porque ninguno de los contralmirantes en actividad a disposición del ministerio (incluido Zorrilla) le haría el favor de retirarse abriéndole una vacante. En abril por decreto lo sustituiría el también capitán de navío Víctor González Ibargoyen, con posibilidad de ascender al grado máximo, quien había sido fundador del cuerpo de Fusileros Navales y ocupaba el puesto de prefecto naval dejado por Pinko.130
Sin dejar duda acerca de quien llevaba la iniciativa, media hora después de la nota de Bordaberry, a las 16:00 horas, la Junta de Comandantes en Jefe publicó su comunicado No. 11 anunciando la cercana concreción de un “acuerdo total” y a las 21:45 el comunicado No. 13 dio por terminadas las operaciones, gracias a “un acuerdo sobre la base de lo expresado en los comunicados 4 y 7/73 de los Mandos Militares Conjuntos”, con el fin de “brindar seguridad al desarrollo nacional en el marco del sistema democrático-republicano”. Aseguraba que siempre había existido contacto con el Poder Ejecutivo y hacía gala de “El apoyo tácito que la población del país brindara a las operaciones y gestiones”.
El martes 13 Bordaberry trasladó a Walter Ravenna de la titularidad de Interior a Defensa y al hasta entonces subsecretario del Interior, coronel y abogado Néstor Bolentini, lo designó al frente de la cartera. Ambos ministros se declaraban a favor de los comunicados 4 y 7, “plan político” de las Fuerzas Armadas. Ravenna, convertido en yesmen de los militares duraría en el puesto; a su vera fue designado director general de Defensa el coronel Hugo Linares Brum, que más tarde sería ministro del Interior. La prensa y los políticos oficialistas hacían creer o trataban de convencerse de que lo peor había pasado. En el gabinete reactivado se veían en duda Juan Carlos Blanco en Relaciones Exteriores y Ángel Servetti en Obras Públicas, pero serían confirmados de acuerdo a lo pactado, que dejaba las manos libres a Bordaberry a los efectos de estos nombramientos. Servetti, militar y contador, era cuestionado en la esfera castrense por haber servido antes en la Coprin, así como en Planeamiento y Presupuesto, sin renunciar a la actividad militar. Se suponía que valiéndose de tales contactos había ascendido a teniente coronel. En diciembre de 1972 las ff. aa. lo habían pasado a disponibilidad y cuando se presentó durante la crisis en la Región Militar No. 1 con ánimo de negociar, fue atendido por un oficial de su mismo rango que le preguntó si asistía como militar o como ministro. Suena extraño que se le reprochara el incumplimiento de criterios que la corporación armada a voz en cuello violaba al reclamar puestos en los entes públicos; pero lo hacía como institución y en nombre de la legitimidad especial que se arrogaba.131
También se despidió el 15 de febrero el secretario de la Presidencia Luis Barrios Tassano, cuya dimisión presentada a la par de los ministros fue aceptada. Se presumía que su apego al primer mandatario (o a la misión que le confiriera su sector en el cargo que ocupaba) era tal que por eso no había renunciado en octubre, cuando otros miembros de la 15 abandonaron el gabinete. Intempestivamente llamó a una conferencia de prensa y sin permitir preguntas, leyó una declaración aclarando que el único motivo de su renuncia había sido dejar en libertad a Bordaberry para resolver la crisis. Hizo elogios al presidente, confiado en que “El pueblo, sagaz juez en las horas supremas […] en su momento ratificará estos dichos”. Asumía un nuevo cargo como representante de Uruguay en el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (birf) toda vez que Bordaberry le aseguraba que no existía ninguna duda de su comportamiento. En Uruguay no se dijo más, pero en Cuba el diario oficial Granma publicó que los militares le atribuían “maniobras dolosas en la industria frigorífica, contrabando de ganado hacia Brasil y otras actividades irregulares”. Quizás por eso el descargo de Barrios Tassano parecía apuntar a un cuestionamiento relacionado con su moralidad, como confirmaría Bordaberry en posdictadura (desmintiendo la acusación). Se ha dicho también que la razón de su alejamiento fue que sirviera de vehículo para proponer a Francese, influyendo junto con Gari en Bordaberry. Sin embargo, ya antes circulaba el rumor de que las ff. aa. querían su remoción, viéndolo como un representante de la lista 15 que se oponía a las investigaciones militares sobre ilícitos socieconómicos, que según la embajada británica podían ponerlo a él mismo bajo la lupa.132
El contenido de lo arreglado entre el presidente y los militares se conocería indirecta y parcialmente, porque la negociación había quedado “reducida a un núcleo numéricamente reducido de personas, que son las únicas que han tenido acceso a la documentación”, observó El Día. Medero deslizó que no se había firmado un documento.133 A Sanguinetti, Bordaberry le habría dicho que hubo “entendimiento” mas no un convenio134 y a Campodónico, mucho después, que el memorandum fechado el 13 de febrero dado a conocer por las ff. aa. y quizás elaborado por Gregorio Álvarez (oficial que no entraba en sus simpatías) era “falso por afirmaciones y por omisiones”.135
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