Название | Comunicación e industria digital |
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Автор произведения | Группа авторов |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789972453281 |
• El PLPP y los proyectos de articulación cultural permiten a los grupos, artistas, representantes y gestores del sector cultural promover apuestas comunes que hagan visibles los procesos que para su desarrollo, pueden dinamizarse, y a su vez, participar activamente, de forma democrática y propositiva, como espacio a través del cual puede propenderse por el desarrollo cultural de una ciudad.
• Turismo.- Cerca de 2750 personas han participado en recorridos turísticos en la comuna 1 y 4, y el fortalecimiento de actividades turísticas en los corregimientos de Santa Elena y San Cristóbal entre el 2008 y el 2009. Las iniciativas de inversión comunitaria en materia turística, deben existir, consolidarse y fortalecer la transformación social, a través de programas que permitan diseñar y ejecutar una estrategia de promoción y reconocimiento de la tradición de cada una de las comunas. Durante estos años la inversión en turismo desde el PLPP ha sido de 91 300 000 pesos colombianos (40 258 344 euros).
Estos proyectos fortalecen las iniciativas de naturaleza ciudadana, que procuran el reconocimiento y la actualización de las diversas identidades que hacen parte del entramado social de Medellín.
Fuente: Lina María Duque. Maestría en Industrias Culturales; Gestión y Políticas. Buenos Aires, 2012.
El cuerpo viejo como una imagen con fallas: la moral de la piel lisa y la censura mediática de la vejez
Paula Sibilia
Universidad Federal Fluminense (UFF)
RESUMEN: En la era del «culto al cuerpo» y en plena espectacularización de la sociedad, instados a convertirse en imágenes con ciertas características rigurosamente definidas, los cuerpos humanos se ven desencantados de todas aquellas potencias simbólicas que exceden los códigos de la «buena apariencia». Este ensayo se detiene sobre ciertas estrategias de censura implícita de los medios de comunicación gráficos y audiovisuales, que evitan mostrar o retocan las imágenes de cuerpos viejos con técnicas depuradoras y alisadoras, insinuando que ostentarlas impúdicamente equivaldría a practicar una nueva forma de obscenidad. Algunos avisos publicitarios y otros materiales mediáticos resultan especialmente fértiles para analizar estos procesos reflexionando sobre sus impactos, así como su contraste y eventuales diálogos con ciertas corporalidades configuradas en el campo artístico contemporáneo.
Palabras clave: tecnociencia, culto al cuerpo, visibilidad, publicidad, biopolítica, mercado.
The old body as an image with failures: the moral of the skin smooth and media censorship of aging
ABSTRACT: In the era of the «the body worship» and in full spectacularization of society, urged to become images with certain strictly defined characteristics, human bodies are disenchanted of all those symbolic powers exceeding the codes of «good looks». This literary essay stops on certain strategies of implicit censorship of and the graphic and audiovisual media, which avoid displaying or retouch the images of old bodies with sewage and smoothing techniques, suggesting that showing them off shamelessly would tantamount to a new form of obscenity. Some advertisements and other media materials are especially fertile for analyzing these processes reflecting on their impact as well as their contrast and any conversations with certain corporalities set in the contemporary art field.
Keywords: techno-science, body worship, visibility, graphic communication, audiovisual advertising and bio-politics, market.
Es una pena que una criatura tan radiante deba envejecer —suspiró Wile. —Realmente —concordé— ¡Sería maravilloso si pudiera conservarse tal como es, mientras que el retrato envejeciera y se marchitara en su lugar! Hago votos para que así sea.
ÓSCAR WILDE1
Cuando cumplí cincuenta años parecía que me hubiera vuelto invisible. Nadie más dijo nada, ni un elogio, ni una mirada, nada. Eso es lo que más me da la sensación de haberme vuelto una vieja.
PROFESORA, 55 AÑos2
No es fácil ser viejo en el mundo contemporáneo, aunque ser vieja quizás sea aún peor. Esas aseveraciones pueden sonar paradójicas en un momento histórico que posibilitó como nunca antes la expansión cuantitativa y cualitativa de la vida, especialmente en lo que respecta a las mujeres. Entre las muchas características inéditas de nuestra época se cuenta tanto la creciente participación femenina en todos los ámbitos —incluso en los más altos escalafones del poder, con libertades equiparables a los hombres en los diversos planos de la existencia— como el hecho incontestable de que la población mundial está envejeciendo. Además de haberse reducido la tasa de fertilidad por habitante y, por tanto, el número relativo de nacimientos, los increíbles avances tecnocientíficos de las últimas décadas no cesan de desafiar los límites que tradicionalmente constreñían a los cuerpos humanos, disminuyendo tanto la morbilidad como la mortalidad. Las características biológicas de cada sujeto y de la especie en general se revelan cada vez menos intransigentes delante de la intervención técnica, mientras que el espectro de experiencias individuales y colectivas ofrece una diversidad jamás vista, capaz de transbordar los horizontes de la condición humana empujando sus confines rumbo a territorios impensados.
Todas esas fronteras se están desplazando: antes consideradas rígidas y estables, determinadas por fuerzas inmanejables como los designios naturales o divinos, ahora registran una dilatación e incluso una metamorfosis, que amplía su espectro más allá de lo que hasta hace poco se consideraba posible. En ese contexto, la estructura orgánica que conforma los cuerpos humanos parece estar en plena mutación: sus antiguos márgenes se rediseñan constantemente, poniendo en jaque hasta la mismísima demarcación de la finitud. En los últimos cien años, la expectativa de vida de la población mundial se ha duplicado. Quien naciera en tierras brasileñas a principios del siglo pasado, por ejemplo, esperaría vivir menos de 34 años; recién en la década de 1980 esa probabilidad alcanzó un nivel que se puede considerar dentro del rango de la ancianidad, al llegar a los 63 años (Kalache, Veras y Ramos 1987). En el tránsito hacia el siglo XXI, esa estimativa superó la marca de las siete décadas de vida para los ciudadanos del Brasil, cuando las estadísticas ya daban cuenta de un nuevo fenómeno: el envejecimiento de la población nacional.3 A escala planetaria, el perfil demográfico también fue cambiando: mientras en algunos países la expectativa de vida ya supera las ocho décadas, se calcula que el número de personas con más de sesenta años se triplicará hacia el 2050, llegando a los dos mil millones; entonces la población de esa franja etaria excederá la cantidad de adolescentes y niños menores de catorce años de edad.4 De modo que los ancianos, además de ser cada vez más viejos y más fuertes, pronto serán mayoría; sobre todo las damas, cuyo calendario vital insiste en aventajar al de los caballeros.
A la luz de esos datos, cabría preguntar: ¿qué puede, hoy, un cuerpo? Una respuesta parece obvia: los cuerpos humanos pueden cada vez más y, asimismo, lo pueden durante más tiempo. Por otro lado, las mujeres y los hombres contemporáneos saben que ellos son los orgullosos artífices de todas esas conquistas, fecundadas a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado para consolidarse en las últimas décadas. No se trata tan solo de un estiramiento en la duración y en la «cantidad de vida»; además, esa tendencia viene acompañada del énfasis en un concepto más complejo: la tecnociencia y el mercado ofrecen un profuso menú que tiende a aumentar, también, la «calidad de vida». Aunque esta otra categoría sea bastante más esquiva a las definiciones