Название | Atenas y Jerusalén en diálogo |
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Автор произведения | Alberto F. Roldán |
Жанр | Религиозные тексты |
Серия | |
Издательство | Религиозные тексты |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786124252129 |
2. La subjetividad no puede entenderse como verdad, ni a sí misma ni a su pensamiento, sin presuponer a Dios como origen único de todo lo real […] 5. La unidad de la verdad sólo resulta posible en el caso de que incluya la contingencia del acontecer y la apertura al futuro. 6. Por eso, la unidad de la verdad solamente queda constituida mediante la revelación proléptica de Dios en Jesucristo.45
Lo expuesto pone de manifiesto el interés de Pannenberg por vincular a la filosofía con la teología, al punto de denominar su proyecto como una “teología filosófica”. Pero es en otra obra en la cual encara, decididamente, una historia de la filosofía desde la perspectiva teológica. Me refiero a Una historia de la filosofía desde la idea de Dios, que en su origen fueron las clases que ofreció Pannenberg en Múnich en el semestre de invierno de 1993–1994. Lo que más interesa a nuestros fines, es analizar el capítulo 1, titulado precisamente: “Tipos de definición sobre la relación entre filosofía y teología”. Plantea que hay cuatro modelos de relación entre filosofía y teología, a saber: a) relación de oposición; b) relación de identidad; c) relación de la filosofía subordinada a la teología, y d) relación de la teología subordinada a la filosofía. Algunos de estos modelos ya los hemos expuesto párrafos antes. El primero, la teología en oposición a la filosofía, está representado, como hemos dicho, por Tertuliano, el abogado y teólogo de Cartago. Pannenberg señala que, aunque Tertuliano no fue el que acuñó la expresión, se le atribuye la famosa frase: credo quia absurdum. Pedro Damián, en los comienzos del siglo xi, consejero del papa Gregorio vii es otro de los representantes de esa posición. Pero, más adelante, el propio Martín Lutero se ubicaría en la misma perspectiva al juzgar a la razón como “una prostituta”. Para Leszek Kolakowski, ésta sería una característica general de la Reforma Protestante, la cual, al comparar a Roma con las grandes iglesias reformadas, considera que la primera es superior en cuanto a la producción filosófica. El filósofo polaco resume: “La religiosidad predicada por los reformadores implica de modo tan natural el menosprecio por la filosofía que en ninguno de sus escritos le dedican mucho espacio y solo esporádicamente lo expresan de manera explícita”.46
El segundo modelo que considera al cristianismo como la verdadera filosofía, se remonta a Justino Mártir, apologista del siglo ii d. C. Consideraba a la fe cristiana como “la única filosofía segura y saludable”. También pertenece a la misma escuela Clemente de Alejandría. Dice Pannenberg:
De acuerdo con Stromata, el título completo de la obra sería Diferentes exposiciones científicas conforme a la filosofía verdadera. Capital para este propósito se revela la tesis de que la filosofía griega es “una obra de la divina providencia”(i, 18, 4), “un regalo divino obsequiado a los griegos” (i, 20, 1) una preparación para la revelación cristiana que despeña aquí la misma función que la ley para el pueblo judío (i, 28, 1ss.).47
El tercer modelo, “la filosofía como función de la razón natural diferenciada de la razón sobrenatural, se elabora en la Edad Media, cuando se hace descansar a la teología en una revelación sobrenatural. Por supuesto, el representante más importante de esta escuela es Tomás de Aquino, que adopta la filosofía de Aristóteles, quien, a partir de las traducciones de su obra al árabe realizadas en España, asoma como una amenaza inquietante para la fe cristiana. Tomás distingue entre “razón natural” y “razón sobrenatural”. Es oportuno citar la contradicción de tal planteo. Argumenta Pannenberg:
En efecto, si la razón natural apresa realmente la esencia de las cosas, ¿qué necesidad hay todavía de doctrinas sobrenaturales? De aportar algún conocimiento, éste sólo versaría sobre aspectos “inesenciales”. Para eludir esta consecuencia, santo Tomás se vio obligado circunscribir la razón al ser de lo dado a los sentidos. Sin embargo, ¿por qué no iba a poder la razón hacer objeto de su reflexión y juicio todo pensamiento, sea cual fuera su referente? La razón es aquí enaltecida por medio de un concepto, lo sobrenatural, que ella misma ha concebido, pero del que se le prohíbe captar su contenido, lo cual constituye una verdadera contradicción.48
El cuarto enfoque se titula “universidad racional y subjetividad religiosa”. Pannenberg dice que en ese esquema, la subjetividad se convierte en el refugio de la fe y la religión. Cita a David Hume, quien puso al descubierto la naturaleza sentimental de la fe y rechazó los milagros como algo contrario a la razón.49 Por el contrario —como ya hemos visto— Kant intentó poner límites al saber racional reservando la subjetividad para la fe. Luego, Pannenberg cita a Schleiermacher cuyo concepto de religión se afinca en el sentimiento (Gefühl) de Dios, el todo o el universo. No es un sentimiento cualquiera, sino el “sentimiento de absoluta dependencia” (Abhängigkeisgefühl).
Finalmente, el quinto modelo es el de la elevación de la representación religiosa a concepto filosófico. Aquí, la figura descollante es Hegel, quien considera que, aunque la religión constituye el contenido verdadero, lo hace solo en la forma de la representación, pues la que eleva ese contenido a la forma de concepto es la filosofía. Dice Pannenberg:
… la elevación de la representación religiosa a concepto filosófico efectuada por Hegel mantiene parte del espíritu reduccionista de la Ilustración cuando descomponía el cristianismo en verdades filosóficas universales que como tales no necesitaban de la fe cristiana. En Hegel, este hecho va estrechamente ligado a la idea de comprender su propio pensamiento como el último eslabón de una tradición teológica que hacía a Dios su objeto en términos estrictamente filosóficos, en competencia directa con la religión histórica.50
A modo de síntesis: Wolfhart Pannenberg representa un esfuerzo deliberado y sólido para articular una teología que él denomina “filosófica”. Tal vez esa nomenclatura es algo ampulosa porque habría que preguntar qué significa una teología que es adjetivada como “filosófica”, y si tal empresa es posible. No queda explícito si Pannenberg se adhiere al último modelo en el sentido de elevar la representación religiosa a la categoría de concepto filosófico. En tal sentido, su planteo pareciera ser una continuación de la filosofía de Hegel, autor que es tomado como un referente en muchas de sus obras. Por ejemplo, al encarar una crítica a Martín Heidegger y su rechazo de la metafísica, Pannenberg sostiene que “Hegel dijo ya, con más acierto, que, históricamente, la filosofía está siempre en relación con la religión, y que trae al concepto la verdad que ya previamente ha hecho su aparición en la religión”.51
Lo importante de la obra de Pannenberg en lo que se refiere a nuestro tema, es que recupera una dimensión histórica que de algún modo quedó obturada con la Reforma Protestante, es decir, reconocer el aporte de la filosofía para la articulación de un pensamiento teológico coherente y en diálogo fluido con la filosofía. Quizás los párrafos finales de la obra que hemos citado ampliamente, aclaren su posición al respecto. Dice: