Soy el silencio. Gabriel Barrella Rosa

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Название Soy el silencio
Автор произведения Gabriel Barrella Rosa
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788468555638



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      si lo hallado no trae felicidad.

      Buscar acaso sea la vida misma,

      o tal vez un escapismo un tanto loco,

      mas la razón que al buscar le da el carisma

      es encontrar, que es también morir un poco.

      IV

      Balbuceos de los hombres no encuentran respuesta,

      palabras separan pensamientos no distantes,

      bajo un manto de silencio, el mundo se recuesta,

      queriendo desertar con pasos ciegos y errantes.

      Demandantes miradas que, buscando esperanza,

      aún no encuentran el eco que quieren hallar,

      mudan, rehúyen y expresan sólo desconfianza

      pero si alguno gritara, lo harían callar.

      La incomunicación, hoy enfermedad del alma,

      la civilización es retroceso del ser,

      ¿Algún día podrá el hombre recobrar la calma,

      si cada noche se hunde sin poder conocer?

      V

      Por no ver más allá de mis ojos

      se me escapa del hombre su esencia,

      y al buscar en la piel su conciencia

      yo concibo tan solo despojos.

      ¡Ay! Montaña de picos nevados

      que no enfrían tus blancos eternos,

      desde aquí pareces poseernos,

      mas el frío se queda a tus lados.

      Y si el sol no derrite tu cresta,

      aun calcinando en cada verano

      cualquiera valle de él más lejano,

      ¿cómo sigue la nieve su fiesta?

      Tan falaz resulta lo aparente,

      tan corto de alma, cuerpo y razón,

      si la duda no tiene un rincón

      donde echar su promiscua simiente.

      Arco Iris que engalanas el cielo

      de colores que son rebeldía,

      al mutar lo gris claro del día

      la ilusión de tocarte es mi anhelo.

      ¿Dónde encuentro tu extremo en la tierra,

      si el horizonte lo oculta lejos,

      y al pasar otra cuesta, perplejos,

      lo vemos arrullando otra sierra?

      ¿Serán mis ojos? ¿Yo veo o creo?

      ¿Es la razón buscando en el mundo,

      un sentido real y rotundo?

      ¿La verdad o tan solo el deseo?

      Espejismo que guardas distancia,

      si no intento acercarme, tú existes,

      de placer y sosiego te vistes,

      y puedo olfatear tu fragancia.

      Y el dilema que surge en torrente,

      si buscar la verdad o dejarla,

      si aceptar, perseguir o inventarla,

      si dejar volar libre a la mente.

      Escarbar superficies ya blandas,

      ya macizas, mas siempre con fe,

      o aceptar la imagen que se dé

      sin siquiera tocar sus barandas.

      ¿Es más feliz el que busca en lo hondo,

      o aquél que acepta lo obvio y lo toma?

      ¿Quien al mundo tornasol se asoma,

      o quien sigue hasta llegar al fondo?

      VI

      Buscando mi razón en la locura,

      ambas se ensamblen pero emancipadas.

      ¡Dos vértices que apuntan al desquicio,

      al momento que a ideas meditadas!

      ¡Dos forzosos pilares de edificio

      que sostienen inertes la aventura

      de encontrar mi pasión en la cordura!

      VII

      El lamento enclavado en la condena

      de vivir como alma en pena,

      de sentir la soledad.

      Llanto que nunca queda en apariencia,

      que acompaña tu existencia

      y sigue con terquedad.

      Ilusiones, que naciendo en la espera,

      no llegaron hasta afuera

      y murieron sin edad.

      Evasiones venciendo tu paciencia,

      rompieron tu resistencia

      ocultando la verdad

      de saber que la vida hay que vivirla

      sin dejarse arrollar por la tristeza,

      comprender la mayor es la riqueza

      de buscar la verdad, siempre seguirla.

      VIII

      La historia de un torpe navegante,

      que ninguno hasta ahora narró,

      quien llamaba a la proa “adelante”,

      quien su barco jamás amarró.

      Un marino que amaba la tierra,

      un terrestre que estaba en la mar,

      navegando añoraba su sierra,

      él, que apenas sabía nadar.

      Es la historia de un alma cautiva,

      transitando su pena observando,

      y al negarse a buscar la salida

      tal vez siga otros mares surcando.

      El sabor a salitre que, intruso,

      al tiempo que le brota el lamento,

      lo sitúa en su rol de recluso,

      lo somete al dolor casi cruento.

      No encontrando en las aguas caminos,

      extrañando las rutas marcadas,

      los bosques con acacias y pinos

      y las aves con tristes tonadas.

      No es su reino, tan solo es el lecho

      donde en una ocasión dormitaron

      pasiones que intactas desde el pecho

      con soberbia energía explotaron.

      Ya sumido en el mundo que impuesto

      no le da ni la chance de ser

      todo aquello en los planes supuesto

      y que él mismo creyó merecer.

      IX

      Desafío de vida, es la búsqueda constante,

      el