Название | Relatos nada sexis |
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Автор произведения | Guadalupe Eichelbaum |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412260021 |
Relatos nada sexis
VV.AA.
Edición: Blanca Berjano Rodríguez
Relatos nada sexis
Primera edición, 2020
© Alicia Gil Gómez, © Ana Grandal Martín, © Ana Héron, © Ana Pellicer Vázquez, © Ana Veiga, © Andrea Zurlo, © Arancha Sanz Seligrat, © Belén Rodríguez, © Blanca Berjano Rodríguez, © Cristina Consuegra, © Elena Salvador Beraza, © Guadalupe Eichelbaum, © Jenny Guevara Hammond, © Laura López Gómez, © Leyre F. Itarte, © María Eugenia Bertone, © Mª Paz Osorio Lozano, © Matilde Tricarico D’Ambrosio, © Montse Soria, © Nela Escudero, © Princesa Consuela, © Rakel Ugarriza, © Raquel Pons García, © Sandra Vera, © Sara Sánchez de Molina Santos, © Silvia S. Muñoz,
© Solène Delrieu, © Sonia Aldama Muñoz, © Tanit A. Martínez, © Vanesa Marco
Diseño de portada:
© Sandra Delgado
© Editorial Ménades, 2020
www.menadeseditorial.com
ISBN: 978-84-122600-2-1
en colaboración con
Prefacio
Relatos nada sexis surgió como un proyecto de evasión en el auge de esta pandemia que tanto nos está trastocando la vida. Ménades Editorial acogió la idea con mucha ilusión y en seguida nos pusimos a trabajar en este libro en el que han participado autoras de diversos lugares del mundo hispanohablante y de muy variados contextos.
La idea de esta antología llevaba gestándose en mi interior desde hacía tiempo, cuando me veía inmersa en relaciones sexoafectivas que derivaban en el más absoluto desastre. Me planteé la posibilidad de exteriorizar esta problemática desde una perspectiva feminista y crear un compendio en el que muchas voces tuvieran cabida. El resultado ha sido un libro con historias muy diversas; algunas desde una perspectiva más cómica, otras narrando experiencias más trágicas (y por desgracia muy reales y a la orden del día). En esta antología, la autoficción y los testimonios se mezclan con relatos de toque surrealista o que casi rozan la ciencia ficción. Los géneros literarios también varían: aparece la prosa en su vertiente más pura junto a poemas y prosa poética. El estilo y la lengua cambian de relato a relato. De hecho, se encuentran en esta antología diferentes variantes del español, lo cual es enriquecedor y señal a su vez de que el proyecto ha traspasado fronteras.
En resumen, la aparente falta de homogeneidad en la forma no era especialmente importante para nosotras ni nos ha delimitado para configurar el libro, pues lo que verdaderamente buscábamos eran historias con las que muchas nos pudiéramos sentir reflejadas, experiencias que hemos vivido o que nos hacen recordar una parte de nosotras mismas. A veces he creído leer a mi madre o a mis abuelas en los relatos; otras veces he leído a mujeres cuyas voces han sido silenciadas por la historia.
Todos los escritos aquí presentes son valientes: algunos ahondan en experiencias incómodas, traumáticas y muy difíciles de exteriorizar; otros narran escenas sexoafectivas absurdas y con un toque de humor. Varios relatos visibilizan historias de sexualidades disidentes y colectivos históricamente oprimidos, como las lesbianas o las bisexuales. Esta diversidad, de nuevo, es algo que nutre y enriquece la antología.
En cuanto a mi labor como editora, he procurado una suerte de diálogo interno entre los relatos. El microrrelato que yo escribí y que dio origen a este proyecto lo he colocado al inicio por ser aquel que iba acompañando a las bases de la convocatoria. En cuanto al resto de textos, aquellos que empoderan a las mujeres me han servido como desenlace de otros en los que se narran el sufrimiento y las injusticias. He pretendido de este modo dotar al libro de un halo de esperanza, algo que considero necesario en los tiempos que corren.
Gracias a todas las autoras por compartir vuestras historias y por formar parte de esta antología. Gracias a Ménades por hacer un proyecto como este posible. A las futuras y futuros lectores, gracias por colaborar a que cada vez haya más autoras y se visibilicen sus historias; historias que, por otra parte, espero que os entusiasmen tanto como a mí.
Blanca Berjano Rodríguez
RELATOS NADA SEXIS
Una pareja más bien poco ridícula, la nuestra:
en vez de la luna brilla el bosque
y una ráfaga de viento le arranca a tu dama,
Píramo, su abrigo radiactivo.
Wisława Szymborska
Blanca Berjano Rodríguez
Blanca Berjano Rodríguez (Madrid, 1987) es autora del poemario Ratas en el alféizar, publicado en junio de 2019 por la Editorial Ménades. Estudió la licenciatura y el máster de Filología Clásica en la Universidad Complutense de Madrid y el máster de Enseñanza del Español como Lengua Extranjera en la Universidad de Sevilla. Ha escrito artículos para revistas culturales y científicas y sus poemas han sido publicados en diversas revistas literarias. Hasta la fecha ha trabajado como profesora de español y sus literaturas en un liceo francés de la isla de Mayotte. En esta colonia francesa del Canal de Mozambique está inspirado su segundo libro de poemas: La barrera más bonita del mundo, con en el que ha ganado el I Premio de Poesía de la Fundación Caja Navarra.
CASTIDAD
Me entrego a él con devoción mariana; tenemos un tácito acuerdo por el que, cuando le meto o me mete la puntita de la lengua en la boca, sabremos que habrá sexo. Por eso nuestros besos son siempre —o casi siempre— piquitos sin saliva, apenas sin pecado, sin mácula. Una puntita de lengua, un recorrer la boca ajena con los labios húmedos, suele tener un efecto irreversible en el vientre de mi compañero. Mi compañero, que es como un animalillo cuando se le endurece su sexo. Él, tan antagónico, casto pero salvaje, funciona por oposición, como el infierno existe por osmosis con Dios. Como el dios Pan, se coloca florecillas amarillas por la maraña de su barba, me persigue por este jardín de olor a mango maduro y me penetra, y yo le dejo hacer, solo por la satisfacción de vivir su metamorfosis. Jadeos, flores que caen al suelo, y golpes y pum-pum y un rugido grave, gutural, como colofón. Se desploma sobre mí como un saco de patatas. Antes de adormecerse del todo, me da un besito en la frente: el hombre casto ha vuelto. Yo espero a que se duerma para susurrarle al oído: «¿Se supone que esto es todo?».
Sandra Vera
Miope. Persigo fotógrafos. Me desvelo y escribo.
El encantamiento
El triángulo tiene mala fama, digo, cuando se habla de vínculos. Los ceños se fruncen, las bocas se curvan: tres. Las gatas y yo, en mi cama, todas las noches, somos tres. ¿No te dan celos? Tres. Un triángulo me tatué en el brazo —anticipo o premonición—, después, me enteraría de que este me luce como un vestido que ves en la vidriera y cuando te lo pruebas te calza perfecto. Sucedió que orbitar los cuerpos me venía bien, desplazarme del centro de la díada donde también aparecen destellos de intimidad, encuentros en los que una no sabe a veces de quién es la mano, la curva, el beso. «Te toco a través de otras», le dije a Tomás un día. ¿Y si somos cinco?
Entusiasmada y con el pelo revuelto, por una de esas coincidencias que solo la trama de la vida sabe explicar, coincidimos cinco cuerpos —al menos, en principio— en el deseo de juntarnos. Nos dijimos hora y fecha. Nos dijimos cena. Nos dijimos noche. Un beso medio grupal, medio dividido, cerró los detalles, como cuando viajamos en avión e imaginamos lo suave y reconfortante que sería acostarse en las nubes. Me puse el vestido.
Luego del vino, porque no llegamos al postre, se empezaron a deslizar las manos en la mesa, petición y acuerdo, entre conocides para empezar, para facilitar. «Está sucediendo», pensaba. No era como en Sense8: precisión y sensualidad, era más bien timidez y nerviosismo, quiebre, caída. Una mano me quitaba la ropa, tocaba con otra, besaba a alguien más, todo sucedía a una