Los rostros del otro. Varios autores

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Название Los rostros del otro
Автор произведения Varios autores
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789587903478



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fallado. Esta organización gestó instituciones como el Consejo Nacional Palestino (CNP) y un aparato legislativo, ejecutivo y judicial. Si bien es cierto que dichos organismos no pudieron desempeñar del todo el papel ejercido por el Estado en otros países de la región, lo cierto es que sí fueron una organización cuasiestatal –sin todas las atribuciones estatales: población, territorio, Gobierno y soberanía– que durante décadas suministraron un marco para dicha identidad.

      En su estructura y organización, el programa político de la OLP está establecido en su Carta Nacional, mientras que la organización se rige por su Ley Fundamental, en la que se esbozan los poderes, las responsabilidades y las relaciones entre sus órganos principales: el CNP, el Consejo Central y el Comité Ejecutivo. El CNP es la máxima autoridad de la OLP de acuerdo con su reglamento, y es el responsable de formular sus políticas y programas. Funciona como parlamento para todos los palestinos del interior (Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este) y del exterior (sobre todo Jordania, Líbano y Siria), representa a la diáspora palestina en el mundo e incluye a los partidos políticos, organizaciones populares, movimientos de resistencia e independientes de otros sectores.

      En la década de los sesenta, la sociedad palestina desplegó sus políticas públicas y consolidó un movimiento nacional autónomo. En parte, esto aconteció como corolario del declive del panarabismo resultante de dos procesos: el fin de la República Árabe Unida (RAU), unión de Egipto y Siria 1958-1961 (nombre oficial del país norteafricano hasta 1971), y el resurgimiento de la “guerra fría árabe”. Los Estados revolucionarios se agruparon detrás del apoyo de la URSS: Egipto, Siria e Irak (desde 1958), y los más conservadores lo hicieron en la órbita estadounidense: Arabia Saudí, Jordania, Líbano e Irak (hasta 1958) (Martín Muñoz, 1999, pp. 17-19). Durante este periodo, los gobiernos receptores no asimilaron a los palestinos, a la vez que se incrementaron los grupos de liberación que encausaron la lucha armada (Sayigh, 2004, p. 666).

      El análisis marxista de la situación en Palestina implica varios aspectos: primero, reconocer que la liberación nacional apareció como una reivindicación de prioridad en la lucha de este pueblo; segundo, identificar los intereses de clase; y, por último, cómo pensaron y actuaron las organizaciones marxistas y de izquierda dentro del movimiento de la resistencia nacional. La OLP tuvo una estructura política y organizativa, un frente político formado por nacionalistas seculares, marxistas, comunistas y socialistas. Se trató de la organización con mayor prestigio, influencia y capacidad de combate en torno a su legítimo derecho a la resistencia contra la ocupación de su tierra natal por una fuerza militar extranjera. La organización ganó el apoyo y la solidaridad de amplios sectores de la población mundial, como la organización más representativa en la historia del movimiento de liberación nacional palestino (Buzetto, 2012, pp. 131-132).

      LA CARTA NACIONAL PALESTINA (1964)

      El texto fundacional de la OLP, la Carta Nacional Palestina (al-Mizaq al-Watani al-Filastini) de 1964, definió Palestina en sus tres primeros artículos de la siguiente manera:

      Artículo 1: Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.

      Artículo 2: Palestina, con las fronteras establecidas durante el Mandato británico, es una unidad territorial indivisible.

      Artículo 3: El pueblo árabe palestino posee el derecho legal a su tierra y tiene el derecho a determinar su destino; tras lograr la liberación de su país de acuerdo con sus deseos debe poder tomar sus propias decisiones a su voluntad.

      Esto nos permite especificar dos elementos: primero, al pueblo palestino en función de una delimitación territorial, la Palestina del Mandato británico; y segundo, afianzar su indivisibilidad al margen de dónde se encuentre y de la continuidad de esta identidad nacional. Esto se modificó después de los acontecimientos de 1967 y la consiguiente ocupación militar. En el texto se consideró palestinos a todos los árabes de la Palestina histórica –territorio cuyos límites refieren de los del Mandato– y a sus descendientes. Asimismo, cabe puntualizar que en la Palestina mandataria habitaban árabes de religión judía, antes de la llegada de los sionistas.

      Además, la Carta precisó a quiénes se les considera palestinos: “el hijo de un palestino, naciese donde naciese junto a otros”:

      Artículo 4. La identidad palestina es una característica genuina, esencial e inherente; se transmite de padres a hijos. La ocupación sionista y la dispersión del pueblo árabe palestino, debida a los desastres que le acontecieron, no le hacen perder su identidad palestina ni su calidad de miembro de la comunidad palestina, ni los niegan.

      Artículo 5. Son palestinos aquellos ciudadanos árabes que, hasta 1947, residían normalmente en Palestina sin importar si fueron expulsados de ella o si han permanecido ahí. Todo aquel que después de esa fecha, haya nacido de padre palestino, ya sea dentro de Palestina o fuera de ella, también es palestino. (Énfasis agregado)

      Estos escritos se plantearon como solución momentánea a la circunstancia de diáspora en la que estaban inmersos. Ellos consideraban a sus hijos palestinos aunque nacieran, por ejemplo, en Jordania o Siria, dado que seguía presente la intención de poder regresar a Palestina como tales en el momento que consiguiesen su propio Estado. Por tanto, los palestinos utilizaron ese recurso con el objetivo de salvaguardar su carácter identitario. Con respecto a la cuestión de la “sangre palestina”, es decir, la pretendida transmisión genética, esta debía proteger la máxima del nacionalismo. Esta manifestaba que donde uno nace es donde siente pertenencia, está en su “patria”, en su hogar. Entonces, esto los facultó para instituir su “comunidad imaginada”. Aún estando en el contexto del no control soberano de un territorio y de no poseer instituciones estatales en sentido estricto que emitiesen documentación de identidad o pasaportes.

      En la Carta, al mismo tiempo, se observa el nacionalismo en sentido estricto. Una tesitura expresada de modo lógico: “como tenemos conexiones con esta tierra/patria debemos sacrificarnos para liberarla”. En esa etapa se habla de lucha armada: “un frente nacional trabajando por la recuperación de Palestina y su liberación a través de la lucha armada”. En el artículo 7 se manifiesta de manera textual: “Que hay una comunidad palestina y que tiene conexiones históricas, espirituales y materiales con Palestina son hechos indiscutibles”. Ellos, de acuerdo con el texto, deberían estar preparados para la lucha armada, listos para sacrificar su salud y su vida en orden a recuperar su patria y lograr su liberación.

      LA GUERRA DE 1967, AL-NAKSA (LA CALAMIDAD: LA NUEVA DERROTA)

      El 5 de junio de 1967, en un contexto de movimiento de tropas egipcias hacia sus fronteras en común, Israel invadió a sus vecinos árabes dadas las condiciones que juzgó propicias. Durante la noche, su ejército destruyó las fuerzas aéreas de Egipto, Jordania y Siria; así los dejaba sin cobertura aérea. Los combates terminaron en una semana y representaron una derrota asoladora para los Estados árabes, más aún para los seguidores del nacionalismo árabe nasserista. En la narrativa árabe, la llamada “Guerra de los Seis Días” con Israel pasó a denominarse la Naksa y complementó al-Nakba de 1948. Según el propio ejército israelí, se trató de hostilidades como continuación directa de lo ocurrido en 1948. Por tanto, en las dos décadas posteriores a este año, alrededor de tres cuartas partes de los palestinos se convirtieron en refugiados a causa de los efectos acumulativos de las políticas sionistas.

      El conflicto militar provocó una sacudida en Medio Oriente, reapareció la cuestión fronteriza, al tiempo que el interés por la llamada bíblica de la “Gran tierra de Israel”, la tierra prometida. El sionismo laico usufructuó los textos bíblicos con la finalidad de justificar sus intenciones políticas, como en el libro de Josué. Los israelíes sionistas enarbolaron sus pretensiones sobre la totalidad de lo que ellos consideraban la “tierra