Debates presidenciales televisados en el Perú (1990-2011). Lilian Kanashiro

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Название Debates presidenciales televisados en el Perú (1990-2011)
Автор произведения Lilian Kanashiro
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789972453595



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2002. En las elecciones de 1994 y 1998, el candidato Fernando Henrique Cardoso se negó a participar de los debates electorales. En contraste, el año 2010 se caracterizó por el despliegue de hasta diez debates electorales, entre los que se produjo por primera vez un debate online organizado por el diario Folha do S. Paulo y el portal UOL el 18 de agosto de 2010 (Vasconcellos, 2011, p. 1).

      Un aspecto crucial para la consolidación institucional de los debates electorales en Brasil ha sido el papel jugado por los más grandes broadcasters del país.

      Record, Bandeirantes e Globo tiveram papel fundamental na transformação dos acontecimentos em verdadeiros media events, dando-lhes tratamento mediático de acordo: publicidade, horário nobre, seleção de seus maiores nomes para apresentação/mediação, criando um ambiente que deixasse explícita sua singularidade e relevancia. (Leite, 2003, p. 14)5

      En líneas generales, se puede señalar que los debates presidenciales brasileños se caracterizan por organizarse en forma de series a través de las cuales las grandes emisoras se reparten el patrocinio, lo que da pie a la proliferación de los mismos. Otro común denominador en dichos eventos es la presencia del periodismo como actor que propone preguntas a los candidatos. También se aprecia una moderada evolución en el uso del lenguaje televisivo; si bien predominan los planos medios y la cámara fija, hay experiencias puntuales de apertura de encuadres y mayor movilidad de la cámara en el debate de segunda vuelta entre el candidato Lula da Silva y el candidato Serra, lo que les dio la posibilidad de moverse en el escenario. Además, se observa un mayor empleo de la tecnología en la explicación de las reglas, dinámicas y formatos de los debates. Finalmente, se incluye la representación del electorado, ya sea a través de la presencia selecta de público (2002) o de preguntas formuladas previamente por los ciudadanos.

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       9. Debates electorales televisados en México

      El primer debate presidencial televisado se realizó el año 1994. Sin embargo, existen antecedentes de debates televisados entre candidatos a diputados federales. En 1961, se intentó llevar a cabo un debate televisado entre los candidatos del PAN y del PRI; se llegó hasta el acuerdo del formato, pero el día pactado para el debate el candidato priista no se presentó al evento. No obstante, el 27 de junio de ese mismo año se realizó un debate entre dos candidatos a diputados federales (PAN-PRI) en un programa denominado Mesa de celebridades, que se transmitió por Televicentro, hoy conocido como Televisa (García, 2012a).

      El primer debate electoral mexicano se desarrolla en el contexto de unas elecciones marcadas por la desconfianza. Tanto el primer debate público entre los candidatos que lideraban las encuestas, así como la cobertura del proceso, contribuyeron a elevar el interés de los ciudadanos por participar en las elecciones (Pérez, Alvarado y Sánchez, 1995). Es así como en dichas elecciones se evidencia una relación más cercana entre la política y los medios de comunicación. El primer debate electoral mexicano fue transmitido por radio y televisión a nivel nacional. Vega (2003) sostiene que hay una clara influencia del modelo europeo, en el que un moderador media entre los candidatos.

      En el registro de las anécdotas, se encuentra el episodio del segundo debate del año 2000, en el cual, por una serie de dificultades técnicas por parte de los medios de comunicación, se discutía la reprogramación del debate. El candidato Vicente Fox se hizo memorable por su insistencia para que el debate se realizara el día pactado. Algunos analistas consideran que ese gesto resultó fundamental en el éxito electoral de Fox, quien, como se recuerda, fue el primer presidente no priista después de un gobierno continuado de más de setenta años del Partido Revolucionario Institucional (PRI) (CNN México, 2012). Por otra parte, las elecciones del año 2000 se caracterizaron por un uso intenso, sin precedentes, de los medios de comunicación, como internet y los espacios televisivos de entretenimiento. Sin embargo, resulta paradójico el aumento del porcentaje de abstencionismo con respecto a las elecciones de 1994 (Vega, 2003). Desde 2012, el Instituto Federal Electoral (IFE), organismo estatal encargado de la organización de los procesos electorales, toma las riendas de la organización de los debates electorales según lo establecido en su normatividad electoral.

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      Conviene destacar la continuidad en el desarrollo de los debates en el caso mexicano con respecto a otros países. Por otro lado, se observa poca innovación en materia de lenguaje audiovisual. El predominio de los planos medios y la cámara fija es una constante en todos los debates electorales.

      El presente capítulo ha pretendido ser ilustrativo más que exhaustivo. El criterio para seleccionar las experiencias aquí reseñadas ha dependido de la accesibilidad y disponibilidad de información. Cabe destacar ciertas constantes que aparecen en la experiencia internacional: el primer debate supone un esfuerzo descomunal de negociación, en el que la experiencia antecedente de debates en el nivel subnacional es muy importante. Por lo general, después del primer debate televisado transcurren varios periodos electorales sin debates o con experiencias frustradas por la resistencia de los candidatos a participar. Luego de un periodo de irregularidad, el debate televisado tiende a convertirse en un evento institucionalizado al interior de los procesos electorales.

      Es necesario insistir en el hecho de mirar los debates electorales televisados como parte de los procesos electorales antes que de las campañas electorales. El primer caso supone darle la primacía y relevancia al debate en el marco de los procesos políticos y el fortalecimiento de la democracia, mientras que el segundo caso implica un enfoque instrumental y reduccionista que solo alimenta el oportunismo y descrédito de la política.

      La experiencia internacional muestra diversos tipos y grados de participación de las instituciones, que se pueden clasificar en asociaciones civiles, empresas de comunicación públicas o privadas; y organismos electorales. Queda pendiente un estudio en profundidad de la ausencia o presencia de la regulación en la normatividad electoral de los debates electorales, así como estudios longitudinales de los debates en la región. El objetivo de este capítulo ha sido, ante todo, proveer un marco general e internacional sobre el cual ubicar la experiencia peruana, en la que se profundizará a continuación.

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