Название | El plumas |
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Автор произведения | David Pallás Gozalo |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412353389 |
Pero tenía que ser ese momento.
Tenía que…
—Creo que tenemos que hablar, ¿verdad Rique? —me dijo mi tía como si me estuviese leyendo el pensamiento.
Me quedé blanco.
No fui capaz de contestar nada, tan solo asentí ligeramente con la cabeza, sin atreverme a mirarla a la cara.
—Ya tienes edad para poder hablar de ciertos temas, Rique. Y creo que ya es hora de que tengamos una conversación que deberíamos haber tenido hace tiempo.
Notaba cómo me miraba, pero yo seguía sin poder mirarle a la cara. ¡Ostras!, si casi no podía ni respirar con normalidad. Ese era el momento y ya no había vuelta atrás.
Tía Alicia apoyó su batido en la mesita baja que había junto a nuestras sillas. Después cogió el mío, quitándomelo de la mano y colocándolo junto al suyo.
—¿Estás enfadado conmigo por no contártelo aquel verano? —me preguntó colocando su silla frente a la mía.
Aquella pregunta me rompió por completo. ¿Enfadado yo con ella? ¿Pero de qué hablaba? ¿No se estaba refiriendo a mí? Levanté la vista hacia ella, extrañado. No comprendía qué ocurría. Y ella se dio cuenta.
—Espera un momento… ¿Nunca te han dicho tus padres por qué os fuisteis así de rápido aquel verano? —negué con la cabeza, muy lentamente. Sentía que me estaba despertando de un sueño extraño—. ¿En serio? ¿Pero qué narices les pasa a tus padres? —preguntó enfadada, levantándose de la silla, y apoyándose en la barandilla de la terraza, mientras miraba al mar.
—Tía Alicia… ¿Qué pasa? —le pregunté después de unos segundos que se me hicieron larguísimos.
Mi tía se giró hacia mí. Sus ojos brillaban con la luz de la luna reflejada en ellos. ¿Estaba llorando? Hizo un gesto raro con las manos en su cara, un gesto que le había visto hacer en otras ocasiones cuando quería quitarse los nervios de encima. Y se volvió a sentar frente a mí.
Me acarició la cara.
—¿Estás triste tía? ¿He hecho algo mal? —le pregunté con la sensación de estar haciendo daño injustamente a alguien que me importaba demasiado.
—Ay, Rique… Tú no me has hecho nada… Son los adultos los que parece que se esfuerzan en que suframos sin sentido.
Yo no dije nada, porque supe que mi tía necesitaba contarme algo que para ella era importante, y estaba buscando las palabras para hacerlo. De repente, fui consciente de lo parecidos que éramos mi tía y yo. Habíamos estado con ganas de contarnos algo todo el tiempo, y no sabíamos cómo, seguramente para no hacernos daño.
—Puedes contarme lo que sea, tía. Nada va a cambiar para mí —le dije, pensando en las palabras que me gustaría escuchar a mí de su boca.
Tía Alicia sonrió, y se secó una lágrima.
—¿Te acuerdas de Gloria?
—Sí —contesté extrañado. No esperaba que comenzase a hablarme de su compañera de trabajo en ese momento.
—Gloria era mi novia, Rique —pronunció aquella frase con toda la calma del mundo, como si fuese lo más obvio.
—¿Gloria? —pregunté sorprendido—. ¿Novia? Espera… ¿Novia en plan chica con chica?
—Sí, Rique… —sonrió—. Novia en plan chica con chica… —hizo una pequeña pausa, mientras me dejaba asimilar la información—. ¿Supone un problema para ti?
—¿Qué? Eh… ¡No! —exclamé nervioso, con un tono ridículo que apareció en mi voz—. Pero… Tú tenías un novio antes de venirte a vivir a Tenerife.
—Sí, tú lo has dicho. Tenía. Me vine a Tenerife por Gloria, Rique. Estaba asustada, porque nunca había sentido nada así por otras mujeres. Pero conocí a Gloria en Barcelona, en un viaje que hice con unas amigas. Y me enamoré de ella. Así, tal cual. Y estuvimos mandándonos mensajes durante semanas. No podía olvidarme de ella. Vine a verla aquí y lo tuve claro. Quería estar con ella. Pero no era capaz de dar explicaciones a todo el mundo, porque no sabía lo que sentía, necesitaba aclararme y descubrir quién era. Por eso me vine aquí, Rique. Necesitaba descubrir si me estaba equivocando, o si era real.
—¿Eres lesbiana? —le pregunté, creo que un poco a lo bruto. Pero es que estaba flipando. Nunca habría imaginado que hablaríamos de algo así.
—No lo sé… Creo que sí. De repente fue como quitarme una venda de los ojos y empezar a sentir de verdad.
—Entonces… ¿Te gustan las mujeres?
—Sí, Rique —sonrió acariciándome la cara—. ¿Es muy raro para ti?
Me encogí de hombros. Porque, a ver, claro que era raro saber de repente que a mi tía le gustaban las mujeres, cuando siempre había creído que le gustaban los hombres, pero no era raro que le gustasen. ¿Me entendéis? Que a mí me daba igual que a mi tía le gustasen las mujeres, pero no me lo esperaba.
De hecho, una parte de mí, sintió que respiraba con más fuerza de repente.
Me sentí… ¿Aliviado? Sí, aliviado. Esa era justo la palabra. Sentí que me quitaba un peso de encima de golpe.
Y entonces caí. Fui consciente de lo que había ocurrido hacía años cuando nos tuvimos que marchar de repente de casa de mi tía.
—Hace años… ¿Se lo contaste a mi padre y por eso se enfadó así?
La expresión de mi tía cambió de golpe. Se notaba que hablar de aquello le dolía.
—Fue peor… Nos pilló besándonos.
—Ouch.
—Sí… Yo quería contároslo a tu madre y a ti, pero nunca encontraba la forma de hacerlo. Hacía solo unos meses que había empezado mi vida con Gloria, y me daba mucho miedo hablar de esto. Tenía miedo de que no aceptaseis lo que sentía. Pero tu padre vino antes de tiempo, y me eché atrás. Pensé que ya tendría oportunidad de contarlo la siguiente vez. Solo tenía que fingir unos días más que Gloria era mi compañera de trabajo, y no mi novia.
—Espera… ¿No era tu compañera de trabajo?
Mi tía dejó escapar una sonora carcajada.
—¡Claro que no! —exclamó sin dejar de reír—. Creía que eso ya te había quedado claro… Era mi novia. Decir que era mi compañera de trabajo, o mi compañera de piso, era la excusa más sencilla que se me ocurrió.
—Jo tía, podrías ser actriz. Nos la colaste totalmente…
—¿Sabes? He sentido mucho tiempo que era una actriz interpretando una vida que no era la mía… Por eso tal vez me salía tan natural…
¡Boom!
No esperaba una frase como esa.
No esperaba escuchar algo con lo que sentirme tan identificado.
¡Ostras!, es que llevo sintiéndome así desde hace años. Actuando. Eso es. Actuando, como si estuviese en una peli con las frases aprendidas, porque son las que esperan escuchar de mí. No sé si os ha pasado alguna vez, pero es como si al decir algo real de mí, alguien fuese a gritar:“¡Corten!”, y me fuesen a echar de la peli. Y si no tengo esta película, ¿qué me queda?
¿Quién sería entonces?
—Te entiendo —dije en voz alta sin pensar.
—¿Ah sí? —preguntó mi tía con un brillo extraño en su mirada—. ¿Por qué te sientes así?
Y ahí estaba la pregunta. Ahí estaba el momento por el que había viajado a Tenerife para