Название | Comunicación: relatos, interpretaciones y opinión |
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Автор произведения | Varios autores |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587648249 |
En este transcurso de analizar a Borges, se encuentran obstáculos como la ausencia de acciones, figuras y personajes que puedan ser fácilmente trasladados a una ilustración. Al contrario, y especialmente en el caso de Ficciones, hay gran cantidad de exploración de ideas abstractas y conceptos que no pueden ser directamente representados. Es aquí donde el ilustrador cumple su papel de intérprete, tal como lo menciona Alefes Silva (2018): “esa aparente austeridad, esa escasez de imágenes es también un elemento que sugiere al ilustrador una manera de hacer, y que se puede transformar en un rasgo de la imagen” (Comunicación virtual).
Samuel Castaño (2018) complementa esto diciendo que “cada cuento tiene su manera de ser abordado y tratado desde lo conceptual, lo narrativo y lo estético” (Comunicación virtual). Así, al momento de leer literatura desde una óptica gráfica, estos tres aspectos influyen en esa recolección y análisis de la información, y depende de cada artista definir a cuál de estos tres valores le dará mayor prioridad. La decisión que tome es completamente subjetiva y personal basada en su experiencia, su conocimiento y su apreciación del mundo.
Además, como estos tres elementos se conectan en una ilustración, lo estético termina por ser narrativo, o lo conceptual configura lo estético, etc. Al buscar en diferentes plataformas, se encuentra la reflexión que realiza la licenciada en Bellas Artes y maestra de cursos de ilustración Marián Lario (2016) en su blog: “La ilustración narrativa es aquella que cuenta, que nos explica una acción concreta y que nos trasmite una sensación […] podemos crear ilustraciones extremadamente narrativas, tanto que no necesiten texto porque se entienden por sí solas, o ilustraciones que cuenten pequeñas cosas” (párr. 1-2).
Este proceso de recolección se convierte en toda una red donde entran a participar diferentes agentes, incluso obras ya hechas, que puedan influir en el artista. Por ejemplo, Carolina Rodríguez (2018), ilustradora radicada en Bogotá, afirma que: “Yo anoto en un cuaderno puntos importantes o momentos que me llamaron la atención. Luego, me siento a ver muchos referentes no solo para ver los estilos sino los colores y qué paletas me gustan” (Comunicación virtual). De tal forma, la obra final no solo es un testimonio donde están mezcladas las voces del ilustrador y del escritor, sino que se insertan muchas otras que hablan a través de la inspiración del artista.
Después de haber leído y extraído apartes de Ficciones, como si de recolectar ladrillos se tratara, se entra a otro lenguaje, al gráfico, donde esos ladrillos son reimaginados y unidos para crear muchos caminos. Allí empieza el verdadero tire y afloja de ese límite tan difuso con la obra literaria, y la decisión sobre qué tanto desligarse de esta. Samuel Castaño (2018) lo expresa así:
Busco encontrar los puntos donde ese cuento puede rozar con mis intereses particulares o con estéticas que me gustan y pueden funcionar para ese caso en específico. Es casi el mismo proceso que hace el lector cualquiera, en el que inevitablemente lo que lee es visualizado y explicado a través de lo que ya conoce. (Comunicación virtual).
Es ahí cuando se ponen las cartas sobre la mesa y los apartes van armándose y destruyéndose, hasta formar un todo.
Graficar espejos: los significados que se configuran a partir de la imagen y una propuesta de método
En esta sección se profundiza sobre todos los aspectos que intervienen en el momento de seleccionar y transformar un texto en una ilustración; los elementos recogidos anteriormente; y la adición de líneas, formas y colores que muestren la interpretación propia, o complementen la idea que se espera expresar. Además, se mencionan algunas propuestas de método, que surgen de las diferencias encontradas para ilustrar para un público adulto en comparación con la literatura e ilustración infantil, aunque cabe aclarar que en todo proceso creativo las formas de proceder son distintas y varían de acuerdo a cómo el artista comprenda el acto de crear. También es necesario decir que, aunque haya cambios en ilustrar para otro público, esto no significa que lo uno sea más complejo o difícil que lo otro; sino más bien que se presentan diferentes obstáculos.
Así pues, en este capítulo se ve cómo esa voz propia se empieza a volver más clara, incluso desde la escogencia de los elementos. A partir de todo lo que conforma la imagen, se comunica, se habla no solo del cuento ilustrado, sino también de la visión del artista. Así lo explica Ainara Erro (2000):
Hemos de adquirir un código para leer imágenes. Este código se basa en elementos fundamentales como la apreciación de la perspectiva, las líneas, colores, la sugestión de movimiento, etc. a los que hay que sumar otros factores no menos decisivos relacionados con los convencionalismos sociales y culturales (p. 502).
A partir de esta información, la profundización sobre el lenguaje visual en las ilustraciones se divide en tres aspectos: los colores; los trazos; la composición y la forma. Esto no quiere decir que sean lo único que influye en las ilustraciones, pero sí es lo que, para la ilustradora del presente trabajo, tuvo mayor relevancia. A partir de ellos se construye la obra, y se vuelven testimonio de diferentes voces e ideas.
Los colores
Con solo adentrarse en el universo de este concepto se pueden entender mejor las infinitas posibilidades para crear y, por ende, lo única que es cada creación. Dejando aparte la gran variedad de colores que se pueden crear (por ejemplo, un azul puede tener rojos, en menor medida amarillos, etc.), también se tiene en cuenta la saturación de dichos colores (qué tan intensos son), cómo estarán repartidos en la obra, si serán difuminados entre sí, qué paleta se usará, si serán lo principal o servirán más para ambientar, etc. Cada una de estas decisiones busca comunicar e implantar una voz: “Cada color provoca en nosotros una reacción espontánea, cada uno tiene un sentido simbólico completo y concreto” (Martínez, 1979, p. 35).
En las diferentes obras creadas en esta investigación se pueden descubrir estas ideas. Por ejemplo, en la ilustración del cuento “Las Ruinas Circulares”, el personaje graficado está envuelto en un degradé que va del color rojo al amarillo. En esta decisión influyen muchas cosas: se plasma el deseo del artista por mantener en la imagen la fuerte conexión que hay en el cuento con el fuego; pero al mismo tiempo, hay una intención de dejar espacio a lo sugerido, ya que, aunque el color invoca el fuego, no hay formas que lo representen explícitamente. Se genera una atmósfera de lo sutil, de lo que se presiente: “Cuando una persona ve tu imagen, debe captar una sensación que vaya ligada al texto, pero nunca podrá ni debe ser igual” (Rodríguez, 2018, Comunicación virtual).
Solo al mirar este tratamiento de colores y sus ausencias, se puede ver la nueva voz insertada. Es un patrón común en las diferentes ilustraciones la escasez de color, en donde se apunta solamente a tres colores, limpios, transparentes y sin grandes cambios. Además se deja gran parte del protagonismo a los otros materiales y al mismo blanco de la hoja. Hay en la voz del artista una exploración intencionada por lo austero y minimalista en el color, esto con el objetivo de que, en conjunto con todo lo otro, cada ilustración comunique en sí misma un mensaje silencioso, estático, que no busca mandar un mensaje a gritos, sino que es sutil, reflexivo, que le otorga valor al silencio y al vacío.
Esta nueva voz es algo que, si bien se puede buscar de manera intencional, también va transformándose y cambiando con el tiempo de forma inconsciente, como bien complementa Rodríguez (2018): “[…] definitivamente hay una voz propia que se va desarrollando con los años, a veces inconsciente, a veces uno se va entrenando en ser capaz de dejar las palabras