Название | Pedaleando en el purgatorio |
---|---|
Автор произведения | Jorge Quintana |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412178098 |
José Luis no esperó a ver nuestra reacción. Por una vez en la vida, no había sido dubitativo. Su mensaje era tan claro que no daba pie a las preguntas. Tras pronunciar su discurso, bebió otro generoso trago y se levantó. En unos segundos se había marchado camino de su habitación dejando nuestras cabezas llenas de pensamientos. En el salón, con los ciclistas, permanecía Marcelino Sacristán. El médico se ajustó sus gafas y, en su habitual tono parsimonioso, tomó la palabra.
—Ya habéis escuchado al jefe. Ahora os explico los detalles. Hemos autorizado a dos corredores a utilizar corticoides. He consultado con colegas de otros equipos. Algunos van con los nueve corredores supuestamente lesionados y se van a reír de todo dios otra vez. También los hay que se niegan a dar corticoides y argumentan que si uno los necesita, es porque está lesionado. Y si está lesionado, debe quedarse en casa. Nosotros estaremos en el grupo de los prudentes: lo haremos con dos y esas personas ya lo saben. Eso significa que los otros siete tienen absolutamente prohibido usar cualquier corticoide. Si a alguno se le ocurre hacerlo por su cuenta, no voy a aceptar la receta aunque venga firmada por el Papa. Le despediremos. Y eso refiriéndome a corticoides que pueden ser justificados con una receta médica. De lo demás, es mejor que ni lo penséis porque os despediremos. Aquí se han acabado las tonterías. Os lo llevo diciendo todo el año y ahora es cuando algunos lo van a entender, aunque sea porque van a ver el Tour desde casa.
—¿Y los resultados? —preguntó Enrique—. ¿Tenemos todos asumido que no vamos a andar ni una mierda?
—Enrique, te soy claro: el gerente de Gigaset lo asume. José Luis lo asume. Yo lo asumo. Ahora la cuestión es: ¿tú lo asumes?
—Yo sí. Ahora lo tengo clarísimo. Pero, ¿qué pasará cuando me siente a negociar el contrato de 2009?
—¿Te crees que somos tontos? ¿Te crees que si José Luis no te quiere pagar 10 le va a pagar 20 a un tío que vuela en el Tour? Antes de fichar a cualquier ciclista le vamos a mirar las analíticas. Y ahora no es como antes. Si le pedía a un corredor sus analíticas, me podía enseñar lo que le diera la gana y con un poquito de conocimiento informático, hasta lo trucaba. Ahora es diferente. Para venir a este equipo, me tienen que dar las claves para que yo entre en su pasaporte biológico y vea los resultados de todas las analíticas oficiales y no solo de las que le interesa enseñarme. Y en cuanto vea algo raro, no firma. Os lo digo: ¡no os dais cuenta cómo está cambiando el ciclismo!
Y con esa frase nos marchamos hacia nuestras habitaciones. Enrique y yo fuimos los últimos en bajar del ascensor. Entramos en la habitación en silencio. Enrique ya había hablado en el salón y, en ese momento, parecía preferir la reflexión individual. Yo ardía por dentro, pero no sabía bien lo que debía decir.
—Tour de Francia, allá vamos —dije justo cuando apagué la luz.
—Optimista, Lucas. Así me gusta.
—¿Tú no eres optimista?
—Digamos que soy realista. Vamos al Tour y nos vamos a dar una hostia bien gorda pero, al menos, dormiremos cada noche. Otros van a arrasar. Y lo peor, son tan descerebrados que encima dormirán a pierna suelta.
—Si la UCI no les caza.
—No, no es la UCI. Esa es la clave. El Tour depende este año de la Federación Francesa por el rollo que se llevan entre los organizadores de las grandes carreras, la UCI y la liga ProTour. Pero eso nos da igual. Lo importante de verdad es que los controles están en manos de la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje: la AFLD. No olvides ese nombre. Ellos no tienen ningún deseo de mirar hacia otro lado.
—¿Tú crees que eso lo cambia todo? Pienso que será igual que otros años. Al final, es lo mismo: uno mea y los laboratorios lo analizan, ¿no?
—Solo te digo que como anden finos, esto va a ser una carnicería.
CAPÍTULO X
No es difícil correr un Tour de Francia. Lo complicado es llegar a profesionales. Son muchos los niños que empiezan en las escuelas de ciclismo y muy pocos los que firman un contrato profesional. Luego, con paciencia y trabajo, es probable que tu equipo acabe por meterte un año en el bloque del Tour. Sin embargo, en ese verano de 2008 las garantías habían saltado por los aires. No había ningún tipo de seguridad. Vivíamos las guerras entre todos los organismos del ciclismo y, al mismo tiempo, los coletazos finales de la Operación Puerto. En nuestro caso, Gigaset era uno de los que podía participar en el Tour, algo que no todos podían decir y que generaba histeria en las marcas. El mejor ejemplo era el de Astana, posiblemente el más potente equipo para vueltas de tres semanas y descartado por la organización francesa.
El conjunto de Kazajistán pagaba los errores de 2007. Los políticos de ese país habían fichado a Johan Bruyneel como nuevo gerente, aunque nadie podía garantizar que Vinokourov no siguiera moviendo los hilos por detrás. Llevaban tres gestores en tres años demostrando que corrían como un pollo sin cabeza. Habían contratado a Alberto Contador, vencedor del Tour de 2007, como jefe de filas en un bloque en el que también figuraban Klöden y Leipheimer. Eran argumentos de peso. Pero ASO cerró las puertas por lo sucedido un año antes con Vinokourov y Kashechkin. En Francia querían dar una lección de ética y demostrar que no iban a aceptar a nadie dudoso. No había espacio para los tibios y, además, después de dos victorias españolas no venía mal cargarse al principal favorito… español. Pero, sobre todo, estaban cansados de bailar cada año con escándalos y querían cortar los problemas de raíz. El Tour de 2008 tenía que ser el más limpio de la historia. Lo decían siempre que empezaba la carrera, pero ahora estaban dispuestos a tomar todas las medidas necesarias. Otra cosa es si los ciclistas estábamos dispuestos a escuchar ese mensaje.
El caso de Astana y Contador no era anecdótico. Otras figuras como Jan Ullrich, Ivan Basso o Floyd Landis también se quedaron fuera. Pero en sus casos por sanciones, así que no podían llorar. A otros como Tom Boonen se les vetó por un positivo por cocaína en mayo. El control había sido fuera de competición, por lo que el belga no podía ser sancionado desde el punto de vista deportivo. Otra cosa es que hubiera quedado como un idiota. El Tour no le dejó correr. Así de rotundos fueron en su sentencia. Para ello buscaron un artículo de redacción ambigua sobre aquellos corredores que pueden perjudicar la imagen del ciclismo. Fue suficiente para darle una patada en el culo.
La primera curiosidad de la carrera llegó en los controles antidopaje previos al inicio de la prueba. El Tour no confiaba en la UCI y encargó todo el diseño a la AFLD, es decir, la Agencia Francesa de Lucha Antidopaje. Por otro lado, la UCI no confiaba en el Tour ni en la AFLD y no quiso compartir con ellos la información que habían acumulado gracias al pasaporte biológico, así que llegamos a la salida con dos organismos peleándose por hacernos el mayor número posible de controles y de la forma más severa posible, pero convencidos también de la importancia de no compartir información. Eso no fue lo peor. Cuando el Tour entró en Italia para la disputa de una etapa, el CONI, Comité Olímpico Italiano, se unió al circo, por lo que ya teníamos una tercera institución que también se involucraba en la guerra de guerrillas. Así de absurdo era el mundo de aquellos años, con tres organismos en contra del dopaje, pero luchando entre ellos en lugar de luchar contra los tramposos.
En la primera etapa del Tour tuvimos la primera victoria española: Alejandro Valverde levantó los brazos después de un esprint portentoso en el repecho final de Brest. Para mí, no fue una sorpresa. En Talavera había jugado con nosotros como si fuéramos niños, así que lo más lógico del mundo era verle ganando apenas unos días más tarde. Sin embargo, Enrique, que ya empezaba a ser perro viejo, tenía otro punto de vista:
—Se le hará largo. Bórralo de la lista. En Dauphiné volaba, igual que en el campeonato y aquí se repite la historia. No aguantará