Название | Soy el silencio |
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Автор произведения | Gabriel Barrella Rosa |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788468555638 |
eligiendo cada uno sus actos permitidos.
Porque someterse a lo que los otros prohibieron,
sin siquiera a uno mismo plantearse el porqué,
es descansarse en lo que los demás eligieron,
es estar maniatado, pequeñito y sin fe.
Responder por sí mismo, eso sí es temeridad,
poder ser uno su Juez, su Fiscal, su Jurado,
el mundo sólo dedica al hombre hostilidad,
y Libertad es un bien que ha de ser conquistado.
Hoy todo es comodidad, ya nadie se involucra,
al sentir que el pensar es privilegio de genios,
al destinar el sudor sólo a aquello que lucra,
aunque sigan muriendo de uno en uno los sueños.
X
Vacilante se acercó, quizás midiendo,
en mis ánimos, mi grado de cordura,
yo no la vi hasta el instante en que, gimiendo,
ella me imploró, ocultando su amargura.
Como tiesa se quedó, siempre escondiendo
voluntad que le inquirí, ya con premura,
¿Quién eres mujer?, ¿Qué es lo que vas siguiendo?
Mas nada alteró su rígida postura.
Ella tentaba arraigarse en mi costado,
mi desconfianza crecía, ya severa,
mas, ¿qué perder, si yo ya estaba entregado,
al aceptarla cual mi fiel compañera?
¿Quién habrás de ser, ya instalada a mi lado?
¿Serás tú quien al fin termine la espera?
Yo me respondí, todavía exaltado:
¡Eres la duda, mujer! ¡Mi consejera!
XI
A veces siento que el mundo me amenaza,
que su índice me interroga duramente,
así el contacto restrinjo con la gente,
al no zafar de esa especie de tenaza.
He de buscar un hogar en donde, aislado,
tal vez sea yo, libérrimo infinito,
donde pueda conocer qué necesito,
donde sea sólo yo por mí juzgado.
Y el lugar, tan arraigado en esa parte,
a la que nunca aterrizan los extraños,
será mi mente, que aislándome de daños,
me mantenga mientras quiera muy aparte.
Mas, ¿Por qué vivir al fin tal aislamiento?
¿Por qué dejarme llevar por la condena
de no buscar lo que bien vale la pena?
¿Qué será de mí, si explorar no lo intento?
XII
Mil soles alumbran la noche del llanto,
sin hallar consuelo entre tanto dolor.
Mil coros entonan un lúgubre canto
que escolta uniforme la voz de un tenor.
Mil manos me cubren con un terso manto
y aun así preciso más hondo calor.
Domingo a la noche, mi angustia no aguanto,
¡Mil sombras gestan obstinado temor!
XIII
Instrumentos de viento y percusión
ensamblan una música serena.
El mar canta acariciando la arena.
El mar escucha con suma atención.
Soy espectador de un ritmo cansino
que recala en mi alma al morir el día,
mis oídos toman la melodía
que sutil compone el canto marino.
Soy artista de emociones internas,
el mar compañero mi confidente,
sin exigencias, espera le cuente
penas precarias, tristezas eternas.
El silencio del mar nunca es callado,
saber escucharlo es todo un talento,
deslindando la armonía del viento
se adivina ese encubierto recado.
Mas quizás tú recibas un mensaje
que sea el mismo que das al oyente.
No percibías que tú eres la fuente,
lo asignabas al dócil oleaje.
Al empaparse el sol ante tu vista
no le exijas al mar una sentencia,
y si él te escucha con suma elocuencia,
tan solo pretende darte una pista.
En la orilla tú verás la respuesta,
los veredictos en el horizonte,
allá mismo, do tu mente confronte
notoria la voz, velada la orquesta.
XIV
Misterios, devaneos, ilusiones,
vertientes torrenciales en la mente,
la irrupción de una imagen aparente
y en el vuelo, las cinco sensaciones.
La mirada que busca hasta el ocaso
la luz guía que dibuja la sombra,
en lo oscuro, hay una voz que me nombra,
y el viento surge cortando mi paso.
La locura está muy cercana e implora
introducirse en mi mente tan libre,
buscando a tientas, porfiada, que vibre
sacando de mi alma el miedo que aflora.
Pero no sé si acudir al llamado,
al mensaje que me lleva a otros mundos,
que promete placeres furibundos
y ver un cielo por siempre estrellado.
¿Qué incentivo brinda el mundo consciente,
si el raciocinio naufraga en la costa?
Cada sentido, en los hechos, se angosta
y la locura es pensar libremente.
XV
Buceando en lo profundo de los mares,
donde la luz no consigue ni un reflejo,
donde del hombre no hay más que un casco añejo
que irrumpe con sus figuras más dispares.
Lejano al ruido, a la gente y sus facturas,
a las