Reducciones. Jaime Luis Huenún

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Название Reducciones
Автор произведения Jaime Luis Huenún
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789560012753



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la vida que son, al mismo tiempo y por complemento, los de la muerte; los lugares de los sueños visionarios y de la mirada cotidiana de lo que está ahí; lugares que hacen las palabras con las que se sostiene el interminable nütram de la poesía y de la vida: la champurria de los condenados de la tierra.

      No se vea, pues, como un mero recurso retórico haber optado por la multiplicidad de voces a la hora de conformar la textura discursiva de Reducciones. La (re)construcción de una “narrativa” mestiza que haga justicia a los ancestros literarios de Huenún, a las genealogías de su lengua poética, toma la forma de una trama textual de varia lección: el texto documental, cronístico; el relato autobiográfico y testimonial; el poema en verso libre que asume con frecuencia un tono versicular; el epigrama que evoca una escena lírica particular que recuerda el haiku japonés y que retrata una acotada interacción entre el yo hablante y la naturaleza (ver la sección “Envíos”); fotografías de archivos familiares e históricos; fragmentos de cantos indígenas tradicionales; textos “científicos” de antropólogos, fisiólogos y anatomistas europeos decimonónicos; reescrituras de crónicas hispánicas coloniales que conservan su español arcaico así como textos que evocan la lengua de Castilla hablada en clave de un mapudungun triturado por la maquinaria de la colonización; todo ello, y más, conforma una polifonía que permite un constante y productivo desplazamiento por los territorios de la memoria y la imaginación insubordinadas.

      La polifonía no obedece tampoco al archirrepetido tópico de la fragmentación o la muerte del sujeto, o a un juego citacional sustentado en la tesis de que todo es lenguaje y/o que el simulacro ha copado todo el espacio de lo real. Nada de eso. Si hay algo determinante en Reducciones, es su poderoso realismo poético que se expresa precisamente en la diversidad textual que viene a evidenciar la diversidad instituyente del sujeto lírico, al que, por otra parte, no hay que ver como un sujeto, un yo particular, sino como una instancia plural de dialogicidad y romanceo. Y no podría ser de otro modo si el propósito es, como en efecto lo es, atestiguar, documentar con la poesía y en ella, la construcción de un mundo poético que no pretende sino ser la expresión de identidades culturales (y políticas) entrecruzadas, que se han venido haciendo con los restos de ya fenecidos modos de ser y vivir rurales o pueblerinos, pero que ahora, en los inicios del siglo XXI, cobran sentido restituyente de una memoria cultural insurgente. Son los materiales formantes de identidades mestizas abocadas a la acumulación de fuerzas simbólicas que les permitan operar con alguna ventaja en el escenario de una modernidad nacional y global que hasta hace muy poco no ha sido nada reconocedora del indígena o indígena-mestizo subalterno. La poesía de Huenún –y no solo la que hallamos en Reducciones– es parte sustancial de este proceso que, siendo literario, y dadas las circunstancias, es, y no podría sino ser, radicalmente cultural y político.

      “Seguiremos escribiendo sobre abuelas”, nos notifica el poeta. Y cómo no, si de lo que se trata es justamente de escribir sobre abuelas y abuelos, porque de ellos, del recuerdo de su palabra, emana la fuerza iluminadora de la poesía, y de la poesía la potencia sanadora de una historia de oprobio y daño. De la remembranza de sus cotidianidades oscurecidas tanto tiempo por la niebla espesa de las injusticias mañosamente olvidadas, viene la raíz vital de una palabra poética cuyo sentido último es construir puentes de memoria que visibilicen a tantos y tantos que han sido arrojados a los territorios baldíos y desechables del “progreso” de la nación. Cotidianidades que por la poesía justamente dejan de ser olvido y se vuelven presencia constructora de un tiempo venidero en que la muerte no tendrá otro señorío que el que le otorga el orden natural de las cosas. Visión inagotable de una tierra reducida a población callampa en las ciudades de la República, a pequeñas parcelas pobres en los faldeos cordilleranos de San Juan de la Costa, a plantaciones de pino y eucalipto en tierras que cobijaron antiguos bosques en los que floreció el copihue aferrado con todos sus zarcillos al oloroso melí, reducida a poesía de los vencidos. Vencidos tal vez, mas no rendidos.

      “Ya vendrán tiempos mejores / hermanito/ para izar los sangrados estandartes/ en llanuras y montañas/ liberadas por los pewma/ de la Banca y la Escritura” (“En la ruka de David”). Nótese que el poeta escribe “sangrados” y no “desangrados”. Nótese el valor liberador de los pewma mapuche. Nótese el reclamo por un nuevo orden que no sea el de la Banca y la Escritura, nuevo orden que no pase por encima de los cuerpos, las aguas, el cielo, el viento que mueve el árbol de la poesía. Reducciones “es un libro en crecimiento arbóreo”, sentencia Huenún. Habrá entonces que plantar este árbol en lo alto de las colinas de Quilacahuin para que desde sus ramajes en movimiento podamos otear el amplio horizonte de las cosas visibles, pero sobre todo el de las invisibles. No para arrasar con la iglesia o el colegio o el hospital básico de la Misión de Quilacahuin, como en su momento, y para inmensa desgracia de la humanidad, sí lo hicieron los españoles conquistadores en México, en Perú; como los estados nacionales, a su turno, igualmente hicieron y aun peor (recordemos el genocidio de la así llamada “Guerra del Desierto” en Argentina y su homóloga, la “Pacificación de la Araucanía” en Chile, o el exterminio de los indígenas de la Patagonia chilena en pleno siglo XX). Para que el árbol de la memoria y el conocimiento florezca para todos en todas las estaciones de todos los años. Y que no quede solo la imagen de un canelo polvoriento y moribundo que el poeta conociera en su infancia y que resultó ser uno que plantara Gabriela Mistral en la plaza de Osorno en 1938 en un gesto de homenaje a la gente morena que habitaba y aún habita un Chauracahuin de miserias.

      Para que la memoria iluminada de María Matilde Huenún Huenún, niña-mujer-madre-abuela octogenaria, quede fulgurando en los bellos amaneceres de Quilacahuin.

      Sergio Mansilla Torres

       Universidad Austral de Chile

       Instituto de Lingüística y Literatura

       Valdivia, Chile.

      1 Trabajo que forma parte de la ejecución del Proyecto Fondecyt 1110026.

      2 En las riberas del Río Damas, afluente del Rahue y que bordea la parte noreste de la ciudad de Osorno, existieron por años los “barracones municipales”. Se trataba de largo galpones dispuesto de modo paralelo, divididos longitudinalmente y con unas 10 habitaciones por lado que hacían las veces de “departamentos”, separados los galpones por callejuelas estrechas sin pavimentar. Con grifos comunes, sin más instalaciones sanitarias que pozos negros de uso compartido, eran paupérrimos en materia de servicios básicos. Se construyeron en los años de 1950 y los últimos fueron erradicados recién en la década de 1980. La mayoría de sus habitantes, de origen indígena-mestizo, provenían de áreas rurales, campesinos sin tierras, inquilinos expulsados de los fundos agrícolas. Huenún mismo se cría en la población “Nueva Esperanza” (sector Francke de Osorno, noroeste), originalmente un campamento resultado de una toma de terreno a inicios de la década de 1970 por gente sin casa y sin tierra. Agradezco al constructor de casas José Huisca Molina, el Maestro Pepe, haberme informado sobre los barracones municipales de Osorno en los que vivió de niño.

      3 La lengua escorada. La traducción como estrategia de resistencia en cuatro poetas mapuches. Santiago: Pehuén, 2009.

      4 De la territorialidad sur huilliche, en años recientes han surgido, por filiación o afiliación, poetas como Graciela Huinao, Faumelisa Manquepillán, César Millahueique, Paulo Huirimilla, Bernardo Colipán, Adriana Paredes Pinda, Roxana Miranda Rupailaf, entre otros.

      5 Recordemos que Osorno ha tenido tres fundaciones. La primera en 1553 por Pedro de Valdivia; se llamó entonces Santa Marina de Gaete. La segunda en 1558 por el gobernador García Hurtado de Mendoza; se llamó San Mateo de Osorno. En esa oportunidad acompañó al gobernador el poeta Alonso de Ercilla y Zúñiga con quien Huenún dialoga en Reducciones. Tras su destrucción en 1602, es refundada nuevamente en 1792 durante el mandato de Ambrosio O’Higgins, padre de quien sería más tarde el fundador de la República de Chile, Bernardo O’Higgins.

      6 Cantos de sombra. Madrid: Visor, 1980 (1945, primera edición).

      7 Cf. Antonio Cisneros. Poesía, una historia de locos (1962-1980). Madrid: Hiperión, 1990, y Las inmensas preguntas celestes. Lima: Jaime Campodónico, 1992.