¿Te acuerdas de la revolución?. Maurizio Lazzarato

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Название ¿Te acuerdas de la revolución?
Автор произведения Maurizio Lazzarato
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789877122657



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lado que se aborde la cuestión política, las luchas de clases parecen ser entonces ineludibles.

      2 Lucio Castellano, Arrigo Cavallina, Giustino Cortiana, Mario Dalmaviva, Luciano Ferrari Bravo, Chicco Funaro, Toni Negri, Paolo Pozzi, Franco Tommei, Emilio Vesce y Paolo Virno.

      3 Hannah Arendt, Sobre la revolución, trad. Pedro Bravo, Madrid, Alianza, 2006.

      4 Michel Foucault, “El sujeto y el poder”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 50, n. 3, julio-septiembre de 1988, pp. 15-16.

      5 Entre los numerosos libros de Samir Amin, podemos citar: La crisis. Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis, trad. Josep Sarret, Barcelona, El Viejo Topo, 2009, y L’Implosion du capitalisme contemporain [La implosión del capitalismo contemporáneo], París, Delga, 2012.

      6 Su imbricación con el Estado y la guerra es un proceso irreversible que no ha hecho más que extenderse y profundizarse, especialmente en Estados Unidos, el país del neoliberalismo (ver James O’Connor, La crisis fiscal del Estado, Barcelona, Península, 1994). Nunca volveremos a la “libre competencia”, al “mercado” de la oferta y la demanda, a la “libre iniciativa” del emprendedor schumpeteriano. El único monopolio atacado será el de los sindicatos y los trabajadores organizados.

      El “mercado” no debe “equilibrar” nada, sino, por el contrario, crear desequilibrios de todo tipo que, al final, como en la mundialización anterior, solo pueden ser regulados por la guerra y el fascismo. Entonces, ¿cómo ha podido el capitalismo imponer estas verdades “falsas”? Emanuele Severino, comentando la segunda de las Tesis de Marx sobre Feuerbach, explica la naturaleza de la “verdad”: “‘El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, lo terrenal de su pensamiento’. Esto significa que la verdad no es otra cosa que el poder de la praxis, la capacidad de prevalecer sobre el adversario. Pero también significa que allí donde el movimiento obrero no tiene la capacidad de imponerse, no hay verdad”. Es lo que nos pasa también a nosotros, y por las mismas razones: la teoría neoliberal (y ordoliberal) es radicalmente “falsa” y, sin embargo, absolutamente verdadera. Ver Emanuele Severino, “La ‘dissonanza’ tipica della nostra civiltà. Ragione e forza contro la violenza” [La “disonancia” típica de nuestra civilización. Razón y fuerza contra la violencia], Corriere della Sera, 28 de noviembre de 1979.

      7 Samir Amin, L’implosion du capitalisme contemporain, ob. cit.

      8 Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, trad. Julieta Campos, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 65.

      9 Ver como complemento en el segundo capítulo todo lo relacionado con Rosa Luxemburgo.

      10 Según una empresa especializada en “inclusión a través de las finanzas”, en Kenia, entre las millones de personas que recurren al microcrédito, 2,7 millones son declaradas insolventes, de las cuales 400 mil deben devolver menos de 2 dólares (la tasa de interés es usurera: por un préstamo de 30 dólares hay que pagar intereses de 4,5 dólares).

      11 Los monopolios y oligopolios están “financiarizados”, lo que no significa que estén constituidos simplemente por empresas financieras, compañías de seguros o fondos de pensiones que operan en los mercados especulativos. Los monopolios y oligopolios son grupos que controlan a la vez las grandes instituciones financieras, los bancos, las compañías de seguros y los fondos de pensiones, tanto como los grandes grupos productivos. Controlan los mercados monetarios y financieros que ocupan una posición dominante respecto del resto de los mercados.

      2. EL TRABAJO “GRATUITO” DE LAS MUJERES Y LAS PERSONAS RACIALIZADAS EN LA GLOBALIZACIÓN Y LA REVOLUCIÓN

      Al resumir todas las oposiciones sociales en términos de lucha de clases –y de una única y precisa lucha de clases–, Marx y Engels han reducido todos los conflictos a dos términos. Se produce aquí una operación de reducción que ha dejado de lado toda una serie de conflictos que eran calificados como “anacronismos del capital”. El racismo, el antisemitismo y el sexismo quedaron excluidos del campo de la reducción marxista. Y, sin embargo, la teoría del conflicto que han generado estos “anacronismos” podría describirse como un paradigma de opresión transversal a todas las “clases” marxistas.

      MONIQUE WITTIG

      El capital no solo “gotea, de arriba abajo, sangre e inmundicia por todos los poros”, sino que se impone así, paso a paso, en su marcha a través del mundo.

      ROSA LUXEMBURGO

      El capital siempre ha explotado y dominado una multiplicidad de clases haciendo malabarismos con diferentes modos de producción y dispositivos de poder heterogéneos. Las luchas de las mujeres y los colonizados han iluminado el pasado y el presente de estas diferentes multiplicidades que el movimiento obrero occidental ha descuidado.

      El capital y el Estado constituyen una máquina de dos cabezas, el “capitalismo político”, que, desde sus inicios, ha organizado una doble territorialidad productiva (centro/periferia) y un doble régimen de trabajo: trabajo asalariado (abstracto) en el centro, trabajo no asalariado (gratuito) en las periferias.

      La organización del sistema político mezcla la división internacional del trabajo con un régimen dual de poder y guerra: un régimen político constitucional en el Norte y un régimen de poder arbitrario en el Sur (estado de emergencia permanente), guerra reglamentada en el centro y guerra sin límites en las periferias.

      La máquina política capitalista asegura la producción económica de valor trazando una línea de color que divide al proletariado del centro del proletariado de las colonias y una división sexual transversal, tanto al primero como al segundo. El trabajo no asalariado de las mujeres es, como el trabajo de los esclavos, otra condición ignorada durante mucho tiempo del trabajo asalariado, del trabajo abstracto y de la productividad capitalista.

      La instauración de este régimen planetario es inseparable de la invención de la raza, mientras que la dominación de la mujer establecida desde hace mucho tiempo requiere un plus de violencia y control ejemplificado por la “caza de brujas”. El sexismo y el racismo son la expresión de dos modos de producción (patriarcal/doméstico/heterosexual y racial/esclavista) capaces de organizar la explotación del trabajo gratuito en gran escala y su legitimación por medio de la producción de sujeciones (mujer, obrero, esclavos, colonizados).

      La primera condición de la máquina capital/Estado y de la existencia de clases ha sido siempre la globalización. Solo en este nivel podemos evaluar la fuerza de la máquina capital/Estado y las chances de la revolución.

      1. EL MERCADO MUNDIAL ES UNA MULTIPLICIDAD DE MODOS DE PRODUCCIÓN

      El modo de entender el capitalismo como coexistencia de diferentes formas de producción y de modalidades de ejercicio del poder heterogéneos ha sido sintéticamente resumido por Heidi Hartmann, una feminista materialista que nos invita a realizar un desplazamiento respecto de la economía política tanto como del marxismo:

      No hay un “capitalismo puro”, como tampoco hay un “patriarcado puro” […] Sería, pues, tal vez más exacto referirnos a nuestras sociedades no como sociedades simplemente “capitalistas”, por ejemplo, sino como “sociedades capitalistas patriarcales basadas en la supremacía blanca”.

      Jason W. Moore, un historiador del medio ambiente, ha producido recientemente, en polémica con la definición hoy dominante del Antropoceno, una teoría muy original del capitalismo y su historia,12 cuya multiplicidad de luchas de clases impide pensarlo como un “capitalismo puro”.

      El capitalismo no se centra exclusivamente en la relación capital-trabajo, ni en Europa (y el Norte del mundo), ni en la Revolución