Название | Cartas (I) |
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Автор произведения | Josemaria Escriva de Balaguer |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788432152597 |
En ese contexto histórico, teológico y jurídico[15] tomó cuerpo la decisión de san Josemaría de proceder ya, sin dilaciones, a la redacción definitiva del “ciclo” de las Cartas[16], tarea que para él tenía visos de una empresa unitaria, habida cuenta que había concluido ya —o estaba terminando— otro ciclo, el de las Instrucciones impresas, a las que —como hemos indicado— había querido dar prioridad, y estaban saliendo de la imprenta otros escritos jurídicos, de formación y de gobierno, que habían requerido su atención durante años.
La decisión de sacar sus Cartas dio lugar a un periodo de intenso trabajo. Comenzó reuniendo sus papeles personales, tanto los que tenía localizados como los que podían estar en el archivo, para lo que —a principios de 1963— se sirvió de la ayuda de algunos Delegados regionales o missi, como se les llamaba entonces[17]. En ocasiones esos papeles —inconfundibles por la peculiar caligrafía de Escrivá— no incluían fecha alguna; otros, en cambio, estaban fechados o, al menos, ofrecían datos que permitían fecharlos.
En los años siguientes, incluyendo los veranos, san Josemaría se dedicó a esta tarea, sin abandonar su dedicación a las labores de gobierno. Javier Echevarría, que le ayudó como secretario, recordaba que «trabajó de muchas maneras e intensamente. De modo fundamental dictando las viejas fichas, y completándolas en su formulación, con el uso de un magnetofón. Personalmente le ayudé en esa tarea, interrumpiendo la grabación cuando me hacía una señal con la mano, y volviendo a conectar cuando repetía esa señal en sentido inverso. Fue un trabajo intenso pero rápido, al contar ya con el material. Después me encargó que copiara a máquina las Cartas, y me dijo que reutilizara las mismas cintas para las sesiones siguientes. Quiso que no se conservaran ni las fichas ni el material. En algunas ocasiones, reunía el material y rogaba a unos pocos que lo elaboraran más»[18].
A lo largo del primer semestre de 1964, estuvieron listas las ocho primeras Cartas, que se fueron imprimiendo y enviando a las diversas circunscripciones del Opus Dei[19]. Además de la ya mencionada, de 7 páginas[20], de tema jurídico-canónico, en febrero de ese año se envió otra breve, de 11 páginas, sobre la fidelidad al Magisterio en circunstancias de confusión doctrinal[21], y en abril otra igualmente breve, en la que trató también de la unidad con el Magisterio en la investigación teológica y filosófica[22]. Siguieron, en mayo, otras dos, también de pocas páginas, sobre la vocación profesional de los miembros del Opus Dei y el sostenimiento de las obras de apostolado[23] y acerca de la formación teológica en la Obra[24], respectivamente. En julio, por fin, san Josemaría mandó otras tres, más largas, entre 23 y 30 páginas, donde escribió sobre la específica finalidad del Opus Dei en el contexto de la misión de la Iglesia[25], las características del ministerio sacerdotal en la Obra[26] y las disposiciones que deben acompañar a quien cambia de país para extender la labor del Opus Dei[27].
Estas primeras ocho Cartas estaban en latín —como se explicará más adelante—, aunque originariamente san Josemaría las redactó en castellano. En marzo de 1965 decidió mandar una nueva versión, esta vez en latín y castellano, para facilitar su asimilación, y añadió otras dos nuevas: una de 32 páginas, acerca de la necesidad de preservar y expresar con claridad la plena secularidad de los miembros de la Obra[28], y otra, de 38 páginas, sobre las diferencias entre la entrega en el estado religioso y en el Opus Dei, cuyo espíritu expone en sus rasgos esenciales[29].
Acabado este primer bloque de escritos, el 6 de junio de 1965 envió a las diversas circunscripciones regionales la siguiente nota: «1. De estos treinta y siete años, tengo mucho material escrito que no he dado a la Imprenta todavía. / 2. En la medida de lo posible, y para que lo podáis aprovechar, quiero recogerlo ordenadamente e imprimirlo con la fecha en que se escribió. / 3. Señalad temas concretos de nuestra espiritualidad y de nuestra labor apostólica, y problemas determinados que os parezcan de mayor importancia, para imprimir antes el material que desarrolla esos puntos. / 4. No se trata de que os esforcéis en encontrar temas, ni mucho menos de que resulten cosa de imaginación; sino de señalar lo que ya os veis obligados a tratar, y especialmente las cosas sobre las que conviene que yo dé la doctrina viva y perenne de la Obra»[30].
La segunda parte de 1965 registró el periodo más intenso y fecundo de trabajo, pues en enero del año siguiente san Josemaría dio a la imprenta quince nuevas Cartas, relativamente largas, que suman 714 páginas[31]. Consta que en esta labor contó, como señala Mons. Echevarría, con la ayuda de colaboradores o secretarios, a los que encomendó la busca de citas y referencias, y en ocasiones la preparación de minutas desarrolladas de algunos pasajes, que él asumía, si los consideraba conformes con sus deseos, y que, en todo caso, reelaboraba[32]. Cada uno de sus escritos fue objeto de diversas lecturas en las que iba introduciendo cambios: correcciones de lenguaje, precisión de unas u otras ideas, pasajes nuevos, sustitución de unas citas por otras, matices diversos, etc. Todo esto traía consigo la necesidad de copiar varias veces a máquina los textos, labor que san Josemaría procuró siempre aliviar, indicando que, si podía evitarse, no se copiaran las páginas enteras, sino sólo las líneas o los párrafos a los que afectaba la modificación, componiendo luego, mediante el sistema de cortar y pegar —en la década de 1960 no se trabajaba con ordenadores, sino con sencillas máquinas de escribir— las páginas que se pasaban de nuevo a su consideración[33].
Los temas son variados, y algunos de ellos están tratados en más de una Carta: la santificación de la vida ordinaria; la humildad; la misión del Opus Dei en servicio de la Iglesia; el apostolado de la doctrina; el apostolado en el campo de la enseñanza; los sacerdotes en la Obra y la primera aprobación jurídica; diversos aspectos del espíritu de la Obra, especialmente la santificación del trabajo; el itinerario jurídico y algunas contradicciones, la fisonomía secular del Opus Dei y las diferencias con los institutos seculares; las Obras de San Miguel y de San Gabriel, etc.
A lo largo de 1966 siguieron apareciendo más Cartas: el 6 de mayo se enviaba una de 51 páginas sobre la secularidad de los miembros de la Obra y su libertad en las cuestiones sociales, políticas, etc.[34]; el 22 de noviembre salieron tres más: una —que ya hemos mencionado—, de 61 páginas, que consta había sido impresa ya en 1963 y que trata sobre los rasgos característicos de la llamada al Opus Dei y de su misión evangelizadora al servicio de la Iglesia[35]; una más de 54 páginas sobre la labor de San Rafael[36] y otra de 67 acerca del apostolado de la opinión pública[37].
Por fin, en 1967, concretamente el 6 de febrero, se mandaron otras tres Cartas: una de 41 páginas sobre la libertad y el espíritu de servicio que caracterizan la vida de los miembros del Opus Dei [38]; otra de 59 páginas sobre las Administraciones domésticas[39] y una más, de 77, sobre el diálogo apostólico[40]. Aunque no se envió hasta 1971, se tienen datos de que en enero de 1967 estaba terminada de redactar una Carta larga, de 191 páginas, sobre la fidelidad a la doctrina católica, ante la confusión que había contagiado algunos sectores[41].
Sin contar la últimamente mencionada, hasta el 6 de febrero de 1967 san Josemaría había impreso y enviado 32 Cartas, por un total de 1270 páginas. Un mes antes, en enero, había salido una nueva edición de las seis Instrucciones, con amplias notas de Álvaro del Portillo.
Faltan por mencionar otras cinco que completan este largo ciclo; dos de las cuales fueron impresas y enviadas en vida de san Josemaría, pero se ignora en qué fecha. Una trata de la auténtica renovación de la vida cristiana y de la Iglesia, en fidelidad