Sigmund Freud: Obras Completas. Sigmund Freud

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Название Sigmund Freud: Obras Completas
Автор произведения Sigmund Freud
Жанр Зарубежная психология
Серия biblioteca iberica
Издательство Зарубежная психология
Год выпуска 0
isbn 9789176377437



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al onanismo.

      Con el anterior análisis, fielmente reproducido, creemos haber aclarado suficientemente nuestro concepto del recuerdo encubridor como un recuerdo que no debe su valor mnémico al propio contenido, sino a la relación del mismo con otro contenido reprimido. Según el orden a que tal relación pertenezca, podemos distinguir diversas clases de recuerdos encubridores. De dos de estas clases hemos encontrado ejemplos entre aquellos productos psíquicos que consideramos como nuestros más tempranos recuerdos infantiles, siempre que se incluyan también bajo el concepto de recuerdo encubridor aquellas escenas infantiles incompletas que deben precisamente a este carácter su apariencia inocente. Ha de suponerse que los restos mnémicos de épocas ulteriores de la vida suministran también material para la formación de recuerdos encubridores. No perdiendo de vista los caracteres principales de estos recuerdos -gran adherencia a la memoria, no obstante un contenido indiferente- resulta fácil encontrar en nuestra memoria numerosos ejemplos de este género. Una parte de estos recuerdos encubridores, de contenido ulteriormente vivido, debe su importancia a una relación con sucesos reprimidos de la primera juventud, inversamente a como sucedía en el caso antes analizado, en el cual un recuerdo infantil queda justificado por algo ulteriormente vivido. Según que sea una u otra la relación temporal entre lo encubierto, podemos hablar de recuerdos encubridores regresivos o progresivos. Conforme a otra relación, distinguimos recuerdos encubridores positivos y negativos, cuyo contenido se halla en una relación antitética con el contenido reprimido. El tema merecería ser tratado con mayor amplitud. Por lo pronto, me conformaré con hacer observar cuán complicados procesos -totalmente análogos, por lo demás, a la producción de síntomas histéricos- intervienen en la formación de nuestro tesoro mnémico.

      Nuestros más tempranos recuerdos infantiles serán siempre objeto de un especial interés, porque el problema planteado por el hecho de que las impresiones más decisivas para el porvenir del sujeto puedan no dejar tras de sí una huella mnémica, induce a reflexionar sobre la génesis de los recuerdos conscientes. Al principio nos inclinaremos seguramente a excluir de los restos mnémicos infantiles, como elementos heterogéneos, los recuerdos encubridores y a suponer, simplemente, que las demás imágenes surgen simultáneamente al suceso vivido, como consecuencia inmediata del mismo, retornando periódicamente, a partir de este momento, conforme a las conocidas leyes de la reproducción.

      Pero una observación más sutil nos descubre rasgos que no armonizan con esta hipótesis. Así, ante todo, lo siguiente: en la mayoría de las escenas infantiles importantes, el sujeto se ve a sí mismo en edad infantil y sabe que aquel niño que ve es él mismo; pero lo ve como lo vería un observador ajeno a la escena. Los Henri no omiten hacer notar que muchos de sus informadores insisten en esta peculiaridad de las escenas infantiles. Ahora bien: es indudable que esta imagen mnémica no puede ser una fiel reproducción de la impresión recibida en aquella época. El sujeto se hallaba entonces en el centro de la situación y no atendía a su propia persona, sino al mundo exterior.

      Siempre que en un recuerdo aparece así la propia persona, como un objeto entre otros objetos, puede considerarse esta oposición del sujeto actor y el sujeto evocador como una prueba de que la impresión primitiva ha experimentado una elaboración secundaria. Parece como si una huella mnémica de la infancia hubiera sido retraducida luego en una época posterior (en la correspondiente al despertar del recuerdo) al lenguaje plástico y visual. En cambio, no surge jamás en nuestra conciencia nada semejante a una reproducción de la impresión original.

      Hay todavía un segundo hecho que prueba, aún con mayor fuerza, la exactitud de esta segunda concepción de las escenas infantiles. Entre los diversos recuerdos infantiles de sucesos importantes, que surgen todos con igual claridad y precisión, hay cierto número de escenas que al ser contrastadas -por ejemplo, con los recuerdos de otras personas- se muestran falsas. No es que hayan sido totalmente inventadas; son falsas en cuanto transfieren la situación a un lugar en el que no se ha desarrollado (como sucede en uno de los casos reunidos por los Henri), funden varias personas en una sola o las sustituyen entre sí, o resultan ser una amalgama de dos sucesos distintos. La simple infidelidad de la memoria no desempeña precisamente aquí, dada la gran intensidad sensorial de las imágenes y la amplia capacidad funcional de la memoria, ningún papel considerable. Una minuciosa investigación nos muestra más bien que tales falsedades del recuerdo tienen un carácter tendencioso, hallándose destinadas a la represión y sustitución de impresiones repulsivas o desagradables. Así, pues, también estos recuerdos falseados tienen que haber nacido en una época en la que ya podían influir en la vida anímica tales conflictos e impulsos a la represión, o sea en una época muy posterior a aquella que recuerdan en su contenido. Pero también aquí es el recuerdo falseado el primero del que tenemos noticia. El material de huellas mnémicas del que fue forjado nos es desconocido en su forma primitiva.

      Este descubrimiento acorta a nuestros ojos la distancia que suponíamos entre los recuerdos encubridores y los demás recuerdos de la infancia. Llegamos a sospechar que todos nuestros recuerdos infantiles conscientes nos muestran los primeros años de nuestra existencia, no como fueron, sino como nos parecieron al evocarlos luego, en épocas posteriores. Tales recuerdos no han emergido, como se dice habitualmente, en estas épocas, sino que han sido formados en ellas, interviniendo en esta formación y en la selección de los recuerdos toda una serie de motivos muy ajenos a un propósito de fidelidad histórica.

      R

      Über Deckerinnerungen, en alemán el original, publicado en Mschr. Psychiat. Neurol., 6 (3), 215-30 (Sept.); traducido al inglés como «Screen memories». (Nota del E.)

      Freud un año antes había ya publicado su trabajo sobre «El mecanismo psíquico del olvido», incluido en «Psicopatología de la vida cotidiana». (Nota del E.)

      Caso citado por Freud anteriormente en «Estudios sobre la histeria». (Nota del E.)

      Véase: «Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa».

      Freud en 1899 tenía 43 años, sin embargo, Strachey ha creído ver en la cita, y con razón, un trozo autobiográfico levemente deformado. (Nota del E.)

      «Algún día, tal vez, llegará a ser un placer recordar estas cosas», cita de Virgilio, según Strachey. (Nota del E.)

      Una prótasis es una cláusula condicionada y una apódosis es una consecuencial, ver más abajo. (Nota de Strachey.)

      Flectere si nequeo superos, acheronta movebo

      1898-9 [1900]

      (1900)

      AL proponerme exponer la interpretación de los sueños no creo haber trascendido los ámbitos del interés neuropatológico, pues, el examen psicológico nos presenta el sueño como primer eslabón de una serie de fenómenos psíquicos anormales, entre cuyos elementos subsiguientes, las fobias histéricas y las formaciones obsesivas y delirantes, conciernen al médico por motivos prácticos. Desde luego, como ya lo demostraremos, el sueño no puede pretender análoga importancia práctica; pero tanto mayor es su valor teórico como paradigma, al punto que quien no logre explicarse la génesis de las imágenes oníricas, se esforzará en vano por comprender las fobias, las ideas obsesivas, los delirios, y por ejercer sobre esa estos fenómenos un posible influjo terapéutico.

      Mas precisamente esta vinculación, a la que nuestro tema debe toda su importancia, es también el motivo de los defectos de que adolece el presente trabajo, pues el frecuente carácter fragmentario de su exposición corresponde a otros tantos puntos de contacto, a cuyo nivel los problemas de la formación onírica toman injerencia en los problemas más amplios de la psicopatología, que no pudieron se considerados en esta ocasión y que serán motivo de trabajos futuros, siempre que para ello alcancen el tiempo, la energía y el nuevo material de observación.

      Además, esta publicación me ha sido dificultada por particularidades del material que empleo para ilustrar la interpretación de los sueños. La lectura misma