Las Cuerdas Lunares. Boris Leonov

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Название Las Cuerdas Lunares
Автор произведения Boris Leonov
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Год выпуска 0
isbn 9785006567214



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por ella?

      – Por ella y por la esperanza. Cuando toco, siento que ya estoy de pie. Me imagino caminando junto a ella por la ciudad, tomados de la mano, sin ser ya una carga, sino un apoyo para ella.

      – ¿Sabes, Dani? Tu música no solo toca los corazones de las personas. Hasta la Luna parece brillar con más fuerza cuando tocas.

      – ¿De verdad? – preguntó Dani con una leve sonrisa.

      – De verdad. He escuchado muchas melodías, pero la tuya es especial. Y ¿sabes? A la Reina de la Noche también le gusta la música. Le hablaré de ti.

      – ¿Crees que ella podría ayudarme? – preguntó Dani con emoción.

      – La Reina de la Noche puede hacer muchas cosas, y tiene sus propias formas de obrar milagros. Tú simplemente sigue tocando, Dani. Nunca pierdas la esperanza.

      Dani asintió y abrazó su violín con más fuerza.

      La Búho, batiendo las alas, desapareció en la noche, llevándose consigo los sueños de Dani y las lágrimas ocultas tras su sonrisa.

      Cuando la Búho terminó su relato, en la Torre reinó un silencio absoluto. La historia había conmovido tanto a todos que nadie se atrevía a pronunciar palabra. La Rata se quedó sobre sus patas traseras, con la boca entreabierta y los ojos muy abiertos. A la Gata, en cambio, le brillaban los ojos por las lágrimas contenidas.

      El Cuervo batió las alas y rompió el silencio.

      Los súbditos de la Reina de la Noche comenzaron a hablar todos a la vez:

      – ¡Debemos ayudarlo! ¡Ayudarlo! ¡Sí, ayudarlo, ayudaremos a Dani!

      – Pero ¿cómo podremos ayudarlo? ¿Por qué su enfermedad no desaparece si cada noche toca la Melodía Lunar?

      La Reina levantó la mano y ordenó silencio. Sentada en su trono, contempló la ciudad nocturna durante un largo rato, sumida en sus pensamientos. Todos aguardaban en silencio.

      Finalmente, la Reina habló:

      – No basta con tocar la Melodía Lunar. Debe ser interpretada con unas cuerdas únicas, tan especiales que solo ellas pueden despertar su verdadera magia: las Cuerdas Lunares. La magia de estas cuerdas es que pueden conceder el deseo de quien las haga sonar.

      – Pero las Cuerdas Lunares no son simplemente un instrumento de magia. Son el reflejo del corazón humano. Su poder depende de la pureza del alma de quien las toque. Si en el corazón de quien las toca habitan la bondad y la fe, las cuerdas cumplirán su deseo en armonía con la Luna y las estrellas. Pero si caen en manos de alguien malvado, su melodía distorsionará la realidad, transformando los sueños en pesadillas.

      Hizo una pausa antes de continuar.

      La Reina recordó que, hace mucho tiempo, un hombre ambicioso logró poseerlas. Pidió riquezas y poder, pero su codicia creció tanto que las cuerdas dejaron de obedecer la voluntad benevolente de la Luna. La melodía que tocó destruyó ciudades, separó a los amigos y sumió al mundo en un silencio sombrío.

      Pero la Luna no permitió que la oscuridad triunfara. Escondió sus cuerdas del mundo y confió su resguardo a los cuatro puntos cardinales. Desde entonces, han permanecido ocultas para la humanidad. Solo en raras ocasiones la Luna ofrece la oportunidad de encontrarlas, pero solo a aquel cuya fe y esperanza sean más fuertes que el miedo.

      – Pero hay otra condición para que la magia de las Cuerdas Lunares se haga realidad – continuó la Reina —. La Melodía Lunar solo puede tocarse en un único violín en toda la ciudad. Si alguien coloca las cuerdas en otro violín, desaparecerán en el mismo instante en que el arco las toque. Por esta razón, muchos, tanto justos como perversos, desean encontrar ese violín. Pero nadie sabe dónde se encuentra ni quién lo posee.

      – ¿Y si Dani no tiene el violín correcto? – preguntó la Búho, con preocupación en la voz —. ¿Las Cuerdas Lunares desaparecerán y Dani nunca podrá caminar?

      La Reina de la Noche guardó silencio por un momento y luego, levantándose de su trono, ordenó con determinación:

      – ¡Convocad a los Cazadores de las Cuerdas Lunares!

      Se giró hacia cada uno de sus súbditos y les dio instrucciones:

      – Tú, Búho Blanco, hija de los amaneceres polares, viajarás en busca del Cazador del Norte. Su hogar se encuentra junto al Lago Azul, en el límite del Bosque Helado.

      – Tú, sabio Cuervo, volarás en busca del Cazador del Este. Vive junto al río misterioso que guarda los secretos del tiempo.

      – Tú, Gata Gris, sombra en la luz de la luna, irás tras el Cazador del Oeste. Es un viajero errante, un amante de la aventura y la diversión. Suele frecuentar la taberna del “León Rojo”, en los límites occidentales de la ciudad, y recibe el amanecer bajo el cielo abierto, contemplando las estrellas moribundas.

      – Y tú, majestuoso Cisne Blanco, te dirigirás al claro florecido en busca de la Cazadora del Sur. Es una joven de ojos alegres y pasos ligeros, que toca un arpa de cuerdas azules y cuya música impregna el aire de magia. Ahora acércate a mí.

      El Cisne avanzó con su andar pausado hasta la Reina. Ella retiró su velo transparente y lo ató alrededor del cuello del Cisne.

      – Esto será útil para el viaje de regreso a esta Torre.

      – ¿Y yo? – preguntó la Rata, con un atisbo de desilusión —. Yo también quiero ayudar a Dani.

      La Reina sonrió con dulzura y respondió:

      – Para ti, mi astuta rastreadora, también hay una tarea importante y peligrosa. Permanecerás aquí y vigilarás la ciudad. Observa todo lo que pueda suceder. Cuando caiga la noche, me contarás lo que has descubierto.

      – ¡Sí, mi Reina! – respondió la Rata, erguida con orgullo.

      – Ahora, partid. Mañana, al caer el sol, debéis regresar aquí.

      – ¡Vuestro mandato será cumplido, Vuestra Majestad! – exclamaron casi al unísono. – ¡No fallaremos!

      Se inclinaron con respeto ante la Reina y, uno tras otro, se desvanecieron en la profundidad de la noche.

      La Búho Blanco batió sus alas y voló hacia la ventana, fundiéndose con el brillo de las estrellas nocturnas.

      El Cuervo se elevó en el aire y partió hacia el este, desapareciendo en el cielo que comenzaba a aclararse con la llegada del alba.

      El Cisne desplegó sus majestuosas alas y trazó un círculo sobre la Torre antes de volar hacia el sur, como si el mismo viento nocturno lo guiara en su travesía.

      Mientras tanto, la Gata y la Rata se deslizaron entre las sombras de la Torre y se perdieron en la penumbra de la ciudad.

      Capítulo 3. El Tesorero

      En aquellos tiempos, en la ciudad vivía el Tesorero. Era un ayudante del burgomaestre y sabía todo lo que ocurría en la ciudad. Sabía también sobre el violín y las cuerdas, pero jamás hablaba de ello con nadie.

      Soñaba con convertirse en burgomaestre, apoderarse de la ciudad y someter a sus habitantes a su voluntad. Pero como el burgomaestre era un hombre bondadoso y desconfiaba del Tesorero por su actitud reservada y su avaricia, nunca le permitía involucrarse en los asuntos más importantes de la ciudad.

      El Tesorero era un hombre enjuto y encorvado, cuya figura parecía reflejar el estado de su alma. Su nariz larga y afilada sobresalía hacia adelante, mientras sus pequeños ojos, astutos y brillantes, se movían inquietos, como si intentaran robar algo incluso con la mirada. Sus manos huesudas, de dedos largos y delgados, recordaban las patas de una araña, siempre listas para aferrarse a cualquier cosa valiosa.

      Su vestimenta era decente, pero desgastada. Sobre sus hombros descansaba un largo manto de paño negro, que llevaba con un aire