Relatos nada sexis. Guadalupe Eichelbaum

Читать онлайн.
Название Relatos nada sexis
Автор произведения Guadalupe Eichelbaum
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788412260021



Скачать книгу

cómo se le caería esa fachada de chico malo con la que había cargado toda la noche.

      —Voy a follarte como no te han follado nunca. —Su voz se escuchó desde el otro lado de la puerta al mismo tiempo que esta se abría con una lentitud que se me hizo eterna.

      Hubo reacción por su parte al verme, sí, pero también por la mía.

      Frente a mí, el chico de ojos negros que me había encandilado aquella noche ahora se encontraba vestido de... vaquero. De vaquero del oeste, para ser específicos. Ataviado únicamente con unos pantalones marrones y un sombrero a juego, mientras, sujetaba en una de sus manos una cuerda.

      Sus ojos me recorrieron de arriba abajo una vez más, borrando toda sonrisa de su rostro. Y, al mismo tiempo, también del mío. ¿Qué coño se suponía que estaba ocurriendo? Abrí la boca para preguntar, pero él se me adelantó.

      —Veo que me has echado de menos.

      —¿Perdón?

      —No te preocupes, no voy a hacerte esperar más. —Acompañó sus palabras de un guiño y yo me pregunté una vez más si era la única persona que estaba en sus cabales en aquella habitación.

      Tres segundos. Tres segundos era el tiempo que había conseguido quitarle la tontería. Tan solo tres segundos y ya había vuelto a ser el chico arrogante, ahora vestido de vaquero.

      Decidí arriesgarme y pensar que era una experiencia más. Que ya estaba empezado y no pasaba nada por acabarlo. Me puse en pie y, concentrándome únicamente en su rostro, me acerqué a él.

      —Tira la cuerda esa.

      —Es un lazo.

      —Me da igual.

      Sus manos me agarraban como si pensara que fuera a caerme si no me sujetaba con fuerza. Pronunció algunas palabras más, que yo callé pegando mi boca a la suya, y nos enredamos en unas sábanas que guardarían nuestra historia.

      Número Tres lo hacía todo con seguridad, parecía que sabía exactamente lo que quería y cuándo. Una pena que estuviera completamente equivocado. Aguanté pensando que quizá si cerraba los ojos aquello no era tan real. Que quizá, si solo me concentraba en el tacto, podía imaginar que era quien yo quisiera que fuera. Hasta que su mano me hizo abrir los ojos.

      —¿Qué coño haces? —pregunté, apartando sus manos de mi cuerpo.

      Él sonrió en la oscuridad, elevando una de las comisuras de sus labios.

      —A las chicas os encanta esto.

      —Soy una chica —bufé—. Y no me gusta.

      —Tienes que quedarte quieta. Verás cómo...

      No le dejé terminar la frase.

      —O dejas de hacerlo o te consuelas con tu cuerda del todo a cien.

      —Es un lazo.

      Por primera vez, su voz no fue más que un susurro tímido.

      Puse los ojos en blanco y cogí su mano con la mía. Alguien debía enseñar a aquel idiota a escuchar a una mujer, o volvería a hacer aquello con la próxima con la que se acostara. Por suerte, Número Tres no volvió a protestar en lo que duró aquello. Se dejó guiar por mí, haciendo caso a los consejos que pronunciaba, y sonrió con satisfacción cuando consiguió que ambos tuviéramos un final feliz.

      No volví a saber mucho más de Número Tres, salvo por los rumores que llegaron a mis oídos al día siguiente. Por lo visto la historia de aquella noche había viajado de boca en boca. Una misma noche con dos versiones diferentes. La suya, la del chico que hizo pasar a una desconocida la mejor noche de su vida. La mía, un polvo cualquiera que casi prefería no recordar.

      Raquel Pons García

      Raquel Pons (1993, Madrid) es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la UC3M y Máster en Marketing Digital y Comercio Electrónico por la UNIR.

      Ganadora del certamen literario de relato corto Luis García Berlanga (2008 y 2009). En julio de 2020 publica su primera obra, Los cuentos de la pandemia (Editorial Autografia). Con su relato «Maca» se convierte en coautora de Relatos nada sexis (Ménades Editorial).

      Maca

      Aún recuerdo la tácita mirada de la dependienta, analizando mis gestos temblorosos. Con las carnes muertas de vergüenza, había entrado en aquel herbolario de barrio en busca de un remedio a mi inapetencia, un sabueso en forma de planta medicinal o comprimido de equis gramos capaz de encontrar y traer de vuelta mi libido. Tras pronunciar con una impúdica falsedad el motivo de mi visita a aquel pequeño comercio de remedios mágicos, homeopáticos y sobrenaturales, la dependienta me recorrió de arriba abajo, enarcando una ceja inquisidora y sentí un rubor amenazante avisándome en las mejillas de que estaba haciendo el más puro ridículo.

      La culpa externa, la falta de indagación, el rechazo al autoconocimiento y una mirada impía hacia mí misma me llevaron a creer que no tener ganas de acostarme con mi novio era un problema fisiológico, tal vez farmacéutico, que podría solucionarse con un poco de medicina tradicional, oriental o meridional. Poco importaba, si aquella mujer me daba un remedio cualquiera y me liberaba de aquella lacónica mirada.

      Di respuesta, con prontitud y bajito, como hacia dentro, a todas las preguntas que me formuló. Dejé caer el nombre de mi píldora en mi declaración, pero tampoco funcionó. Ella indagó y siguió rastreando, tal vez con la esperanza de hacerme ver que lo que sugería era una tremenda estupidez. No cabía en ella, ni en su tienda de treinta metros cuadrados, la más mínima posibilidad de que yo, a mis veinte años, hubiera perdido el apetito sexual.

      Sin embargo, a mi entender resultaba mucho más convincente aquella sarta de excusas y alternativas plausibles que reconocer que mi pareja me había dejado de atraer.

      Después de mucho balbucear razones por las cuales yo y solo yo debía probar e intentar solucionar aquel problema, salí del herbolario con quince euros menos y cien gramos de unos polvos llamados «maca», tan repugnantes al paladar como las caricias de aquel novio mío sobre mi cuerpo desnudo y seco.

      Huelga decir que, en los meses que siguieron, los únicos polvos que saboreé fueron los de esa planta peruana, que acabaron en la basura en cuanto comprobé que ni mi libido, ni mi cuerpo, ni mi sexo teníamos ningún problema.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4RwfRXhpZgAATU0AKgAAAAgABwESAAMAAAABAAEAAAEaAAUAAAABAAAAYgEbAAUAAAABAAAA agEoAAMAAAABAAIAAAExAAIAAAAiAAAAcgEyAAIAAAAUAAAAlIdpAAQAAAABAAAAqAAAANQALcbA AAAnEAAtxsAAACcQQWRvYmUgUGhvdG9zaG9wIENDIDIwMTcgKFdpbmRvd3MpADIwMjA6MTA6Mjgg MDk6MDA6MTEAAAOgAQADAAAAAf//AACgAgAEAAAAAQAAB9GgAwAEAAAAAQAAC7gAAAAAAAAABgED AAMAAAABAAYAAAEaAAUAAAABAAABIgEbAAUAAAABAAABKgEoAAMAAAABAAIAAAIBAAQAAAABAAAB MgICAAQAAAABAAAa5QAAAAAAAABIAAAAAQAAAEgAAAAB/9j/7QAMQWRvYmVfQ00AAf/uAA5BZG9i ZQBkgAAAAAH/2wCEAAwICAgJCAwJCQwRCwoLERUPDAwPFRgTExUTExgRDAwMDAwMEQwMDAwMDAwM DAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwBDQsLDQ4NEA4OEBQODg4UFA4ODg4UEQwMDAwMEREMDAwMDAwR DAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDP/AABEIAKAAawMBIgACEQEDEQH/3QAEAAf/xAE/ AAABBQEBAQEBAQAAAA